Beijing 2008 deja un legado de 'elefantes blancos'
Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 internacionalizaron a la ciudad y la dotaron de infraestructura, pero su legado se desvaneció con el tiempo, como ocurrió con el Estadio Olímpico y el Cubo de Agua.
La difícil readaptación de estas obras a los años "de resaca" posteriores al evento deportivo, así como la contaminación y los problemas sociales, provocaron que las instalaciones deportivas como el Parque Olímpico sean utilizadas una veintena de veces en los últimos cinco años.
Actualmente, la ciudad asiática cuenta con mejores infraestructuras de transportes, más rascacielos y millonarios estadios que superan a las de aquella fecha histórica del 8 de agosto de 2008.
El Estadio Olímpico:
'El Nido' de Herzog & de Meuron no suele acoger más de uno o dos partidos de fútbol por año (el próximo sábado, para conmemorar el aniversario, jugarán en él leyendas brasileñas como Romario, Bebeto o Zico), aunque se espera que recupere sus galas en 2015, con el Mundial de Atletismo.
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El equipo de fútbol local, Beijing Guoan, prefiere disputar sus partidos en el céntrico Estadio de los Trabajadores, más cerca de sus aficionado. Incluso, la selección china, que no jugaba en la capital desde hace una década, escogió esta sede más modesta para su retorno a la capital el pasado junio, ante Holanda.
El Cubo de Agua:
En esta obra deportiva, ubicada al lado del Estadio Olímpico, los aficionados vieron a Michael Phelps ganar ocho medallas de oro; todavía es un imán de turistas, pero en su interior apenas hay competencias deportivas.
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La obra es más popular por albergar un parque acuático con toboganes para niños, y porque sus trampolines acogieron este año una versión china de los concursos en los que los famosos se lanzan al agua.
Símbolos que sobreviven
La bandera olímpica todavía es visible en algunas calzadas que tenían un 'carril olímpico', entonces reservado para periodistas y atletas.
El aeropuerto es el que más tráfico aéreo recibe actualmente en el mundo; su estilo es más cosmopolita que entonces. Además, los rascacielos, mezclados con palacios imperiales y el aire rural de sus calle tradicionales, mantienen a Beijing como una ciudad muy digna de ver.
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