El absurdo rito de la alabanza arquitectónica
En México, muchas de las críticas culturales son halagos para promover figuras o grupos. La costumbre de criticar cualquier aspecto de una obra ha sido muy negativa, ya que supone un ataque contra el autor. Ante esta disyuntiva es menos conflictivo –y muy provechoso– utilizar un lenguaje en el que las evaluaciones son invariablemente favorables y las obras se describen, pero no se analizan.
Generalmente se descalifica al que se atreve a publicar una crítica adversa a una obra de arquitectura, al considerarlo un enemigo o –peor aún– un resentido. Si bien es cierto que el insulto es reprobable, no se explica que para evitarlo se exalte el narcisismo –o la esquizofrenia–. La tendencia a la alabanza ha promovido la creación de una absurda mitología de arquitectos que recibe reiterados homenajes y premios. Además, algunos de sus textos son banalidades o justificaciones sin un mínimo de modestia y objetividad, ya que, por principio, un autor no es el mejor calificado para evaluar objetivamente su trabajo.
Es evidente que es mejor y más útil hacer arquitectura que hablar sobre ella; sin embargo, es necesario reconocer que la crítica permite conocer, analizar y evaluar obras con una profundidad que –en muchos casos– no fue intentada por sus autores. Si la práctica es importante, porque construye, no lo es menos la crítica que la puede anticipar, explicar y hacerla avanzar.
A pesar de que la calidad de la crítica arquitectónica en México ya es importante, tiene aún retos que superar:
• Lo primero que se le debe exigir –lo mismo que a la práctica– es que sea coherente, útil y bien realizada.
• Es necesario promover, tanto su calidad, como el número de profesionistas que la practiquen. La censura, incluida la propia, coarta o impide cualquier crítica.
• Debe ocuparse menos de figuras o modas y más de las obras y de su análisis. Se precisa una actitud crítica que promueva obras socialmente útiles.
• Si bien es necesario que tenga rigor, no es conveniente que sea dogmática. Un mínimo requisito es que sea objetiva y no se convierta en un catálogo de gustos.
• Aunque es mejor utilizar el humor que la solemnidad, es preferible que cumpla con un mínimo de coherencia y claridad; en lugar de que sea una serie de banalidades o de textos supuestamente poéticos.
• Es necesario enfatizar que la crítica debe esclarecer una obra, una práctica o una época.
• La crítica conlleva la responsabilidad de mostrar los aciertos y los errores de una obra.
• Es conveniente pasar del nivel de opinión, o 'buen gusto', para una mayor objetividad en la evaluación.
• La crítica –como señaló Oscar Wilde (Obras completas. Ed. Aguilar, Madrid, 1967, pp. 914-966)– debe buscar bajo la superficie de las formas y dejar de lado lo evidente y lo obvio, para descifrar intenciones y símbolos.
Si estos retos se asumen con objetividad, responsabilidad y sentido común, la crítica –lo mismo que la práctica– harán posible una arquitectura mexicana de mejor calidad.
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*Arquitecto e investigador de temas de urbanismo.