Los Pritzker 2017: arquitectos que decidieron salir de la corriente
Los arquitectos Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, ganadores del Premio Pritzker 2017, mostraron su alegría por la distinción y consideraron que es un reconocimiento a la arquitectura catalana y española de los últimos 30 años, que es "de alto nivel".
En su estudio de Olot (Gerona, noreste de España), acompañados por amigos y vecinos que los felicitaban, Ramon Vilalta señaló a el miércoles a EFE que ya han tenido otros reconocimientos anteriormente pero el Pritzker "no te lo planteas ni en sueños", pues está considerado como el 'Nobel de la arquitectura'.
Sobre sus proyectos arquitectónicos, Vilalta resaltó que siempre tienen en cuenta el lugar en el que construyen sus edificios para que se pueda "sentir su atmósfera, su espacialidad".
3 renegados
La persona que está detrás de la última letra del despacho RCR, -las otras dos corresponden a Rafael Aranda y Carme Pigem- recibe el galardón como un reconocimiento a 30 años de trabajo, los que se cumplen desde que los tres se licenciaron y decidieron regresar a Olot para poner en marcha conjuntamente su proyecto laboral.
"Los profesores -estudiaron en la Escuela Superior de Arquitectura Técnica del Vallés- nos dijeron si lo habíamos pensado bien, porque la tradición era establecerse en una gran ciudad como Barcelona e irte a grandes despachos", relata.
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Ramon Vilalta considera, en consecuencia, que son "autodidactas" que escogieron establecerse en a Olot y salirse de la corriente cuando se graduaron hace tres décadas.
Recuerda que conocía a Rafael Aranda del instituto de Olot y que a ambos, por su procedencia, les correspondió estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura Técnica del Vallés, en Sant Cugat (Barcelona), donde coincidieron con Carme Pigem.
La decisión de afincarse definitivamente en Olot les dio "un aprendizaje sobre paisaje y naturaleza que se basa en entender ambos conceptos y llevar ese conocimiento a cada lugar en el que uno trabaja".
"Si vamos al desierto intentamos comprenderlo", pone como ejemplo Vilalta, quien admite que, en esa búsqueda, se esconde el afán de superar la idea de que una construcción es "un refugio funcional y llegar a un componente más interior, más espiritual".
Al arquitecto le gusta pensar "que la gente es capaz de sentir cosas" cuando está en uno de los espacios que RCR ha creado y, por ello, le presta "todo el cuidado" a la particularidad de cada lugar para captar así su esencia.
Ramon Vilalta defiende que la arquitectura rodea cada momento de la vida humana y que, en consecuencia, "tiene un valor excepcional, porque no es lo mismo estar entre cuatro paredes cualquiera que en unas que sean diferentes".
Lo más pequeño puede llegar a las alturas
Aunque el paisaje de Olot no se traslada a otros emplazamientos, Vilalta reconoce que darle el Pritzker a un despacho ubicado en una localidad de algo más de 30,000 habitantes rodeada de volcanes inactivos es "un mensaje importante".
"Normalmente, la gente trabaja en grandes capitales y nosotros decidimos escoger nuestro lugar de origen, algo que seguro que el jurado ha tenido en cuenta y que demuestra que nada impide que, desde tu sitio en el mundo, se puede llegar al máximo", subraya el galardonado.
Ramon Vilalta define el Pritzker como "lo más" y hace suya la catalogación de 'Nobel de la arquitectura', pero insiste en compartirlo con "todo lo precedente" en España a nivel más general y en Cataluña en el más concreto.
"El problema reciente ha sido el de la crisis, pero aquí se ha trabajado a alto nivel y ojalá esto ejerza de revulsivo para dar paso a algo como lo que se produjo en el mundo de la gastronomía española", indica.
Y después de todo esto, Vilalta abandona lo que califica de "sueño" y toca de nuevo con los pies en el suelo, porque "esto es un reconocimiento, muy grande, pero tu camino de vida continúa y también los retos, pero es verdad que te da más energía".