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Contribuir a la promesa del futuro a través del diseño

Nia School, proyecto a cargo del despacho Sulkin Askenazi, fue finalista en la categoría Interiorismo de ODA 2020. El diseño promete influir de manera positiva en el desarrollo infantil.
mar 05 enero 2021 05:00 AM
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Nia School fue finalista en Obra del Año 2020

En los niños se suele poner la gran responsabilidad del futuro del planeta. Cada nueva generación se ve como una promesa por cambiar a la humanidad y resolver los problemas que acontecen actualmente, pero, ¿cómo lograr una transformación con un entorno igual al que rodeó al resto de personas que habitan el mundo?.

Las escuelas en México son unas de las infraestructuras más estáticas , a pesar de tener una gran influencia en la infancia, por lo que cuando al despacho Sulkin Askenazi se le propuso diseñar el interior de una escuela, no lo dudaron: querían influir en la manera en la que aprenden los niños.

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Nia School, proyecto finalisat de ODA 2020 en la categoría Interiorismo.

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Nia School
Foto: Cortesía
Nia School, proyecto finalisat de ODA 2020 en la categoría Interiorismo.

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Nia School
Foto: Cortesía
Nia School, proyecto finalisat de ODA 2020 en la categoría Interiorismo.

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Nia School
Foto: Cortesía

Nia School, ubicada en Bosque de las Lomas, se convirtió en un espacio en el que cada detalle fue pensado en mejorar la vida de los pequeños estudiantes que, a través del método Montessori, se formarán para alcanzar su máximo potencial en todos los aspectos de su vida —indica el objetivo de la estrategia—.

Sin experiencia en el entorno educativo y con el gran reto de influir positivamente en los niños, los arquitectos Gabriel Askenazi y Jack Sulkin se pusieron manos a la obra. Investigaron los principios de dicha formula, sus objetivos, y la manera en cómo podían llevarlo a los muros y jardines de las casas en donde se adaptaría la escuela para niños de distintas edades.

“Creo que en la actualidad las escuelas tienen un diseño que consiste en un salón tradicional, en donde hay butacas, sillas y mesas de distintos tamaños, no se está pensando en niños de ciertas edades, para que se pueda tener más flexibilidad. Pero en este proyecto nosotros intentamos que todo tenga un enfoque específico en las edades, desde la puerta de acceso hasta el mobiliario”, dice Gabriel Askenazi.

El resultado final es una escuela que permite a los niños aprender en libertad, estableciendo sus propios límites y explorando. Está distribuido en tres niveles más una azotea, formada por dos casas conectadas entre sí.

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En la planta baja se encuentra un salón de movimiento, en donde se establecieron juegos que no tienen una forma correcta de usar; pasamanos, escalones, bancos, túneles y más, forman un ambiente en el que los pequeños pueden usar su imaginación para expresarse a través del uso de su cuerpo.

En el mismo nivel está el área administrativa, baños y recepción, en donde el material protagónico es la madera que combina con la estructura orgánica y curvada que predomina en el lugar —adecuada para los infantes—.

En el segundo piso se estableció un salón de clases con jardín, en donde también se puso mobiliario para jugar. En los dos niveles superiores se encuentran terrazas con vistas y una cancha para hacer deporte.

Aunque los pequeños son el eje principal que rigió el diseño, también se buscó mantener la armonía del lugar, por lo que el despacho Sulkin Askenazi decidió hacer a un lado la saturación de colores primarios que suele caracterizar a las escuelas, y decidió usar sólo el tono natural del ébano y roble blanco, además de un tono azul grisáceo. Todo inspirado en la cultura japonesa, describen los arquitectos.

Pero la palabra final la tenían los niños. Quienes más allá de hacer comentarios, aceptarían o rechazaran el uso del espacio. Por lo que, la inauguración de Nia School, fue la estrella en la frente para los encargados del proyecto; “ese fue mi momento favorito. Cuando empezaron a llegar los padres de familia con sus hijos y comenzaron a hacer uso de las instalaciones, vimos que tantas horas y tiempo de diseño fue bien logrado”, dice Jack Sulkin.

“Muchas veces con ellos no tienes una retroalimentación tan directa, pero verlos apropiándose del espacio, experimentándolo de la forma en que pensamos y no pensamos que lo iban a utilizar… los niños la mayoría de las veces se expresan con movimiento y fue mucha satisfacción ver a estos pequeños transitar, subir, escalar y trepar”, agrega Gabriel Askenazi.

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diseño arquitectónico Obra del Año Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación Arquitectura Diseño Mexicano

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