Sobornos y abandono alrededor del mítico estadio Maracaná
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El propietario de la constructora Delta confesó esta semana en Brasil que pagó sobornos para garantizar la participación de su firma en el consorcio al que le fue adjudicado la reforma del Maracaná de Río de Janeiro antes del Mundial de Brasil en 2014, el mítico estadio considerado por la misma selección brasileña de futbol en estado de abandono.
El empresario Fernando Cavendish, que rindió su testimonio el lunes pasado ante el juzgado séptimo federal de Río de Janeiro, cumple una prisión domiciliaria desde junio del año pasado en otro proceso, de acuerdo con la agencia EFE.
El directivo admitió que los sobornos para participar en la modernización del Maracaná fueron exigidos por el entonces gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, del que era un amigo bastante cercano.
Cabral, que purga una condena por corrupción, es acusado de haber cobrado sobornos a todas las empresas que se adjudicaron contratos durante su administración (2007-2014) para construir las obras con las que Río de Janeiro se comprometió tanto para el Mundial de Brasil 2014 como para los Juegos Olímpicos de 2016.
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Cavendish admitió que, tras el pago de la comisión ilegal, la empresa Delta, con una participación del 30%, fue incluida en el consorcio que se adjudicó las obras de remodelación del Maracaná, que era liderado por las constructoras Odebrecht y Andrade Guterrez.
El empresario relató que conversó con el gobernador sobre el interés de su empresa en participar en el consorcio y que Cabral le respondió que había acordado con Odebrecht el pago de una comisión ilegal equivalente al 5% del contrato, por lo que tendría que aceptar esa condición para sumarse al proyecto.
Acusan mal estado del complejo
Según la Fiscalía, la reforma del Maracaná tuvo un valor en un 75% superior al inicialmente previsto, con un costo final de 1,200 millones de reales (unos 387 millones de dólares), pese a que ya había sido remodelado con motivo de los Juegos Panamericanos que Río de Janeiro organizó en 2007.
El jueves, el presidente de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF), Marco Polo del Nero, dijo que la selección brasileña desistió de disputar en el Maracaná su último partido por las eliminatorias sudamericanas del Mundial de Rusia 2018 por considerar que el complejo está "abandonado".
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"El Maracaná aún no está en condiciones de recibir a la selección. Necesitan arreglar los vestuarios, las sillas. Cuando lo tengan en orden, iremos. Realmente está medio abandonado", afirmó en declaraciones a periodistas el presidente de la entidad rectora del fútbol brasileño, según EFE.
Sus actuales problemas en áreas internas y en graderíos obedecen a las divergencias que existen entre los actuales concesionarios del Maracaná y el gobierno regional de Río de Janeiro, su propietario.
El consorcio privado que se adjudicó la concesión para administrar el Maracaná, liderado por la polémica Odebrecht, ha manifestado su intención de devolver el estadio por su supuesto elevado costo de mantenimiento, y el gobierno de Río de Janeiro ha rechazado a los posibles interesados que han aparecido hasta el momento.
Más estadios bajo sospecha
Dirigentes de Odebrecht que han aceptado colaborar con la Justicia en investigaciones sobre corruptelas a cambio de las reducciones de sus condenas admitieron que la mitad de los 12 estadios que Brasil construyó o reformó para el Mundial de 2014 tuvo sobrecostos intencionados por las propias constructoras para desviar dinero.
Los estadios bajo sospecha, además del Maracaná de Río de Janeiro, son el Mané Garrincha de Brasilia, la Arena Pernambuco de Recife, la Arena Castelao de Fortaleza, la Arena da Amazonia de Manaos y la Arena Corinthians de Sao Paulo.