Crear espacios vivos, la misión de Urban Landscape
Enrique Abaroa, fundador del despacho Urban Landscape, se declara un eterno enamorado de Monterrey, su ciudad adoptiva. Aunque nació en Guadalajara, ha realizado la gran mayoría de sus obras en la capital regiomontana y, entre su catálogo, están la segunda fase del famoso Parque Fundidora y el Canal de Santa Lucía, iniciada en 1986 y que continúa su rehabilitación.
Abaroa cuenta que la arquitectura resiliente le interesa desde su época de estudiante, cuando pocos proyectaban los exteriores. Por eso se especializó en arquitectura de paisaje y se lanzó a recuperar espacios urbanos, algo que considera fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas y generar un cambio positivo en el país.
Urban Landscape ocupa la posición nueve del ránking Diez Despachos de Obras Generadores de Cambio .
"Siempre pienso en cómo lograr que sean espacios vivos, que congreguen personas. Que sean lugares donde la gente pueda pasar parte de su tiempo libre e incremente su calidad de vida", dice.
Con esta premisa, en 1991 decidió contribuir a la configuración de un parque de gran alcance, que hoy es la principal reserva ecológica de Monterrey.
El lugar donde está el Parque Fundidora se encontraba en estado de abandono. Además, el entorno urbano del barrio antiguo y las colonias del centro de la capital neoleonesa necesitaban un impulso; requerían un proyecto que pudiera conectar la MacroPlaza con la Fundidora. La solución de Urban Landscape fue construir un canal fluvial, que no atraviesa ninguna calle y que cuenta con amplios andadores peatonales a los lados.
Diálogo con la comunidad
Lograrlo no fue fácil. El arquitecto menciona que durante el proyecto, terminado en 2001, mantuvieron una constante sinergia entre los diferentes actores sociales, incluyendo al gobierno, la comunidad y la iniciativa privada.
Realizaron un sinfín de reuniones entre los involucrados, estableciendo necesidades y soluciones en conjunto. En ese contexto, se fundó un Fideicomiso que todavía se encarga de darle mantenimiento al Parque y al Canal Santa Lucía.
En el terreno, antes ocupado por la industria Peñoles, ofrecieron soluciones innovadoras para limpiarlo de arsénico y otros metales pesados, y así consiguieron optimizar recursos.
Primero hicieron un estudio para detectar la distribución de la contaminación en el lugar, cuenta el arquitecto. Después mandaron la parte más contaminada, que era poca, al tiradero de desechos tóxicos, y la porción restante fue cubierta con una capa de pintura impermeable.
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También realizaron una serie de lomas para dirigir los escurrimientos a pozos de absorción, sin tocar partículas contaminadas. Arriba diseminaron una capa de tierra vegetal para sembrar árboles y algunas plantas. "Lo contaminado lo aislamos totalmente", menciona el líder de Urban Landscape.
Además de darle un espacio de convivencia a la población de Monterrey, el proyecto generó un atractivo turístico a la ciudad, favoreciendo su economía y posicionándola en el mapa de las llamadas 'marca ciudad'.
Construidos como proyectos autosustentables, tanto el Parque como el Paseo siguen desarrollándose y complementándose con proyectos alternativos. El Plan Maestro de Parque Fundidora fue realizado por el arquitecto Eduardo Terrazas.
El despacho de Abaroa ha mantenido una comunicación constante con las administraciones para aportar valor. De hecho, impulsó la siembra de 15,000 árboles en el terreno de La Fundidora.
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La inseguridad, el mayor reto
En sus casi 50 años de carrera profesional, el líder de esta oficina no ha dejado de estudiar, pues la investigación es fundamental en cada obra, e incluso confiesa que está involucrado en innumerables proyectos, muchos de los cuales no son remunerados, pero uno que sí, es la regeneración de una calle en el centro de Monterrey, que considera banquetas más amplias, carriles más reducidos y la construcción de una ciclovía.
También empezaron un proyecto urbano en Acapulco, que de momento está definido por los problemas de violencia que golpean a la ciudad.
El arquitecto opina que la inseguridad es uno de los mayores retos para su trabajo, pero al mismo tiempo es una de las problemáticas que pueden ser contrarrestadas con obras arquitectónicas y propuestas de rescate urbano.
Desde su punto de vista, los espacios donde conviven ciudadanos de todas las clases sociales generan armonía, entonces las personas los sienten como suyos, por lo que se vuelven sus propios vigilantes.
"Son ojos que ven, que les piden a las autoridades que mantengan sus espacios”, dice Abaroa. "Nuestros proyectos son educativos; con su desarrollo vamos aprendiendo a vivir en un lugar limpio, cuidado y vigilado", expresa.
Este artículo se publicó originalmente en la edición marzo-abril de 2016 de la revista Obras .