4 HKS Arquitectura para la bioseguridad

Una clave en el diseño de InDRE fue el intercambio de información con su par en Estados Unidos.
Ricardo Rondon - (Foto: Retrato por Israel P. Vega/ Jorge Garaiz)

La aplicación de la experiencia internacional del despacho de arquitectura HKS, permitió implementar estrategias de sostenibilidad y seguridad muy específicas en la edificación del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE),  cuestión que le valió estar dentro de las 10 firmas de arquitectura con proyectos innovadores en el país. 

Su filosofía es “crear espacios que faciliten las actividades”.  De ahí que desde el inicio consideren una planeación integral mediante servicios completos de arquitectura y diseño de interiores. 

El instituto, ubicado en Mixcoac, es el más grande dedicado a la bioseguridad y la investigación epidemiológica en México, por lo que cuenta con altos esquemas de bioseguridad, y sistemas de control de aire, temperatura y accesos. 

En este proyecto, HKS dio mayor rango a la zona sur poniente porque, explica el arquitecto Ricardo Rondón,  fue la más adecuada para ubicar los laboratorios de bioseguridad, y les permitió aprovechar asoleamientos naturales.

Esa ubicación dio jerarquía  a la doble fachada que envuelve el edificio, y que se convierte al mismo  tiempo en uno de los elementos estéticos más distinguidos de la edificación.

En el proyecto trabajaron cuatro instituciones de investigación y diseño, que son parte de HKS, y se implementó una estrategia sustentable y de aprovechamiento de materiales, espacios y tecnologías, lo que representó una oportunidad para proponer una nueva forma de trabajo que puede ser exportable.

Para su eficiencia se consideró el aprovechamiento energético a través de sensores de presencia y uso de luz natural, automatización de sistemas,  y dispositivos ahorradores de agua.

Para balancear el suministro de aire acondicionado se utilizaron modelos electrónicos innovadores.

El ‘corazón’ del proyecto está en el nivel tres, explica Ricardo Rondón,  pues ahí se trabaja con virus de alta peligrosidad. 

Ahí se utilizaron muros de concreto de loza a loza y adicionalmente materiales resistentes a la humedad. Y de igual forma se implementaron estándares de bioseguridad similares a los que utiliza el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos, el que incluso dio el visto bueno a las instalaciones de México.

Por su importancia, y en caso de epidemia, este edificio debe de funcionar las 24 horas del día, por lo que se aseguraron de respaldar la sistematización con disposiciones de seguridad de datos.

 Sobre la eficiencia de operación del edificio, el diseño  se enfocó  en la intercomunicación de los diferentes niveles de bioseguridad, por lo que el laboratorio contenido está en una isla en medio, con circulaciones alrededor.

La eficiencia de costos de operación de este ambicioso proyecto se reflejó desde la selección de materiales, asegura Rondón, quien admite que como obra de gobierno representó limitantes en cuanto al tema de mantenimiento, por lo que  “tuvo que ser una selección que permitiera una performance adecuada y una correcta manutención a lo largo del tiempo”.