Monumentos Enfermos
La noticia de un posible daño irreversible a la escultura El Caballito, causado por el uso de una alta concentración de ácido durante su restauración, preocupó a la sociedad y, sobre todo, evidenció la falta de claridad en el presupuesto asignado a la conservación de los miles de monumentos en el país, así como la arbitrariedad seguida en el proceso de su restauración.
La estatua diseñada por el escultor y arquitecto Manuel Tolsá, en honor al rey Carlos IV de España, muestra que el objeto forma parte de algo mucho más grande y sensible en México, que no es fácil mensurar. Al intentar hacerlo se debe comenzar por descubrir que esta obra se encuentra en un Centro Histórico donde habitan otros 1,436 monumentos de orden espacial (el Zócalo, la Alameda), arquitectónico, estatuario, palaciego o catedralicio. Además, el país tiene otros nueve centros históricos con igual reconocimiento mundial: Zacatecas, Guanajuato, San Miguel de Allende, Querétaro, Puebla, Morelia, Oaxaca, Tlacotalpan y Campeche, que en 80% son construcción porfiriana.
La arqueología es patrimonio muerto, pero lo histórico (entre los siglos XVI y XIX) “es monumento vivo, que se usa todo los días”, define el arquitecto Arturo Balandro Campos, coordinador nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El funcionario explica que 80% de los 120,000 monumentos históricos registrados en México está en manos privadas, y su conservación y restauración es responsabilidad de los propietarios y los usuarios. A los propietarios se les dan tres alertas para la conservación, si no, se interviene el inmueble con la ley en la mano. En los edificios, el plan comienza por impermeabilizar las cubiertas; el agua es el primer agente de deterioro.
Los expertos ponen en duda el número, pero no cuestionan la vastedad. “No llegan a 100,000 (monumentos)”, dice el ingeniero químico Luis Torres, uno de los ‘padres’ de la conservación científica en México, junto con el pintor Luis Sahagún y los arquitectos Luis Ortiz Macedo, Jaime Ortiz Lajous y Salvador Aceves García. “Pero créanle al INAH”, concede.
En cambio, Tarsicio Pastrana, doctor en Restauración, catedrático e investigador de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), unidad Tecamachalco, estima que pudiera haber el doble o el triple de monumentos, y lo primero que se pregunta es ¿cuántos no reciben ahora el mantenimiento adecuado?
Foto: Cuartoscuro
El caso de El Caballito sólo ilustra el problema de la conservación de los monumentos en nuestro país, según los especialistas consultados.
Para el doctor Pastrana, la restauración es el último recurso, cuando el edificio ya sufre deterioro. Explica que lo medular de la conservación es la prevención. Los planes de conservación son la clave, dice.
En ello coincide Arturo Balandro Campos, del INAH. Los monumentos históricos deben tener “un plan de manejo”, pues así no hay deterioro y se evitan obras costosas de restauración.
Las acciones y el gasto en conservación y restauración son, sin embargo, algo difuso en el país. A principios de septiembre el INAH anunció la creación del Fondo para el Registro, Recuperación y Capacitación sobre el Patrimonio Cultural que contará con 55 mdp. A finales de ese mismo mes, el Conaculta anunció que serían destinados más de 1,000 mdp para el cuidado de infraestructura y patrimonio cultural.
Foto: Cuartoscuro
La cantidad anterior es la suma de 600 mdp que Conaculta destina este año a la creación y la revitalización de la infraestructura del país, a través del Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE); 50 mdp del Fondo de Apoyo a Comunidades para Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba), 150 mdp destinados a ciudades patrimonio y 200 mdp de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. Pero no es precisado el porcentaje para monumentos.
De acuerdo con datos del Congreso, el INAH tiene un presupuesto general de 1,935.2 mdp, de los que destina 667.29 mdp para monumentos históricos, mientras que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) recibe 120.18 mdp y destina sólo 11.7 mdp para monumentos artísticos.
Balandro Campos alude a “una cifra grande no cuantificada y complicada de cuantificar”. El gobierno federal gasta directamente en 9,700 monumentos a su cargo, la mayoría templos, pero hay otras cantidades que fluyen desde los gobiernos federal, estatal y municipal, de propietarios, de grandes empresarios, de ayuda internacional y hasta de legisladores que cabildean recursos para obras.
En el INAH, Balandro Campos dirige un área de 220 personas y un pequeño ‘ejército’ de 30 arquitectos. Coordina acciones con los 31 centros estatales del instituto que tienen sus propios arquitectos. Todos ellos recorren, asesoran, supervisan proyectos, dictaminan y emiten cerca de 18,000 autorizaciones al año (como en 2013) para acciones de mantenimiento y restauración, pequeñas o mayores, que van de los 100,000 pesos a los 30 o 40 mdp.
