El arquitecto que rescata el Patrimonio de la Humanidad en Kenia

Mezclar la tradición suajili con la modernidad sin perder las raíces que convierten a la ciudad de Lamu en Patrimonio de la Humanidad. Ésa es la filosofía del arquitecto español Urko Sánchez, que desde hace más de una década rehabilita edificios en este singular archipiélago del norte de Kenia.
En sus laberínticas calles, Lamu esconde muros de coral y yeso, techos de makuti (hoja de palma) e imponentes puertas de madera talladas a mano y decoradas con motivos árabes que lo convierten en el asentamiento suajili mejor conservado de África oriental y en uno de los lugares más turísticos.
"En Lamu parece que el tiempo se haya detenido" comenta a EFE el arquitecto español, que este año ha recibido el premio de la Asociación de Arquitectos de Kenia por su trabajo en la isla, de la que se enamoró a primera vista en un viaje de "mochilero" cuando era estudiante.
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Sumergirse en la ciudad es viajar en el tiempo: las estrechas calles se mantienen sin cambios en medio de construcciones que datan del siglo XV, la vida fluye en el puerto y en las plazas y, salvo un par de ambulancias y el coche del alcalde, no hay ningún otro vehículo en toda la isla.
Los burros y las barcas de vela siguen siendo el principal medio de transporte en Lamu, donde la prisa no existe y su gente vive fundamentalmente de lo que pesca entre los manglares que inundan las aguas del archipiélago.
La personalidad de la ciudad cautivó por completo a Sánchez hace 16 años, cuando decidió instalarse en este rincón del norte del país tras haber trabajado en diferentes países en conflicto -Somalia, Angola o Bosnia- con varias ONG.
Allí decidió comprar una casa "en ruinas" y formar un pequeño equipo de trabajo. "Con lo que ganaba, ahorraba y pude rehabilitar la casa. Así aprendí el fabuloso mundo de la arquitectura suajili", explica el madrileño.
En los últimos años, Sánchez y su equipo han rehabilitado numerosas casas en la isla, como Lamu House, uno de los hoteles más populares. FOTO: EFE
"Trabajar en un entorno como el de Lamu es un privilegio", asegura, porque "tienes que mantener el espíritu de este lugar, con una tradición que lo ha convertido en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, pero a la vez dándole un enfoque contemporáneo".
En los últimos años, Sánchez y su equipo han rehabilitado numerosas casas en la isla, como Lamu House, uno de los hoteles más populares, donde la influencia árabe confluye con la occidental del siglo XXI, especialmente la española.
"Lamu empezó a ponerse de moda y la gente extranjera empezó a venir y comprar casas para rehabilitarlas", comenta, aunque reconoce que esta tendencia ha caído notablemente en los últimos tres años debido a la amenaza del grupo terrorista somalí Al Shabab.
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A sus 45 años, Sánchez asegura haber aprendido mucho de la arquitectura tradicional de esta ciudad, que respeta el medioambiente, estudia la orientación natural para crear espacios confortables, minimiza el uso de energía y trabaja con materiales locales para evitar costes de transporte.
Ahora se acaba de instalar en Nairobi, donde intenta seguir la misma filosofía para realizar arquitectura "sostenible" en una ciudad repleta de grúas y edificios vacíos debido a la fiebre del ladrillo desatada en los últimos años.
"Los valores que Occidente ha transmitido a países como Kenia están relacionados con la lógica económica, no con el desarrollo responsable", critica.
También lamenta la tendencia actual a homogeneizar las ciudades de todo el mundo. "Me da pena ver los mismos edificios en Kenia, Malasia o Miami. Nosotros entendemos la arquitectura como un reflejo de la identidad de cada ciudad", añade.
Eso es precisamente lo que intenta llevar a cabo en Nairobi a través de distintos proyectos que respetan la esencia de la capital keniana: su vínculo especial con la naturaleza.
"Poco a poco se empieza a ver una corriente en Nairobi con conciencia ecológica. Es minoritaria pero está creciendo", afirma con optimismo.