Zaha Hadid, una arquitecta desobediente
Al preguntarle si definía su arquitectura como femenina, Zaha Hadid, respondió con un rotundo “no”. “Nunca quise imitar a los hombres ni satisfacer a nadie. No me considero obediente y quizá sea ése el motivo por el cual no era muy aceptada en ciertos círculos profesionales”, agregó durante una entrevista exclusiva para la Revista Obras en 2011 la creadora fallecida este jueves a los 65 años de edad.
En aquel entonces la profesionista británico-iraquí habló para la edición 465 de Obras sobre su único amor: la arquitectura, por el cual pagó el precio del esfuerzo del esfuerzo profesional y personal, por ir en contra de su entorno.
“De joven, cuando estudiaba en Suiza, retó a quienes la criticaban por su origen acomodado y extranjero. Hoy como arquitecta no ha dejado de retar a la ley de la gravedad con sus edificios que por momentos parecen flotar; ni a los estereotipos de una alta sociedad global a la que se enfrenta con el glamour de una celebrity que viste de Prada, pero con la supremacía intelectual de la mujer que asume su desinterés por los peinados y el maquillaje”, publicó la revista en ese momento.
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La arquitecta contaba en ese momento que cuando comenzó a estudiar “decían que las mujeres no estaban dotadas para la arquitectura porque nuestra cabeza no puede pensar en 3D. ¡Qué clase de disparate es ése! A mí solían decirme que lo hacía bien para ser mujer”.
Señalaba que desde entonces, la percepción había cambiado mucho en su profesión, aunque la relación hombre-mujer seguía sin normalizarse en lo laboral, de lo cual ambas partes eran responsables. “Sigue siendo complicado a veces con los clientes”.
¿Ser mujer es aún una batalla?
Hace poco estaba en Nueva York, comiendo con Richard Armstrong, director del museo Guggenheim. Me citó en un club exclusivo para hombres, así que subí a la planta correspondiente y un hombre apareció en medio de la nada y casi me ataca diciendo que yo no podía estar allí. Al abandonar el edificio, las mujeres tienen prohibido utilizar las escaleras, sólo nos permitían tomar el ascensor para que no nos paráramos en una planta determinada. Me choca que estas actitudes aún existan. Haga lo que haga como mujer todavía tengo vetada la entrada a ciertos círculos. No puedes luchar contra ello.
Zaha confesaba que hacía arquitectura “todo el día” y que incluso soñaba con la arquitectura. “Es muy emocionante a la vez que agotador, pero estoy demasiado metida como para abandonarlo”.
La arquitecta, quien también participó en el mundo académico como profesora en universidades como Harvard y Yale, aseguraba que más que el talento, las verdaderas claves del éxito son el esfuerzo, la constancia y la práctica.
“Hablando como profesora universitaria, he visto a estudiantes con talento fracasar y a estudiantes más mediocres que se han labrado una carrera interesante a base de esfuerzo”, dijo.
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Una ¿'arquistar'?
Hadid explicaba en la charla que aquello que deseaba transmitir con su su trabajo dependía de cada proyecto; sin embargo, no perdía de vista nunca la relación entre lo creado y la persona.
“La forma en la que construyes los edificios hace que la gente se pregunte por cómo lo has logrado. Antes la gente iba a iglesias y catedrales para rezar, pero también se maravillaban por tener una relación especial con el edificio. Esto sigue existiendo hoy en día”, comentó.
¿Qué cosas la inspiran?
En los últimos 20 años me he sentido atraída por el paisaje. He pasado de la fragmentación a una morfología más fluida. Evidentemente, con la influencia de la tecnología y la geometría. El suprematismo ruso lo reducía todo a la abstracción para, a partir de ahí, crear un mundo nuevo. Este tipo de experimentación tuvo una gran influencia en mis dibujos porque no se trata sólo de la presentación sino de la exploración. El arte influye mucho, aunque la diferencia principal con la arquitectura es que en ésta tienes que pensar en la funcionalidad. La pintura, a pesar de ser un medio extraordinario, es menos compleja en este sentido. A pesar de que la arquitectura es la parte más floja, Blade Runner (Ridley Scott, 1982) es una película que logra crear un mundo completamente nuevo. Entre mis referentes artísticos también se encuentran Anish Kapoor, Damian Hirsch, Andy Warhol y los suprematistas.
¿Zaha Hadid es ya una marca?
A veces utilizan la palabra ‘arquistar’ (starchitect), lo cual es una contradicción porque yo no me defino como tal. Son víctimas de sus propias palabras. Yo no quería ser un ‘arquitecto estrella’ y el hecho de serlo no significa que no trabajes duro. Es como decir que un actor famoso es un mal actor. Creo que la atención que los arquitectos acaparamos ahora es buena para la profesión y eso es lo único que me interesa. Hoy en día, hay mucha competencia, el nivel ha subido. En cualquier parte del mundo encontramos proyectos interesantes.