Facultades de arquitectura deben enseñar todo sobre la edificación

Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la  edición 523 de la revista Obras , 'Las  100 empresas más grandes  de la construcción en México', correspondiente a julio de 2016.

(CIUDAD DE MÉXICO) – Hace unas semanas tuve la oportunidad de dictar a jóvenes arquitectos un cursillo enfocado a fortalecer sus conocimientos para calificar la calidad en la edificación, identificando las características relevantes que se deben considerar en el proyecto arquitectónico, durante la ejecución de la obra, en la entrega-recepción y durante su operación.

Mi sorpresa fue creciendo al paso de los días, cuando confirmé que los jóvenes estudiantes desconocían todo lo relacionado con los materiales, elementos y componentes de amplia utilización en la industria de la construcción, aun los más simples que se usan en el sector de la vivienda social.

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Y esto no paró. Al transcurrir las horas, y ante cuestionamientos directos, se evidenció el desconocimiento de los aspectos básicos de la regulación aplicable al diseño y a la edificación, así como de la normatividad aplicable a los bienes y servicios desarrollada para esta industria.

Desde mi punto de vista, un buen proyectista debe visualizar y elegir desde su diseño los productos que va a utilizar; para ello, debe conocer las especificaciones y limitaciones de los mismos, pues estos pueden enriquecer o no lo proyectado.

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A pregunta expresa, solo uno de los estudiantes manifestó haber tenido una breve visita a un laboratorio de ensaye de materiales, específicamente para conocer las pruebas al concreto hidráulico endurecido, lo que muestra que sus maestros de las asignaturas de materiales y procedimientos de construcción, tampoco tuvieron el mínimo interés por motivarlos al estudio de los insumos que darían forma a sus diseños.

Es evidente que los propios catedráticos, o al menos los de estos estudiantes, de varias universidades —entre los que prevalecieron los de la UNAM—, o no tuvieron el conocimiento para transmitirlo o el interés suficiente para subsanar estas deficiencias.

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Alternativas existen, desde incorporar en las asignaturas relativas al diseño arquitectónico los requerimientos regulatorios de su localidad, al menos los relacionados con la habitabilidad, el destino y los procedimientos constructivos del proyecto. El plano simplón de acabados, que termina siendo solo una lista, no basta para que los estudiantes conozcan cabalmente los elementos y componentes con los que moldearán el resultado de su imaginación.

En estas circunstancias, a estos jóvenes profesionistas, que no profesionales, no se les podría confiar la supervisión o la residencia de una pequeña obra y, menos aún, un proyecto ejecutivo listo para obtener los permisos de construcción y para ser edificado sin cambios o sin complementar los planos originales.

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Las facultades de arquitectura tienen la gran responsabilidad de formar profesionales que conozcan todos los aspectos de la edificación, tienen que estimularlos a conocer e investigar sobre las características de los bienes y servicios con los que trabajarán en cualquier área de esta noble licenciatura. Ante ello, son los catedráticos los primeros que tienen que plantearse su propia actualización profesional.

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* Arquitecto, perito, DRO, consultor en normas, regulaciones y capacitación para la construcción. Director de CORPICO.