Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad
teodoro-gonzalez-de-leon-desktop.jpg

Auditorio Nacional, un titán con muchos secretos

Mantener a la vanguardia su interior y sus instalaciones, es el verdadero reto de este ícono de la Ciudad de México.
mar 20 septiembre 2016 01:05 PM
auditorio nacional 10
auditorio nacional 10 - (Foto: Archivo Obras)

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en la edición 474 de la revista Obras, correspondiente a junio de 2012. 

(Obras) — La verdadera arquitectura de vanguardia es la que no sólo resiste el paso del tiempo, sino que se mantiene vigente y funcional más allá de los cambios sociales, tecnológicos y artísticos. Este mes, el Auditorio Nacional cumple 60 años, en un entorno de altas exigencias tecnológicas y de mercado, que ponen a prueba cada día el recinto construido de 1948 a 1952, y remodelado en los años 90 por los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky.

Presentado por 

Referente internacional de la cultura, la arquitectura y la actividad artística en México, el auditorio fue reconocido en 2007 como el "mejor recinto de espectáculos del mundo" por la revista Billboard y como el "mejor escenario de conciertos", según Pollstar Magazine, especialista en la industria del entretenimiento en vivo.

Parte del éxito está en la arquitectura que da la sensación de cercanía de las lunetas con el escenario: "El auditorio abraza al artista con el público, por eso hay que aplaudir el proyecto", dice María Cristina García Cepeda, coordinadora ejecutiva del Auditorio Nacional.

Publicidad

ESPECIAL: Teodoro González de León, artífice de la CDMX

Pero mantenerse como el mejor escenario del mundo no es sencillo. La monumentalidad de la fachada de 129 metros sobre el Paseo de la Reforma, que luce un marco de concreto sostenido por dos columnas que miden seis metros cada una, mientras que en las escalinatas que lo anteceden y en el vestíbulo se alzan esculturas de los artistas Juan Soriano, Vicente Rojo y Manuel Felguérez. Todo ello lo mantiene como uno de los íconos urbanos más reconocibles de la Ciudad de México. Sin embargo, el verdadero reto está en mantener a la vanguardia su interior y sus instalaciones.

OPINIÓN: La Ciudad de México, una arquitectura que se ensambla

Los nuevos tiempos

El mercado global de conciertos en vivo vale más de 12,100 millones de dólares (mdd) y ha crecido vertiginosamente desde 2008 cuando recaudaron en las taquillas más de 8,200 mdd, según la agencia eMarketer.

Eso significa un imán para nuevos inversionistas que quieren un pedazo de ese gran pastel, en especial en México, ya que el país se ubica entre los primeros 20 consumidores globales de este tipo de espectáculos, según eMarketer.

Sólo en el último año, en el DF surgieron tres nuevos recintos de espectáculos en vivo: la Arena de la Ciudad de México, en la que se invirtieron 300 mdd para su construcción; el auditorio BlackBerry (re-modelación del viejo cine Las Américas); y el Pepsi Center, en el World Trade Center capitalino, desarrollado por HIR, OCESA, Pepsi y Cervecería Cuauhtémoc.

Atraer espectáculos también requiere una buena infraestructura. Por ejemplo, los rockstars, al planear sus giras globales, subastan fechas al mejor postor pero condicionan su presencia a estar sólo sobre los mejores escenarios de cada país.

De ahí que los centros de espectáculos que aspiran a traer a artistas de talla mundial deben satisfacer también sus caprichos y sus exigencias técnicas.

El interior del gigante

El auditorio puede albergar a 9,366 asistentes. Para controlar su flujo, el recinto cuenta con 14 puertas verdes que dan acceso al vestíbulo, y de ahí se distribuyen por 29 puertas localizadas en tres pisos que llevan a la sala.

También posee una rampa en el exterior para personas con discapacidad, y un elevador. No menos importante es el sistema de ventilación de aire, impulsado por medio de motores de bajo costo y de fácil mantenimiento, que refrescan la sala sin afectar a los artistas en el escenario.

La idea de que el show debe continuar vive entre sus paredes. Infinitamente, abre y cierra sus telones, que pesan desde 200 kilos (piernas o bambalinas) hasta una tonelada (telón de las Sandías).

Su tramoya fue diseñada por la afamada compañía Jules Fischer, conjuntamente con los arquitectos González de León y Zabludovsky, bajo la supervisión de Mark Giancola, director de Producción del auditorio, lo mismo que su foso de orquesta.

El enigma de la luz

Para iluminar este titán del entretenimiento se utilizan 101 lámparas, colocadas tanto en el interior como en el exterior, la luz de la sala requiere 360 pares. El paso de gato (puente frontal de iluminación) para el escenario tiene 100 reflectores lekos (50 de 5 grados y 50 de 10 grados).

La tramoya cuenta con 140 reflectores de diferentes características distribuidos en cuatro varas eléctricas y una quinta vara con luz de ciclorama de tres colores.

