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En 2018 se cumplen 40 años del descubrimiento de Coyolxauhqui

Fue la pauta para impulsar la investigación del antiguo Templo Mayor y abrir el museo de sitio.
vie 29 diciembre 2017 02:40 AM
Templo Mayor 1
Templo Mayor 1 - (Foto: Notimex)

A casi 40 años del descubrimiento del monolito de la Coyolxauhqui, que confirmó al mundo la grandeza de México-Tenochtitlan, el arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma recordó el acontecimiento que vivió de primera mano.

De ese descubrimiento surgió el Proyecto Templo Mayor (PTM), que concentra en buena parte los trabajos en el primer cuadro de la ciudad y cuyas investigaciones aún revelan secretos de México-Tenochtitlan.

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Mediante un comunicado difundido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el investigador recordó que en 1978 fue hallada la diosa lunar Coyolxauhqui y que el Día de La Raza (12 de octubre) de 1987 fue inaugurado el Museo del Templo Mayor (MTM).

En 30 años se estima que ha recibido a unos 18.5 millones de visitantes.

En el comunicado, Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, destacó el significado del PTM, que comenzó el 20 de marzo de 1978, una vez que las cinco ofrendas en torno a Coyolxauhqui fueron excavadas por un equipo de salvamento arqueológico.

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Recordó que el descubrimiento del sitio arqueológico se remonta a 1913, cuando Manuel Gamio encontró en la esquina de Seminario y Santa Teresa (hoy Guatemala) los restos de la esquina sureste del Templo Mayor y una de las cabezas de serpiente del extremo sur de la escalinata de Huitzilopochtli.

Fue apenas un asomo de lo que actualmente se puede disfrutar en 12,900 metros cuadrados que entonces fueron expropiados para explorar el sitio. La construcción del museo, recordó Matos Moctezuma, fue encargada a Pedro Ramírez Vázquez, autor también del Nacional de Antropología, y Jorge Ramírez Campuzano.

El 'corazón del imperio'

La investigación para el mismo fue hecha por el propio Eduardo Matos y la museografía por Miguel Ángel Fernández, quienes consiguieron con esta obra evocar la dualidad del Templo Mayor.

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Foto: Notimex

“De inmediato planteamos cómo estas presencias estaban obedeciendo no sólo a elementos religiosos, de cosmovisión muy importantes, sino que también reflejaban una economía sustentada en la agricultura y la guerra -con la imposición de tributo a los pueblos sometidos-, representadas por estos dioses.
“Estábamos en el corazón del imperio y eso fijó en mucho nuestro cauce de investigación, nuestra metodología”, detalló el arqueólogo.

Un centro de estudio

Eduardo Matos recordó que esos trabajos llevaron a orientar al museo al poniente, por donde desciende el Sol, al igual que el Templo Mayor; y así como el edificio prehispánico tuvo una mitad dedicada a Tláloc y la otra a Huitzilopochtli, lo mismo se buscó con el moderno imnueble.

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Subrayó que cuatro secciones se destinaron a los aspectos de la deidad de la lluvia y la fertilidad, y las otras cuatro salas a los atributos de la entidad de la guerra.

El investigador refirió que, a partir de los descubrimientos en el sitio, se han realizado “más de 1,200 publicaciones de todo tipo”, además de que existen dos equipos de campo, el Proyecto Templo Mayor y el Programa de Arqueología Urbana, coordinados por Leonardo López Luján y Raúl Barrera Rodríguez, respectivamente.

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“De manera que el Museo del Templo Mayor ha destacado como un espacio de divulgación, porque es ante todo un centro de investigación”, aseveró.

Estas investigaciones han dado resultados “impresionantes”, como la ubicación del Cuahxicalco, lugar donde se realizaban las exequias de algunos soberanos mexicas; una especie de arriate que sigue conteniendo los restos de un árbol (al parecer un encino) que debió considerarse divino y un piso de lajas con símbolos de la Guerra Sagrada.

Foto: Notimex

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