El binomio arquitectura-acero
Por José Picciotto*
*Director de Proyectos en Picciotto Arquitectos
Para la arquitectura, el acero se considera uno de los agentes más importantes en su proceso de desarrollo, debido a que le permitió innovarse y forjar relaciones con otras disciplinas. Un ejemplo son las construcciones actuales: ellas mantienen un estrecho vínculo con el arte moderno y la ingeniería, vínculo forjado por la arquitectura, el cual se vislumbra en múltiples formas y diseños obtenidos gracias al acero.
Existen varios factores que facilitaron este desarrollo generado durante el siglo XIX y XX, pero los más importantes fueron la Revolución Industrial Europea (1760-1840), la necesidad de obtener materiales resistentes para la edificación y la irrupción de las grandes exposiciones arquitectónicas celebradas en París y Londres.
Al utilizarse el acero en diferentes medios, se dio origen a lo que hoy conocemos como modernidad. Por ejemplo, se produjeron los primeros rieles para trenes, los cuales propiciaron la creación de los perfiles de acero que se comenzaron a utilizar en la construcción de enormes edificios que parecía que tocaban el cielo.
Durante el primer cuarto del siglo XX, ya existían demasiadas construcciones con alma de acero, pero no la manifestaban en su imagen o fachada. El Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, es una muestra porque el edificio está recubierto de mármol y granito.
La situación cambió con la aparición de los rascacielos. Estas edificaciones, construidas principalmente en Chicago y Nueva York, aportaron la liberación del acero en las fachadas; participaron, ya no como elemento estructural, sino como piel transparente que separaba el interior del exterior, logrando así estructuras esbeltas. Resultaba sorprendente ver un edificio de enormes dimensiones de altura, porque no existían edificaciones con esas características en siglos pasados.
En la segunda mitad del siglo XX, se logró un gran progreso en la construcción del acero. Dicha mejora consistió en torres con grandes superficies de vidrio transparente y diáfano que marcaron la pauta de lo que sería la gran edificación en altura. Esto, sin duda, no se hubiera concebido sin los avances de la ingeniería estática y la eficiencia de los procesos de transformación del acero.
La relación entre la arquitectura y el acero ha forjado varias aportaciones a la disciplina de la construcción. La primera de ellas es que ha permitido generar diseños, formas y propuestas que difícilmente se podrían lograr con otros materiales. La segunda, genera distintos lenguajes que dan voz a una expresión del diseño, la cual se convierte en un canal de expresión que traza el diálogo entre la obra misma y los diferentes componentes que la integran.
Hoy en día, nos hayamos en un punto importante de inflexión en la historia de la arquitectura: se presenta ante nosotros el binomio arquitectura-acero. La propuesta más eficiente y rentable, porque toma como pilares fundamentales la innovación y los avances tecnológicos.