Víctor Legorreta y el reto de adaptar la tradición a la modernidad
Ricardo Legorreta (+) fundó en 1965 el despacho Legorreta Arquitectos, que luego devino en Legorreta+Legorreta. Víctor, su hijo, se incorporó a principios de los años 90 y encabezó un grupo de jóvenes arquitectos, y junto con su padre dirigieron el diseño de todos los proyectos, incluyendo la Torre BBVA Bancomer, hasta finales del 2011, cuando el fundador falleció.
Hace dos años Víctor Legorreta quedó al frente del despacho que fundó su padre, considerado uno de los arquitectos más influyentes en el último medio siglo y de mayor reconocimiento internacional, con quien trabajó durante más de dos décadas, convirtiéndose en su principal aprendiz y socio, razón por la que ahora las expectativas han quedado puestas sobre su hacer.
Lejos de un cambio violento tras el deceso del único Premio Imperial de Japón que ha tenido México, ocurrido en diciembre de 2011, Legorreta+Legorreta continúa siendo un despacho vital con obras no sólo en México sino en el sur de Estados Unidos, Medio Oriente y América Latina. En voz de Víctor, la firma Legorreta sigue la defensa del estilo y filosofía de su fundador, Ricardo Legorreta.
"Comparto la filosofía que tenía mi papá de hacer una arquitectura humana que cumple una función social, la de hacer edificios para que las personas vivan mejor. Buscar una arquitectura que no pase de moda y que tenga valores mexicanos. Todo eso pienso que sigue siendo muy válido".
Si bien Víctor comparte la filosofía de su padre, está consciente de que "el México de hoy es muy diferente al de hace 30 años; las ciudades se están volviendo más densas y hay una mayor consicencia ecológica, por ejemplo. Ahora se trata de ver cómo transmites esa arquitectura y esos valores heredados que considero vigentes a torres, edificios más verticales, a espacios más densos. Ese es el reto que tenemos ahora, cómo adaptar esos valores a las necesidades de hoy".
El despacho sigue teniendo la personalidad y el sello distintivo de la arquitectura Legorreta: celosías, muros altos pintados en colores llamativos, aplanados, figuras geométricas y grandes espacios vacíos.
La oficina de Víctor, hoy líder de esta empresa, es un amplio espacio que da a un patio privado y luminoso. Sobresale una mesa monumental que hace las veces de escritorio. Sobre la prolija mesa de madera final se aprecia pequeña la computadora del director del despacho. Ahí ocurrió la entrevista que concedió el espigado, claridoso y afable Víctor Legorreta a la revista Obras para hablar sobre el proyecto de mayor altura que el despacho ha realizado: La torre BBVA Bancomer.
Se busca despacho
Autoridades de BBVA Bancomer buscaron al despacho Legorreta+Legorreta para participar en el concurso de la construcción de la Torre BBVA Bancomer. La institución bancaria invitó a tres arquitectos mexicanos y a cuatro extranjeros para elegir una propuesta. En la lista estaba el arquitecto británico Richard Rogers, quien estaba dudoso, pues no le gustan los concursos.
"Nosotros tenemos una amistad sólida con Rogers, de más de 20 años. La primera vez que vino a México mi padre lo paseó por la Ciudad de México", cuenta el arquitecto.
El creador del Pompidou vuelve una o dos veces al año a tierra azteca y ha viajado por toda la república con los Legorreta.
Por ello, los Legorreta pensaron en trabajar junto con él. Ricardo lo sugirió. Rogers aceptó encantado, se lo propusieron al banco y accedieron.
En Equipo
El encargado del despacho Legorreta+Legorreta analiza las diferentes formas de trabajo de ambos despachos: "Rogers está más acostumbrado a trabajar en equipo por la cultura sajona y por ser un despacho más grande. Tienen reuniones de diseño todos los lunes. No es que él haga el dibujo, sino que se presenta y se hace una ronda de opiniones", reconoce Legorreta y añade, "para Richard fue más sencillo porque sumó a unos mexicanos al proceso, nada más".
Autocrítico, Víctor reconoce que a ellos les "costó más trabajo la colaboración en equipo. Estamos acostumbrados a que el croquis lo hacía mi papá o yo y lo pasábamos a alguien para que siguiera el desarrollo. El nuevo esquema de trabajo nos sirvió mucho, porque incluso cambió la forma de trabajar de nuestro despacho. Hoy ya tenemos una dinámica más de equipo y entre todos los socios discutimos los proyectos, se aportan más ideas. Nos sirvió de aprendizaje".
Ricardo Legorreta falleció el 30 de diciembre de 2011 mientras estaban en anteproyecto o esquemático, Víctor no lo recuerda bien.
La continuidad del despacho fue preparada por su padre desde hace tiempo. "(Mi padre) tenía la obsesión de que el despacho no se acabara con él. Los socios y yo tenemos más de dos décadas en el despacho. Así que a la muerte de mi padre no es que el proyecto fuera a cambiar, realmente el proceso se mantuvo igual. Me hubiera encantado que viera la torre terminada, me habría gustado, porque seguramente habría seguido aportando cosas…", dice con vehemencia.
El factor 'auto'
Construir en una avenida conflictiva como Paseo de la Reforma tiene sus bemoles. Por un lado tiene los mejores accesos: el Metro a una cuadra, el transporte público está muy próximo.
