5 aspectos poco conocidos del Palacio de Minería
Poco más de 217,000 pesos fueron originalmente aprobados para la edificación de este magnífico recinto, destinado a albergar un nuevo Colegio de Minería. Ese monto quedaría muy rebasado luego de más de 16 años de trabajos que culminarían, sin bombo y sin platillo, dado que la Guerra de Independencia agotaba el dinero del virreinato.
Su arquitecto, quien también tuvo que aceptar la finalización forzada de la Catedral Metropolitana, era el valenciano Manuel Tolsá y Sarrión.
1. Minería no inició en Tacuba 5
La idea que llevaría eventualmente a su construcción surgió formalmente en 1778, luego de algunos años de iniciativas para consolidar la preparación de especialistas en metalurgia, área de gran lucro para la Corona española.
Consta en los documentos que guarda la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que la "erección de un Seminario para la educación y la cultura de la juventud destinada a las Minas y el adelantamiento de la industria en ellas" era la propuesta del Cuerpo de Mineros, previamente establecido.
República de Guatemala número 90, sede del Seminario de Minas. FOTO: Tomada de unam.mx
Fundado por fin el Real Seminario de Minería, inició su vida académica hasta el 7 de enero de 1792, pero no lo hizo en el bello edificio que conocemos. La primera sede fue una casa arrendada "contigua al Hospicio de San Nicolás, de magnífica arquitectura barroca, que se encuentra en la calle de Guatemala y a la que en la actualidad le corresponde el número 84" (en realidad # 90), como señala el apartado Vicisitudes de la construcción, publicado en el sitio oficial del Palacio de Minería.
Manuel Tolsá y Sarrión. Retrato por Rafael Ximeno y Planes. FOTO: Tomada de Flickr /Jicito
El siguiente año, un terreno llamado Nilpantongo, frente al Hospital de San Andrés (donde se encuentra el Museo Nacional de Arte), le fue vendido al Real Tribunal de la Minería para instalar una escuela propia. El proyecto del nuevo plantel fue ganado en concurso por el ya conocido arquitecto Manuel Tolsá.
Las obras comenzaron en 1797 y para 1811, iniciaron los cursos: "Con el edificio ya ocupado y en funciones, los trabajos para terminarlo continuaron hasta el 3 de abril de 1813, fecha en que se hizo la última anotación en el libro de la obra. El costo de la construcción, hasta entonces, ascendía a la cantidad de 904,973 pesos y 7 reales", recoge la historia oficial del lugar.
2. Su diseño tiene nociones antiguas y modernas
El estilo neoclásico vivía su mejor momento al final del siglo XVIII. El diseño de la fachada principal del Palacio, sobre la entonces calle de San Andrés (hoy Tacuba), se apegó a la reinterpretación de los elementos griegos.
Tolsá manejó la inescapable simetría delimitada entre dos calles y marcada por la sucesión de ventanas en sus tres fachadas. En la planta baja utilizó arcos centrales entre columnas dóricas que apoyan un friso donde se halla la identificación del inmueble. A izquierda y derecha, dos accesos secundarios e idénticos coronados por frontones curvos partidos.
El segundo nivel arranca desde una balaustrada corrida, donde tres ventanas son coronadas por el frontón principal, soportado por columnas jónicas. Sobre este, el tercer nivel —el más moderno por su sencillez— muestra cinco ventanas. Es el más corto y es culminado por una segunda balaustrada con macetones rítmicamente colocados y un remate como porta estandarte. El material predominante dentro y fuera es la cantera gris.
Escalera principal bajo la bóveda construida en 1880. FOTO: Tomada de Flickr/Héctor Ferreiro
"Una arquitectura nueva se estaba implantando, y el Colegio Nacional de Minería es una bella muestra de las nuevas tendencias...", dice el libro México en el Tiempo. El propio Tolsá decidió suprimir la gran cantidad de decoraciones que era acostumbrada en la Nueva España. Decidió ser más racional y montar los elementos constructivos sin filigranas ni adornos, rompiendo con los cánones. Su 'rebeldía' fue criticada y calificada de insípida.
3. Fue cuartel y 'pidió posada'
En 1830, ya en el México independiente, se iniciaron reparaciones mayores derivadas del rápido asentamiento que solían sufrir los edificios coloniales en la entonces poco extensa Ciudad de México. En tanto se terminaban los arreglos, el colegio tuvo que residir de manera temporal en el elegante pero más reducido Palacio de Iturbide, con dirección en San Francisco número 12 —hoy Madero 17—. Ahí se alojó hasta que las obras concluyeron en 1834, volviendo entonces a ocupar el plantel renovado.