Para el funcionario del INAH, “México es autoridad en la materia de conservación y restauración de monumentos”, aunque en su “pléyade de especialistas” no haya tantos como se necesitan.
El ingeniero Luis Torres Montes considera que sí hay un plan general a cargo del INAH y el INBA, pero sabe que su acción directa se limita a lo más prioritario del catálogo, como la Antigua Basílica de Guadalupe, La Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional o las 10 ciudades patrimonio para las que el Congreso destina 300 mdp este año.
Foto: Cuartoscuro
El doctor en restauración Tarsicio Pastrana observa que el asunto rebasa al gobierno, que el INAH es de todos modos un aparato burocratizado y que existe el hecho de que en política hay prioridades antes que el patrimonio cultural, aun cuando éste es un activo que puede generar divisas.
Expone que después de lo prioritario la conservación y la restauración quedan en manos de arquitectos e ingenieros civiles y de cientos de empresas que no tienen los estudios ni la metodología para hacerlo. “Para todos ellos se trata de chamba y dinero. Hacen lo que quieren y a los gobiernos locales no les importa exigir”.
A merced del clima
Sobre la enfermedad y la mortandad de los monumentos, Torres Montes comenta que es un fenómeno mundial, que los edificios de piedra se han deteriorado más en los últimos 25 años que en su vida previa.
Refiere que apenas se descubrió en Londres que un material se equilibra con el medioambiente. Si éste cambia, el material se deteriora para buscar otro equilibrio con las nuevas condiciones. “En el tratamiento de la piedra sabíamos lo aprendido en los 70; ya son 40 años que no se ha avanzado tanto. Veremos qué pasa con las na-notecnologías”.
El aumento de la población, la contaminación y la temperatura son un enemigo poderoso, agrega. El activismo político es otro, pues “las izquierdas no son conservadoras, son revolucionarias, y una forma de manifestar su repudio es atacar la obra de arte con grafitis”.
A lo anterior puede sumarse la agresión religiosa y el fundamentalismo, opina Pastrana, “lo que tiene carga negativa no lo queremos conservar”. Pero el peor enemigo es la falta de valoración y conocimiento en la sociedad.
El doctor Pastrana conviene en que hay un ‘abc’ para la restauración que se aplica en forma genérica.
Foto: Cuartoscuro
“Si vas con un médico le dices me duele aquí o allá. Se acerca y revisa. Se hace un diagnóstico y determina los estudios, según el caso. Luego se formula un dictamen”, explica el especialista.
Todo proyecto tiene tres aspectos de valoración: la parte histórica, la parte teórica (por qué haré tal cosa desde la teoría de la restauración) y la parte técnica (cómo hacerlo). “Los que no saben se van a la última etapa”, advierte.
Las técnicas de restauración son numerosas y variadas. La experiencia reciente de El Caballito, luego del desastre de la primera intervención, mostró el uso intensivo de la ciencia y la tecnología.
Los métodos industriales aplicados a ductos y a pozos petroleros, a aeronaves o a embarcaciones, denominadas de ‘ensayo no destructivo’ y de ‘diagnóstico de integridad’ son una alternativa que acompaña al estudio de la composición química de la pátina con microscopio electrónico de barrido y de espectroscopia de energía dispersiva de rayos X; estudios que van de lo general hasta los detalles microscópicos.
También se cuenta con la prospección con georradar, para revisar restos de cimentaciones históricas, y con modelos matemáticos para determinar la vida remanente del monumento, la que le queda antes de que se desgaste o se rompa.
Foto: Israel P. Vega
Con todo, no hay algo que sorprenda al ingeniero Torres Montes, quien participó en la décadas de los 70 en el parteaguas de la ciencia aplicada a la restauración, y menciona que hay sistemas abrasivos como el uso de áridos silíceos, polvo de vidrio o bicarbonato, incluso el láser, aplicados a la limpieza y el tratamiento de soportes.
También existen métodos de reconstruir formas y volúmenes desaparecidos con el tiempo. Para la limpieza de piedra, madera, cobre y hierro hay técnicas de
vapor de agua, hidrofugación o criogénica, que es chorro de hielo seco.
Las técnicas son múltiples, pero sin duda es indispensable ceñirse a la ruta que debe seguir el monumento enfermo, para determinar el proceso de intervención a seguir, y derivado de éste, las licitaciones correspondientes para la mejor elección de las empresas de restauración.