Un campesino reconstruye una parte de la Muralla China
El campesino Yang Yongfu gastó 800,000 dólares en restaurar y convertir en un sitio turístico "privatizado" varios cientos de metros del extremo de la Gran Muralla China ubicado en el noroeste del país asiático. La parte que restauró estaba en ruinas, así como otras secciones del resto de la muralla.
La Gran Muralla se extiende por miles de kilómetros, desde Shanhaiguan, en la costa este del país, hasta Jiayuguan, en las arenas azotadas por el viento, en el borde del desierto de Gobi. Su construcción se inició en el siglo III antes de Cristo, pero aún se estaba edificando durante la Dinastía Ming (1368-1644).
En algunos lugares la construcción está tan destruida que las estimaciones de su longitud total varían entre 9,000 y 21,000 kilómetros, dependiendo de si incluyen o no los sectores que faltan.
Mano de obra China
En el 2000,Yang Yongfu comenzó a reparar la edificación, siguiendo las técnicas tradicionales de mampostería. Ahora, 790 metros de pared ocre corren a partir de una pequeña fortaleza desde una llanura pedregosa, serpenteando hacia arriba sobre una ladera desnuda en medio de varias torres de vigilancia.
Todo comenzó en 1999, contó Yang, cuando las autoridades locales pidieron a los residentes renovar la Muralla, y los funcionarios le dieron autorización para hacerlo. Consiguió el dinero de ahorros y préstamos de familiares.
Construida con ladrillos, la pared tiene alrededor de 4.5 metros de altura y está coronada con almenas.
"La gente pensaba que la renovación de la muralla era tarea del gobierno", dijo Yang. "Me sorprendió el éxito que tuve. Pero esto también podría considerarse un acto de patriotismo".
Yang estableció una zona de ingreso para los turistas, con un sitio para aparcar y un estanque de peces, y su esposa Tao Huiping cobra los 25 yuanes (USD 4) de admisión en una mesa al aire libre.
Los estragos de la muralla
En las últimas décadas, la muralla ha sufrido los estragos de los campesinos, que roban sus piedras para edificaciones, y de las constructoras, que la atraviesan con carreteras y vías de ferrocarril.
Algunos de los daños más graves se produjeron durante los disturbios de la Revolución Cultural (1966-76). Pero con el crecimiento económico de China el gobierno puede darse el lujo de asumir la carga de la restauración.
El Partido Comunista, por otra parte, usa el nacionalismo para reforzar su reivindicación de un derecho a gobernar, y en los últimos años, las autoridades se han vuelto más firmes en su papel de custodios de los símbolos de China, desde los monumentos históricos hasta los pandas gigantes.
Una ley de 2006 dio al gobierno el derecho exclusivo de gestionar reliquias nacionales, lo cual vuelve ilegal el proyecto de Yang.
Su negocio sigue funcionando, pero ya se ha reunido con las autoridades locales para negociar la transferencia de los derechos del muro, aunque no han podido llegar a un acuerdo.
"No he recibido ningún tipo de apoyo por parte del gobierno y me acusa de construir una pared falsa. Eso es lo que me hace enojar", dijo Yang.
En una de las secciones más populares de la Gran Muralla, en Badaling, al norte de Baijing, se puede ver a decenas de miles de turistas chinos durante los días festivos.
Pero incluso con 20,000 visitantes al año, el sitio de Yang dista mucho de ser un negocio viable: al otro lado del valle, un lugar oficial catalogado como Patrimonio de la Humanidad ofrece visitar 7.5 kilómetros de la Gran Muralla.
Yang admite que aún debe un millón de yuanes. "He llorado de desesperación", dijo, pero "no me arrepiento de nada".
El director de patrimonio cultural de Jiayuguan, Ye Yong, explicó que la obra de Yang fue aprobada en un contexto particular. "Fue en un momento único en el que el gobierno no tenía suficiente dinero para renovar o proteger su patrimonio", dijo.
"Pero en el futuro, con las nuevas leyes y reglamentos sobre la protección de reliquias culturales, las personas ya no podrán hacer renovaciones por sí mismas".