Palacio de Iturbide a fines del siglo XIX. FOTO: Tomada de library24.library.cornell.edu
Pero quizá la mayor pena que sufrió fue en septiembre de 1847, cuando la Ciudad de México quedó tomada por el ejército de Estados Unidos. Minería padeció la incomodidad de ser ocupado como cuartel por algunos meses, aunque las clases prosiguieron en paralelo. Sin embargo "Los invasores hicieron desaparecer muy valiosos documentos, ya sea destruyéndolos o apoderándose de ellos...", subraya la reseña de la Facultad de Ingeniería.
4. Se reinventó... muchas veces
Desde que se entregó la nueva sede, los problemas aparecieron. Ni Tolsá, ni Esteban González —el administrador de la obra—, ni el director del Colegio, Fausto de Elhúyar, habrían pensado que la masiva construcción sería desafiada por el subsuelo lacustre.
Palacio de Minería hacia 1840. Tomada del libro México en el Tiempo. FOTO: Cortesía Archivo Prieto Soldevilla
El año de su conclusión Tolsá solicitó dinero para un arreglo menor que se autorizó hasta 1816, poco antes de su fallecimiento. A cargo de otros constructores, vendría una serie de reparaciones y mejoras de todo tipo.
Como ya se comentó, hacia 1830 mostró agrietamientos y desplomes de cierta alarma que obligaron a desalojar a catedráticos y alumnos. El lugar se salvó, literalmente, gracias a la capacidad de Antonio Villard, "difiriendo de otros arquitectos y constructores partidarios de la demolición". Éste debió colocar contrafuertes para "contrarrestar el desplome de las paredes de los patios posteriores."
Sería hasta 1867 que el Colegio se transformó en Escuela Nacional de Ingenieros, aunque se le siguió conociendo como "Minería". En el libro México en el Tiempo puede verse también el desaparecido camellón que estuvo sobre Tacuba, ahora parte de la Plaza Tolsá. Al pie de foto, se indica: "puede apreciarse el aspecto de la Escuela de Minería, fraccionada ya para dar cabida a la Secretaría de Agricultura..." Aquella dependencia llegó en 1892, pero ya había estado ahí el Ministerio de Fomento que modificó el edificio.
Palacio de Minería en 1913, ya con el Palacio de Correos a su derecha. Tomada del libro México en el Tiempo. FOTO: Cortesía Archivo Prieto Soldevilla
Al mudarse la Facultad de Ingeniería a Ciudad Universitaria, se conservó el Palacio para usos múltiples. De 1962 a 1976 se realizó la reestructuración —con recimentación incluida— más relevante y profunda, así como una restauración histórica que recuperó elementos originales ya perdidos. En ella se rescataron espacios significativos como la antigua capilla interior y el Salón de Actos, Cámara de Diputados sustituta entre 1909 y 1911. A partir de estos trabajos, se estableció un Patronato de Restauración del Palacio de Minería, encargado de su conservación.
El 27 de agosto de 1979, la escultura más célebre de Tolsá, "El Caballito" quedó asentada frente al edificio, cuarta ubicación desde que fue develada en pleno Zócalo. Minería está inscrito en el polígono declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.
5 Tiene casi tantas actividades como piedras
También fue en el año de 1979, que la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM convocó a la primera Feria Internacional del Libro. El pasado marzo de 2015 se realizó la edición XXXVI y reportó un flujo de visitantes cercano a 150,000 en casi dos semanas.
Pero Minería cuenta con un acervo propio de alrededor de 300,000 volúmenes que guarda en su espectacular Biblioteca Antonio Alzate. Los libros más abundantes tocan todas las ramas de la ingeniería, así como la historia y la arquitectura. Entre las piezas únicas se encuentran planos urbanos de diferentes obras de la Ciudad de México, como señala Arturo Páramo, en una nota de 2013 para el diario Excélsior.
Tomada de Flickr/ Héctor Ferreiro
Otra de las ofertas culturales emanadas de la propia Facultad es la Orquesta Sinfónica de Minería, creada en 1978, y que actualmente se encuentra considerada una de las mejores en el país.
Además, el Palacio alberga a la División de Educación Continua de la Facultad de Ingeniería que se encuentra equipada con espacios que van desde laboratorios hasta auditorios e instalaciones para videoconferencias. En la antigua capilla se realizó el rescate artístico de los frescos de Rafael Ximeno y Planes, artista contemporáneo de Tolsá, así como la conversión de este espacio a auditorio.
También ubicado entre sus muros, instituido en 1999 y reabierto apenas en enero de 2015, el Museo Manuel Tolsá contiene 150 piezas que repasan la vida y obra del arquitecto que dio vida a este lugar. La ininterrumpida labor académica de Minería llega hoy a 202 años y el Palacio continúa escribiendo su historia.