Tan solo en las pistas de aterrizaje, se necesitarán en total tres millones de metros cuadrados de concreto hidráulico, por lo que el gobierno mexicano recurrió a cinco de las empresas cementeras más grandes en el país: Cemex, Fortaleza, Moctezuma, Holcim y Cruz Azul.
La estrategia busca cumplir tres objetivos: no detener la obra en caso de dificultades con algún proveedor, garantizar precios bajos y acelerar la construcción del aeropuerto.
La obra planea ser inaugurada a inicios de 2022, por lo que la presión para las empresas productoras de materiales es igual de grande que para la Sedena. “Estamos trabajando al interior del campo militar, tenemos suministros simultáneos de cada insumo, y las obras avanzan sin contratiempos aún con afectaciones por concepto de lluvia, sobre todo”. dice Gustavo Vallejo, en entrevista con Obras y Expansión.
Pero este tipo de presión no es nueva para compañías como Holcim, quienes trabajan manera frecuente con grandes obras y conocen la urgencia de su realización. “Todas las obras de infraestructura tienen eso. Y tú puedes ganar muy lindo, pero detrás de ti tienes una presión enorme por avanzar. Nosotros estamos preparados. Tenemos experiencia y capacidad económica para alcanzar esa presión y dar lo que requiere el proyecto”, explica Francisco Javier Shwortshik, director comercial de Holcim México.
El directivo destaca que está de acuerdo con el esquema de contratar a varios competidores para suministrar el material, ya que genera un aporte más grande al desarrollo del país.
Para Cooperativa Cruz Azul, que actualmente se encuentra envuelta en conflictos relacionados con la salida de Guillermo Álvarez, director de la empresa durante 32 años —acusado de lavado de dinero—, cumplir con los pedidos no ha sido sencillo.