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A falta de terrenos, los refugiados palestinos construyen hacia arriba

El comité que gestiona el campo de refugiados de Jalazun alerta sobre los riesgos que implica la caótica multiplicación de construcciones, encajadas entre mezquitas, escuelas, tiendas y edificios públicos.
mié 08 abril 2015 12:00 PM
Refugiados palestinos construyen hacia arriba
Refugiados palestinos construyen hacia arriba - (Foto: Abbas Momani/AFP)

El palestino Nael Cherif observa atentamente a sus obreros, que se afanan. Están construyendo la cuarta planta de su casa, una reforma necesaria para dar un poco de espacio a los 43 miembros de su familia extensa que viven con él. 

Cherif sabe que no tiene derecho a contruir más de dos plantas. Por motivos de seguridad, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) prohíbe las construcciones demasiado altas en el campo donde vive, en la Cisjordania ocupada. 

Pero 70 años después de que llegaran los primeros refugiados, varias generaciones viven hacinadas en un espacio que se ha convertido en un laberinto de callejones atestados, y la ONU reconoce que el problema no tiene solución. 

Los padres de Nael llegaron al campo de Jalazun, al norte de Ramala, en 1950. Por aquel entonces, eran 11. 

Ahora, Nael, un padre de familia de 40 años, vive en la misma casa que sus cinco hermanos y sus familias respectivas. Son cuatro veces más numerosos y, para alojar a todo el mundo, han tenido que cometer una infracción. 

"Tenemos un problema de alojamiento. Dormimos amontonados. Yo, por ejemplo, sólo tengo una habitación para seis de mis hijos y otra donde duermo con mi mujer y otros dos hijos", explica. "Como no podemos comprar terrenos fuera del campo, mis hermanos y yo hemos decidido construir dos plantas más". 

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Campos superpoblados

En Jalazun se construye de forma vertical porque es imposible hacerlo de otra manera. El campo está rodeado por la colonia israelí de Betel, que no deja de expandirse. Casi a diario, la cercanía provoca enfrentamientos entre jóvenes refugiados y colonos o soldados israelíes. 

Mohamed Daud, de 23 años, resultó herido tras recibir un disparo en una de esas riñas. Ahora se recupera en Jalazun, en un salón donde instaló una cama. Vive en casa de su abuela Khadija junto a 63 personas. 

La mujer de 60 años ha tenido que mostrarse ingeniosa para alojar a todos: la cochera se ha convertido en una sala de estar y se ha construido una tercera planta. "No tenemos dinero para comprar terrenos en otra parte", explica. 

Hoy viven unas 14,000 personas en Jalazun, frente a las 2,500 registradas en 1950. Sin embargo, la superficie del campo no ha cambiado: 26 hectáreas. 

No hay muchos terrenos disponibles alrededor, y muchos refugiados son demasiado pobres para alojarse fuera de la casa que la ONU asignó a sus familias cuando llegaron, huyendo de los combates posteriores a la creación del Estado de Israel.

El comité que gestiona el campo alerta sobre los riesgos que implica la caótica multiplicación de construcciones, encajadas entre mezquitas, escuelas, tiendas y edificios públicos. 

La situación es similar en los 19 campos de refugiados de Cisjordania, que alojan a unas 226,000 personas, según la UNRWA. 

FOTO: Abbas Momani/AFP

La ONU, 'muy preocupada'

"En 1950, la UNRWA construyó casas con una habitación y una cocina para las familias de cinco miembros, y con dos habitaciones y una cocina para las familias más numerosas", recuerda Mahmud Mubarak, que encabeza el comité que gestiona Jalazun. 

Pero hoy, pese a que "el crecimiento de la población es un enorme problema", la agencia de la ONU no se ha dado cuenta de la gravedad de la situación, acusa. 

Y esas construcciones precarias, sobre casas con cimientos inadaptados, podrían costar vidas, añade Mubarak, que considera que la "mayor parte de los habitantes ya ha construido por encima de las dos plantas autorizadas". 

La UNRWA "está muy preocupada por la superpoblación en los campos, que se suma a los numerosos problemas de los refugiados creando dificultades sociales y económicas", asegura un portavoz, Nader Dagher.  

Sin embargo, según él, no se puede extender el perímetro del campo porque lo impiden las ciudades palestinas de los alrededores. 

En realidad, la UNRWA tropieza, sobre todo, con las colonias israelíes que no dejan de crecer y la cercanía del muro de separación construido por Israel.

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Palestina

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