Así fue que se integró un cromatismo verde y blanco acompañado por tonos lilas de las magnolias, matices dorados y cafés que se mezclan con el entorno de la vegetación propia de la región y se combinan con las obras de arte que hay en el inmueble. “El piso es de tres tonos de verde y dos tonos de amarillo para que el amarillo compense un poco la frialdad del verde, porque el verde es frío, y los amarillos y cafés son cálidos, entonces, se logra una especie de tetris artesanal”, afirma Díaz Borioli.
La iluminación es otro componente muy importante porque da los matices para crear un ambiente romántico, pero el arquitecto comentó que en una segunda etapa del proyecto se incluirá una nueva iluminación en el jardín que hará una atmósfera más íntima, para recrear una especie de sinfonía, ya que incluso mencionó que Thierry Blouet generó un nuevo puesto que se llama “director de orquesta”, que es el encargado de supervisar las cortinas, las luces, la música, las flores y que todo el restaurante se observe armonía.
Por ello, también el despacho de arquitectura tuvo cuidado en cada detalle, como elegir los materiales adecuados para hacer un entorno agradable para convivir en una comida o en una cena, ya sea familiar, con amigos o de negocios. Así, en este restaurante se puso cancelería de hierro estructural trabajado por un herrero artesanal y se incorporaron vidrios biselados que muestran reflejos fragmentados.
En tanto que para el mobiliario, se reutilizaron las sillas y se retapizaron con respaldos que tienen un estampado de flores del códice badiano (el cual es una lista prehispánica de plantas medicinales), se integraron sillones de rattan, así como lámparas de fibras naturales, en sintonía con la naturaleza del jardín y el aspecto artesanal.