De Ciudad Juárez a Etiopía: arquitectos en pie de lucha en Venecia
Los arquitectos de todo el mundo reunidos en Venecia para la XV edición de la Bienal de Arquitectura abandonaron sus espectaculares proyectos para ofrecer soluciones simples y sostenibles a la desigualdad y pobreza que reina en muchos rincones del planeta.
Bajo el título Reportando desde el frente, el director de la Bienal, el chileno Alejandro Aravena, ganador este año del premio Pritzker, escogió una serie de ejemplos positivos de lo que él mismo llama "ganar la batalla" para mejorar las condiciones de vida de las personas, sobre todo las necesitadas y excluidas.
"Se trata de historias exitosas que merecen ser contadas y casos ejemplares que merecen ser compartidos, donde la arquitectura hizo, hace o hará una diferencia para ganar esas batallas y expandir fronteras", dijo Aravena a la prensa.
Para ilustrar esos proyectos -entre ellos uno en Ciudad Juárez-, Aravena, 48 años, conocido por sus viviendas sociales, invitó a exponer a 88 arquitectos de 37 países diferentes. Cincuenta de ellos participan por primera vez y 33 son menores de 40 años.
"Para escoger a los invitados no tuve ningún tipo de agenda, ni geográfica, ni de edad", confesó el chileno en una charla con la AFP.
Lo que el arquitecto busca es "mejorar la calidad de la vida de la gente", agregó.
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Un llamado a los arquitectos del mundo
El certamen mundial que abre sus puertas el sábado hasta el 27 de noviembre, envía un mensaje político, y llama a los arquitectos de todo el mundo a encarar prioridades, la gente sin techo, los emigrantes, los campesinos, los excluidos.
Aravena, vencedor del León de Plata de la Bienal de Arquitectura del 2008, quiere sacudir a sus colegas con una suerte de revolución creativa al servicio de los demás, sobre todo de pobres y necesitados, imaginación, capacidad y belleza, pese a que los medios son insuficientes.
Después de varias bienales dedicadas a lo contemporáneo, a sus bases y a su historia, la edición liderada por primera vez por un latinoamericano, encara con tono "optimista" campos de refugiados, problemas de tráfico, desastres naturales, sequía, migraciones, participación ciudadana.
La mayoría son proyectos realizados, presentados con materiales concretos (madera, piedra, cemento), planes y dibujos y que de alguna manera resultan un elogio al oficio del arquitecto, a su capacidad de síntesis.
"Alejandro Aravena nos muestra con esta Bienal que se puede ganar la batalla", sostiene Paolo Baratta, presidente del evento.
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Los ejemplos de esas batallas ganadas son simples, algunos muy sencillos, como los originales ladrillos de arcilla de Solano Benitez, el arquitecto paraguayo que "transformó la escasez en abundancia", cuyas creaciones poéticas reinan en medio de los Jardines de la Bienal.
De Ciudad Juárez a Etiopía, las batallas ganadas
Entre los proyectos invitados figura el desarrollado por jóvenes católicos junto al arquitecto mexicano Juan Casillas, que permite a familias muy pobres contar con viviendas ecológicas realizadas con materiales biodegradables y reciclables, en Ciudad Juárez, la ciudad emblema en México de violencia y feminicidios.
Otro ejemplo de batalla ganada presentado en la bienal, en el que se demuestra que la arquitectura piensa en lo social así como en lo ambiental, es el Warka Water, del italiano Arturo Vittori, director del grupo Architecture and Vision.
Se trata de una torre fabricada con bambú y plástico biodegradable que puede recolectar agua de la lluvia, niebla y el rocío para ayudar a las poblaciones de escasos recursos a tener agua potable todos los días y se inspira a un árbol nativo de Etiopía.
Una idea que puede ser empleada desde India hasta África y América Latina.
La arquitectura combativa no sólo se limita a proyectos innovadores, también los países, en los pabellones nacionales enclavados en los Jardines de la Bienal, han respondido a la propuesta de Aravena.
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Los comisarios del pabellón de España, Iñaqui Carnicero y Carlos Quintans, han decidido mostrarle al mundo cómo toda una generación de arquitectos españoles han respondido a la crisis económica y de la construcción de los últimos años tras años de bonanza para transformar lo "inacabado".
Italia presenta 20 proyectos "para el bien común" realizados por estudios de arquitectura que se ocupan de una amplia gama de problemas; desde la salud a la vivienda, de la educación a la cultura.
Rusia cuenta cómo se transformó un parque de atracciones soviético en espacio cultural para todos, mientras Estados Unidos genera debate con los controvertidos 12 proyectos especulativos para la ciudad de Detroit, ciudad industrial en crisis.
Grandes nombres, pero al servicio del bien común
Muchos han querido ver en esta edición de la Bienal un intento de que los ojos de los arquitectos vuelvan un poco la espalda al 'skyline' de las ciudades y presten una mayor atención a las calles donde vive la gente: menos rascacielos y más edificios para las mayorías.
Y aunque habitualmente las soluciones para países en desarrollo procedan de otros más desarrollados, Aravena concede que quizás ahora haya llegado el tiempo en que sea "probable que las lecciones vengan de lugares que no eran tradicionalmente los orígenes o los centros culturales".
A pesar del enfoque de esta edición, en la Bienal también están presentes grandes nombres de la arquitectura como Norman Foster o Richard Rodgers, cuya presencia, advirtió Aravena, no es incompatible con los objetivos perseguidos.
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"Es tan grande el desafío que necesitamos de todas las mentes disponibles. A veces eso puede venir de gente que no hemos escuchado nunca antes, otras veces puede venir de gente que está consolidada", explicó.
"No se invitó a ningún arquitecto de estos grandes nombres por el hecho de ser un gran nombre, no me interesa por cualquiera de los proyectos que estén haciendo, fueron invitados a presentar aquellos proyectos en los que hay mayor probabilidad de impactar el bien común", resumió.