Sin cambios sustanciales en edificación desde 1985
Se cumplen 30 años del terrible terremoto que sufrió la capital del país, el cual puso en jaque a las autoridades y a la propia ciudadanía al paralizar su infraestructura básica y poner en entredicho la fortaleza de la ciudad.
La respuesta de la sociedad, anticipada a la de las instituciones, motivó un cambio en la reacción de la población ante la adversidad; cuestionó las estructuras de prevención ante desastres, adelantó soluciones y dio fe de la unidad civil.
Ahora tenemos cambios en diversas regulaciones estatales y federales que pretenden disminuir los riesgos ante fenómenos naturales o por falta de precauciones en la construcción de infraestructura y de edificaciones.
Nota: 1985: la Ciudad de México se ha reconstruido sobre sí misma
Se crearon leyes y reglamentos tendientes a proteger a la ciudadanía, como los relativos a la protección civil o a otorgar mayores factores de seguridad durante los procesos de obra a través de los destinados a las construcciones.
Esfuerzos, que si bien han coadyuvado a producir edificios más seguros que los de aquella época, no han servido para fortalecer el servicio civil de carrera y menos todavía en el Distrito Federal, asiento de los poderes federales y de los locales, cada uno con sus propias atribuciones, las que en muy raras ocasiones convergen.
Nota: Claves de la construcción anti sismos
La legislación local obliga a los operarios a utilizar en las obras equipos de seguridad so pena de suspensiones o multas. En las de mayor tamaño se debe contar con programas de protección civil; la mayoría responden a un modelo pero no se aplican en su totalidad. Además hoy existen instancias para su vigilancia, o extorsión por el incumplimiento de lo evidente, pero no para la real trascendencia.
Nota: Construir, una responsabilidad social tras sismos del 85
A nivel federal, se creó un centro de prevención de desastres, que cuenta con trabajos y estudios de avanzada que tratan de convencer a las autoridades estatales de su utilidad, pero que ni en su propia casa (Segob) son atendidos. Un ejemplo es el caso en 2006 de la malograda NOM destinada a la seguridad de las edificaciones.
Los funcionarios han olvidado las enseñanzas del gran sismo, los cambios que generó no han considerado aún la reducción de riesgos de desastres en un contexto de desarrollo sostenible y cambio climático; prevalece la óptica localista y desagregada de diversas oficinas que tratan de atacar o prevenir aisladamente.
Seguimos hablando de calidad de vida sin parámetros objetivos, sin relacionarlos a la disminución de riesgos de desastre o pérdida de vidas, medios de vida o salud, o los medios físicos, económicos, culturales o ambientales de la sociedad en su conjunto.
A 30 años del terremoto en la capital del país seguimos con un reglamento para las construcciones generado en el siglo pasado, aunque publicado en el 2004 al igual que sus normas técnicas, y que ha tenido un proceso de actualización realizado por grupos privilegiados, poco transparente, sin la participación u opinión civil y con una visión tradicional.
La misma óptica prevalece en la planeación urbana de muchas ciudades y del país en su conjunto.
*Franco Bucio es arquitecto, perito, DRO, consultor en normas, regulaciones y capacitación para la construcción. Director de CORPICO. obras@expansion.com.mx