IMSS, siete décadas de arquitectura no exploradas a profundidad
Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la edición 530 de la revista Obras, Carreteras: Camino incierto, correspondiente a febrero de 2017.
(Obras) — Para celebrar el 70 aniversario de la fundación del IMSS se publicó un libro sobre la arquitectura construida por el instituto (IMSS: Siete décadas de arquitectura institucional, México, 2014).
Aunque la publicación tiene muy buena calidad, su diseño y el material revelan algunas sorpresas desafortunadas.
La primera, al abrir el libro, es la foto a doble página de la escultura del Ángel de la Seguridad Social: un señor desnudo con alas, en cuclillas sobre una esfera, y con una máscara.
No puede haber algo más absurdo que pretender 'modernizar' el símbolo del IMSS —la madre y el niño, protegidos por el águila de la Seguridad Social— con esa escultura. Esa decisión revela hasta qué punto se ha perdido la identidad de la principal institución de salud pública de nuestro país.
Tampoco hay alguna evaluación objetiva sobre unidades médicas u hospitales, que pasaron de 76 m² x cama a superar 100 m² (p. 120). No se menciona el primer diagnóstico a las unidades médicas del IMSS entre 1997-2000, el que permitió ejecutar programas consolidados de compra de equipos y de mantenimiento, basados en información comprobada.
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En la bibliografía no se mencionan las normas técnicas que durante años han sido guía para el mantenimiento de equipos y materiales, las que siguen vigentes con más de 40 años.
En la parte final se presentan las tareas pendientes de la institución: "El reto mayor para el IMSS, y en consecuencia… el desafío técnico en el diseño y construcción de unidades se centra en la utilización de nuevos y mejores materiales, en el mejor aprovechamiento de los espacios, en la incorporación de tecnologías de punta y en el abaratamiento de los costos de mantenimiento" (p. 259).
Pero esas buenas intenciones están en contradicción con la imagen de los edificios y proyectos que aparecen (pp. 198, 223, 234, 238, 250), en los que la moda y la escenografía suplen la necesidad de una arquitectura compacta, económica, funcional y sobria. Una muestra más de la falta de identidad en esas unidades médicas, de las que el IMSS tiene ya construidas 2,600 en el país.
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En el libro no se menciona el cambio realizado en los protocolos de atención médica y la necesidad de atender operaciones ambulatorias, diabetes, la insuficiencia renal crónica, y la obesidad mórbida, mediante procedimientos médicos y edificios diseñados con criterios eficientes y modernos.
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La parte más útil de la publicación, para comprender la importancia de la labor del IMSS, son algunos textos sobre los cuatro periodos de su evolución y la crónica de las construcciones realizadas de 1943 a 2013 (pp. 20-27).
Lamentablemente, la utilidad de esta publicación es muy reducida, si se le compara con otras; como la del arquitecto Enrique Yáñez, quien realizó su extraordinario libro (Hospitales para la seguridad social, México, 8a. ed., 1986), referencia básica para todo aquel interesado en el tema.