Richard, cuenta Legorreta, me dijo: "Estoy encantado con el proyecto, ha sido una gran experiencia. Lo único que no me gusta es que le pusimos estacionamiento. Estoy haciendo un edificio del mismo tamaño en Londres y tiene 10 cajones para autos. Ustedes tienen que hacer ciudades que dependan del transporte público. Esto no es Londres, sí, claro, pero tienen que empezar. Así estábamos hace 30 años y poco a poco fuimos quitando los coches y hoy hasta cobran por entrar el centro. Hay que hacerle la guerra al automóvil".
Cortesía
Durante el proyecto ejecutivo, Legorreta+Legorreta tuvo a 20 personas, y de LegoRogers, tres. En etapa de obra fueron 12. Rogers estuvo más involucrado al principio: tenían cinco personas y nosotros 10. Para enero de 2015 ya no había nadie de Rogers. Aunque él o parte de su equipo viajaban constantemente. Durante la obra, uno de los desafíos fue la entrega de material. "Se consiguió cerrar la lateral de Lieja, que de no haberlo hecho habría sido imposible. Con el hotel [Four Seasons] se platicó muchísimo y han sido muy pacientes. Nos han de odiar", dice Víctor no tan en broma.
La empresa Turner fue muy cuidadosa con la seguridad, las medidas precautorias de protecciones de colindancia y de cuidar la buena vecindad. La entrega de material se hacía por la noche.
Una de las modificaciones respecto del plan original fue la reubicación de los baños y el núcleo de servicios que originalmente estaban en el centro. Se trasladaron a la parte trasera del edificio; de hecho, en la parte de afuera del inmueble, en un núcleo satélite, ahí también fueron ubicados los elevadores.
"Eso dejó a la planta de oficinas como un cuadrado libre, limpio. Los ejecutivos de BBVA Bancomer decidieron que no habría baños privados. Esto volvió bastante más eficiente las plantas de oficina", describe Víctor.
Los grandes detalles
Para hacer posible el diseño de la Torre BBVA Bancomer, Víctor cuenta que analizaron el uso del software de construcción Revit, creado específicamente para el Modelado de Información para la Construcción (BIM, por sus siglas en inglés), "pero apenas empieza a usarse y varios de los posibles contratistas aún no están habituados, así que trabajamos con AutoCad. Rogers sí usa otros software de modelado, sobre todo en 3D, para algunas piezas como intersecciones de acero o que requieren alta especialidad".
"Al hacer una torre para México pensamos en la bondad del clima. Mucha de la vida de México es en exterior, se hace en patios y terrazas. Queríamos incorporar esos espacios. Así que incluimos", cuenta Legorreta entusiasmado.
Los arquitectos incluyeron cinco jardines con triple altura y terrazas en la zona de comedor. La idea era "meter el exterior a la torre para que no sea sólo un edificio de vidrioespejo. Usamos plantas de las diferentes zonas del valle de México, hay diferentes tipos de vegetación, según la orientación y la altura".
Para incorporar vegetación fue tomado en cuenta el factor 'viento'; hicieron un estudio en túnel de viento para determinar qué plantas se dan a esa altitud (a 200 metros de altura) y tienen capacidad de soportar vientos de 150 km/h. La última jardinera está en el piso 47 y da al bosque de Chapultepec.
Víctor se refiere a la piel morada, que emula el papel picado y que le da un toque muy regional: "La celosía nos entusiasmó mucho. Es lo que hace especial a la torre, la hace mexicana, adaptada al clima, le da el elemento de color y la hace sustentable", cuenta.
La fabricación de la celosía se hizo en China. Para ello se estableció un concurso. Yuanda, una empresa de China, fue la ganadora. Yuanda se asoció con Alutecnica, empresa mexicana, para instalar parte del aluminio. Y formó una alianza con Vitro, como empresa suministradora del cristal.
Una gran ventaja de la celosía es que reducirá casi en su totalidad el uso de persianas, "que tanto afean las fachadas de los edificios", dice Legorreta. El arquitecto precisa que además de la celosía morada, la torre utiliza cristal doble. Uno de ellos tiene la peculiaridad de permitir el paso de luz y reducir el calor. Por lo tanto habrá muy pocas persianas en el edificio. La lección: "Nunca habíamos hecho un edificio tan alto. Es una complejidad. No es igual hacer dos edificios de 25 pisos que uno de 50", dice Legorreta. En una torre de gran altura hay complejidades estructurales, de elevadores (circulaciones verticales) y se vuelve un proyecto donde la ingeniería y la arquitectura tienen que ir más de la mano.
Víctor Legorreta asegura que un proyecto de este tipo requiere de trabajo en equipo altamente integrado, multidisciplinario y de especialistas en su ramo. Por ejemplo, un ingeniero experto en elevadores hizo los cálculos sobre las diferentes opciones en velocidades. Con Colinas y Arup trabajaron muy de cerca. Fue un proyecto que exigió el trabajo interdisciplinario.
"Hacia allá va la arquitectura. Los proyectos cada vez son más complicados porque incorporan temas de ahorro energético, de sustentabilidad y el mercado solicita soluciones más sofisticadas. Tenemos que aprender a trabajar de manera multidisciplinaria y multinacional", dice Víctor Legorreta. (Con información de Lucía Burbano)