Los esfuerzos de reconstrucción se han extendido por diversas alcaldías de la ciudad, incluyendo Benito Juárez, Coyoacán, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Tláhuac, Tlalpan y Venustiano Carranza. Las intervenciones han abarcado desde pequeños edificios con apenas tres viviendas hasta grandes complejos habitacionales con más de 300 unidades.
La finalización de estas obras ha modificado gradualmente el perfil urbano de la Ciudad de México. Donde antes se veían edificios dañados o espacios vacíos, ahora se alzan estructuras renovadas que combinan la esencia arquitectónica original con elementos modernos de seguridad estructural.
Los nuevos edificios, diseñados con estándares de construcción más rigurosos, representan un cambio visible en el tejido urbano de la ciudad, simbolizando la resiliencia y adaptación de la capital ante los desafíos sísmicos.
La transformación es particularmente notable en zonas como Tláhuac, donde grandes unidades habitacionales como El Porvenir 226 y Gitana 243 han sido completamente renovadas, y en colonias emblemáticas como la Roma y la Condesa, donde la reconstrucción ha buscado preservar el carácter histórico de los edificios mientras se mejora su seguridad.