La Casa del Árbol es la mejor Vivienda Residencial de 2018
Nota del editor: Este texto fue publicado originalmente en la revista Obras, en la edición Obra del Año 2018, correspondiente a agosto de 2018. Busca la edición en Vips, Sanborns y en su versión digital en magzter.com , disponible hasta el 15 de octubre, y conoce las historias completas de todos los proyectos ganadores de Obra del Año 2018.
En septiembre de 2016, un par de clientes amantes de la naturaleza acudió a los arquitectos Alejandra y Xavier Abreu, fundadores del despacho yucateco AS Arquitectura, para diseñar una residencia con amenidades en un terreno donde creció un pich, un árbol típico de Yucatán de gran altura y generosa sombra, muy apreciado por los lugareños.
El lote colindaba además con el casco de una antigua hacienda de henequén de la comunidad de Xcumpich, en Mérida. Los Abreu aceptaron el reto. El despacho ha recibido diversos reconocimientos por sus edificaciones, que van desde oficinas, comercios y residencias, hasta espacios públicos.
Su diseño de formas simples y limpias suele enmarcar espacios amplios y abiertos, trabajados con piedras y plantas de la región. La Casa del Árbol, como bautizaron al proyecto construido entre abril y noviembre de 2017, no fue la excepción.
"El interés de los clientes era el arbolado y la vista", explica Alejandra Abreu. Los arquitectos diseñaron un esquema en 'L' para que los espacios –todos a un mismo nivel– vieran hacia el pich. De los 600 m² de construcción, poco más de la mitad (380 m²) serían techados.
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"Había que cuidar la escala para no sobresalir por encima del casco y que éste se viera desde la casa, también para que desde afuera se viera el árbol, a fin de crear el diálogo del interior con el exterior", expone.
El despacho propuso construir una casa sin bardas. Mérida es una ciudad con bajos índices de inseguridad, además los muros elevados afectarían las vistas. "No cualquiera acepta carecer de seguridad en su predio, pero el cliente se enamoró del proyecto", comenta Alejandra Abreu.
La cimentación de mampostería fue la solución."Recreamos las bardas de las casas que habitaban los trabajadores de la hacienda", explica.
Fotos: Cortesía AS Arquitectura
Desde el exterior, el desplante parece un muro, pero en realidad forma parte de la construcción. Esto también sirvió para darle profundidad a la alberca que, colocada en primer plano, complementó el perímetro frontal, decorado con plantas de henequén que forman una barda natural.
Dos árboles en la entrada se comunican en línea diagonal con el pich, de 30 metros de altura, ubicado en el patio central. Para llegar a éste se cruza un vestíbulo de muros de más de dos metros, revestidos de láminas de acero en color negro, que dividen el techo blanco que corona el inmueble.
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Libre de muros, la terraza da acceso a la piscina, mientras que la sala y el comedor tienen vistas a la hacienda, al pich y a algunos de los ocho jardines y patios que tiene la residencia. Un pasillo comunica las tres recámaras, todas con vista al patio central. Su privacidad es resguardada por anchos muros de piedra.
Entre los materiales destaca el estuco, maderas, concreto y chocum, un recubrimiento usado por los mayas para zonas húmedas. "Los muros están forrados de láminas de acero, el piso es de granito y la jardinería es endémica", señala Abreu.
Así como la piscina refleja el casco de la hacienda, un espejo de agua lo hace con el frondoso pich. "Hubo que buscar plantas que crecieran a la sombra del árbol", detalla, porque es el protagonista.
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