Planeación urbana.... ¿con perspectiva de género?
NOTA DEL EDITOR: Este contenido se publicó originalmente en la edición El largo camino hacia El Tren Maya de la revista Obras, correspondiente a diciembre-enero 2018-2019.
El camino más corto no siempre es en línea recta. No, si ese trayecto directo implica cruzar un parque por la noche o utilizar un paso peatonal a desnivel. Al menos, no para 51% de la población mexicana: las mujeres, quienes más caminan la ciudad o usan el transporte público, pero también las que más obstáculos encuentran a la hora de utilizar el espacio.
"Los sistemas de movilidad de las ciudades nunca han tenido en cuenta los usos del transporte que hacemos las mujeres. Y luego está el tema de seguridad", advierte Angustias Bertomeu, presidenta de la asociación española E-mujeres.
El problema va más allá, apunta José Luis Gutiérrez Brezmes, director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana.
El académico sostiene que es necesario hablar de ciudades inclusivas para todos: mujeres, niños, adultos mayores o personas con discapacidad.
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"El entorno urbano es el escenario donde se desarrolla la sociedad y, tomando en cuenta que es diversa y que queremos ser equitativos e incluyentes, debemos considerar esta perspectiva. Si no, estamos fallando", sostiene el académico.
En especial, si se tiene en cuenta que incorporar esta perspectiva para tener ciudades más seguras y amigables no es costoso, ni siquiera difícil.
Bertomeu, quien también es miembro de la junta directiva de la federación de empresarias Business Profesional Woman (BPW Spain), señala que a veces solo es cuestión de podar árboles o iluminar con tecnología led.
"En España, algunos municipios están haciendo mapas de seguridad, en los que se trabaja sobre el plano de la ciudad y se pregunta a las mujeres qué zonas perciben como las más peligrosas. Y se pueden ver soluciones", apunta.
Así, por ejemplo, un municipio detectó que lo que hacía que un parque se vaciara a las 6 de la tarde en invierno, cuando anochece antes, era la percepción de inseguridad que tenían los vecinos.
"El ayuntamiento lo iluminó mejor y lo incluyó en el recorrido de la patrulla policial. Poco después se empezó a llenar de gente, no solo de que tenían los vecinos. El ayuntamiento lo iluminó mejor y lo incluyó en el recorrido de la patrulla policial. Poco después se empezó a llenar de gente, no sólo de mujeres. Ahora lo aprovecha toda la comunidad", detalla.
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Carmen Panadero, directora del máster de Desarrollo Inmobiliario de IE University y fundadora y vicepresidenta de la organización de mujeres inmobiliarias Women in Real Estate Spain (Wires), pone otro ejemplo: las calles donde no hay edificios con usos comerciales y todas las plantas bajas son edificios de viviendas hace que, a partir de cierta hora, exista una sensación en el transeúnte de que no hay ningún lugar donde resguardarse en caso de ser necesario.
"El hecho de potenciar las ciudades con usos mixtos, vivibles abajo, también es un factor de seguridad", opina. La especialista pone el foco en que muchas iniciativas no cuestan un solo peso.
"Las medidas pasivas son gratis, solo están en la cabeza del urbanista y del arquitecto. Por ejemplo, eliminar obstáculos visuales. O que las plantas bajas tengan una activación forzada desde la normativa urbanística para que haya vida en estos espacios a pie de calle, al menos durante las principales horas del día. Y, para ello, hacen falta banquetas anchas, que disfrutan todos, no sólo la mujer", agrega.
Apostar por la planeación
El otro factor clave es aprovechar mejor la infraestructura existente. Lorena Sicilia, arquitecta, urbanista y académica del Tec de Monterrey, destaca el uso de los Centros de Transferencia Modal (Cetram) en la Ciudad de México.
Las zonas aledañas a estos puntos de intercambio de transporte deberían caracterizarse por la presencia de servicios, como supermercados. Sin embargo, la mala planeación los convierte en puntos inseguros y con altas tasas de robos y violencia, señala.
Gutiérrez Brezmes insiste en el papel de las autoridades y en la necesidad de dejar claro desde la normatividad cuáles son los atributos mínimos de calidad en el espacio de uso público. "Tenemos reglamentos de construcción en mayor o menor medida correctos, pero en cuanto a una norma o una ley que obligue a cada funcionario al frente de una delegación o municipio a tener ciertas características en todo lo que se construya en el plano urbano, eso nos falla", opina.
En este reparto de responsabilidades, Sicilia apunta a una medida sencilla: el mantenimiento. El problema, agrega la especialista, es que una cosa es lo que está en el papel, sobre el diseño, otra la que se ejecuta y otra la que se vive día a día, después de la inauguración del espacio.
"Mucha gente prefiere ir a un lugar cerrado porque se siente más segura. Porque el parque o el espacio público no tiene luz, se robaron las luminarias o no ha tenido mantenimiento en la poda", afirma. "Un espacio que desde el primer día pudo estar diseñado con toda la intención de ser incluyente, termina siendo un problema, cuando el mantenimiento es una medida de bajo costo y alto impacto".
Dos ciudades-caso
Nagareyama, Japón
Esta ciudad nipona de 183,500 habitantes, que forma parte de la zona metropolitana de Tokio, ha encontrado en la planificación urbana una forma de ayudar a las familias a conciliar vida familiar y su carrera.
El Banco Interamericano de Desarrollo, en su estudio Ciudades inclusivas. Productividad urbana a partir de la igualdad de género, recoge su caso, del que destaca:
*El municipio desarrolló un servicio de autobús escolar, el que va desde y hasta las estaciones de tren, para que los padres puedan dejar a sus hijos de camino al trabajo.
*Ofreció subsidios para ubicar negocios en zonas comerciales vacantes, para promover el desarrollo local, que en gran medida es aprovechado por mujeres que acaban de ser madres y quieren volver a la vida laboral.
Castellón, España
Muchas ciudades europeas han comenzado a incorporar en sus planes generales de desarrollo urbano la perspectiva de género. El de Castellón es uno de ellos. El plan de la ciudad incluye:
*Bajo la lógica de que las mujeres hacen más recorridos cortos a pie y suelen llevar bolsas o carreolas, la propuesta es impulsar la peatonalización de zonas del centro histórico, donde se concentran colegios y parques. Esto, además, facilita la autonomía de los más pequeños.
*Más iluminación y visibilidad en las calles. De hecho, en ciertas zonas peatonales no se eliminarían totalmente los coches para evitar la sensación de inseguridad ante la falta de movimiento en la zona.
*Transporte público próximo: pensar en flujos que tomen en cuenta recorridos hacia colegios, centros de salud y comercios.