“Ha sido parte del icono en el sentido que desde hace como tres o cuatro años se planteó como uno de los temas centrales para disminuir o erradicar la migración, pero desde mi punto de vista ha sido sólo eso, un icono, una estrategia que trata destacar el reto de disminuir o evitar la migración”, explica a Obras José María Ramos, especialista del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
A esta propuesta se le atribuyen una gran cantidad de votos en las pasadas elecciones a la presidencia de Estados Unidos, por lo que se convirtió en un estandarte de su administración.
Sin embargo, la medida se encontró con visiones en contra no sólo por diferencias políticas e ideológicas, sino por su función; “el muro fronterizo es muy fácil de burlar, nada más recordemos la estrategia de construir túneles, por debajo pueden pasar drogas y hasta personas”, explica a Obras Raúl Benitez Manaut, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Una valla que bloquee la entrada no sería ni es, la solución para disminuir considerablemente el flujo migratorio entre ambas naciones, agrega el experto.
Además, la mayoría de los estados fronterizos están regidos bajo un gobierno demócrata, por lo que no se ha logrado avanzar con el proyecto, excepto por Texas y Arizona, pero en el caso del primer estado los alcaldes también son de oposición; "hay muchas ciudades santuario y esto le impide a Trump tener colaboración con las autoridades locales para perseguir a migrantes". detalla.
Mientras que en Tijuana y San Diego, en donde hace 20 años era por donde se cruzaba cerca de 60% de migraciones irregulares en Estados Unidos se ha fortalecido una serie de rejas que ya hacen la función del muro, añade José María Ramos.
En segundo lugar, los costos de construir una estructura de 3,200 kilómetros de largo, medida de la frontera con México, resultaron insostenibles. El congreso de Estados Unidos que tiene como mayoría a demócratas opositores a Trump, rechazó otorgar el presupuesto necesario para su edificación, lo que dio pie a uno de los bloqueos económicos más largos de la historia del país.
Sin embargo, los funcionarios continuaron reacios al financiamiento, por lo que Trump recurrió a otras estrategias para cumplir su promesa de campaña. Desde 2017 se asignaron alrededor de 15,000 millones de dólares para construir 1,110 kilómetros, usando dinero del Fondo de Confiscación del Tesoro, Defensa y Seguridad Nacional. Además, en 2019 se declaró emergencia nacional para desbloquear dinero de los fondos federales sin tener que pasar por la aprobación del Congreso.