El consumo de watts en el escenario suma 120,000 y en la sala, 305,000. Claro que la cantidad de reflectores en escena depende de los requerimientos de cada espectáculo.

Otra de las grandes virtudes del auditorio es tener un escenario de 23.70 x 18 metros, incluido el foso de orquesta que se adapta como escenario con el uso de telones, iluminación, etcétera, según el espectáculo, como ocurrió con Disney sobre hielo, El rey león, Mary Poppins o Miss Universo, por mencionar algunos.

En el caso de Disney sobre hielo, se recurrió incluso a la opción que ofrecen las butacas cercanas al escenario; se desmontaron 12 filas para instalar la pista de hielo y una plataforma que ocupó el centro de la sala.

Otra de las claves del éxito del lugar es la capacidad para recibir lo mismo producciones modestas que otras enormes y complejas. Para ello, cuenta con el Lunario, espacio para conciertos más pequeños, con capacidad para 1,000 personas.

El Lunario favorece la presentación de diversos géneros artísticos, lo mismo conciertos de rock-pop que recitales de piano, presentaciones de jazz, recitales de ópera y funciones de cine. Además, ahí se pueden ver transmisiones de teatro en vivo vía satélite desde diversos puntos del mundo.

Sonoridad de vanguardia

En lo que se refiere a la sonoridad, "la prioridad número uno es renovarse en producción y equipo, lo que se tiene como un concepto claro", afirma Mark Giancola, quien con ese propósito asiste constantemente, al igual que otros encargados del área, a escuelas y convenciones, como la Penn State University, Columbia Artist Management, Ogden Entertainment / OCESA, NAB convenciones, Meyer Sound, Jaffe Acoustics, Clair Brothers Audio, etc.

Lee: Mapas 3D podrían revolucionar el diseño de la acústica 

En cuanto al equipo de sonido, las cifras son asombrosas: 100 bocinas para el sonido de la sala, el equipo de audio (marca Meyer Sound) más grande instalado en un teatro de su tipo en el mundo, es decir, fijo, excluyendo a los que se utilizan para giras de artistas.

Además dispone de dos pantallas de video digital HD de 9 x 6 m; dos proyectores de la marca Barco de 20,000 lúmenes, lo que le da una gran potencia luminosa, y cuatro cámaras de video Sony.

Otro de los tesoros que alberga el recinto es un órgano monumental con 15,600 flautas de madera de pino y aleación de plomo y estaño, y una consola de madera de cedro. El órgano, que tiene como titular al maestro Víctor Urbán, pesa cinco toneladas y ocupa un espacio equivalente a un edificio de tres pisos. Se toca media hora antes de cada concierto, y alcanza notas que van del do 1 al do 8, lo que en física es un rango de 20 a 20,000 hertz.

Una de las innovaciones del auditorio, que se suma a sus cualidades únicas, es la proyección de espectáculos vía satélite que se ofrecen en vivo en otras naciones.

Escondrijos

En la parte de abajo del edificio hay un camerino principal y dos salas adjuntas de 30 m2 cada una, más siete camerinos individuales, vestidor, enfermería y lavandería.

Arriba se ubican cuatro camerinos grupales, de entre 34 y 59 m2 y un camerino de cambio rápido en el foro, de 8 m2.

Entre el camerino principal y el B se encuentra una sala que alberga el Juguetero, una pared forrada con pequeñas vitrinas que guardan juguetes mexicanos tradicionales, como figuras de cartonería, imágenes del Santo Niño de Atocha, baleros y carritos de madera.

Detrás del escenario se levanta un altar de la Virgen de Guadalupe, diseñado por el maestro Rafael Álvarez Díaz. Cuando en 2004 el Dalai Lama se dirigía al escenario para dar una conferencia, preguntó qué representaba la imagen, después de explicarle la gran importancia que tenía, se acercó y, con sumo respeto, oró frente a ella.

El recinto cuenta con 500 lugares de estacionamiento subterráneo y 1,000 en el anexo que da servicio al auditorio. También dispone de un estacionamiento privado en el interior, pero no está conectado con el escenario.

Para operar este gigante de los espectáculos trabajan desde 300 hasta 1,500 personas, entre boleteros, acomodadoras, mantenimiento, producción y limpieza, dependiendo de la complejidad del evento.

El jinete y su caballo tuerto

Aunque inaugurado hace 60 años por el presidente Miguel Alemán, la apertura del telón de la historia del auditorio se remonta al 15 de agosto de 1948, cuando México despertó con la noticia de que el teniente coronel Humberto Mariles, con su caballo alazán Arete, había ganado medallas de oro en salto individual y por equipos, convirtiéndose en doble campeón olímpico en Londres. Fueron las primeras medallas en la historia olímpica mexicana.

Alemán hizo de la victoria de Mariles un logro sexenal, y decidió construir "un centro dedicado exclusivamente a espectáculos hípicos" sobre el Paseo de la Reforma.

La edificación se encomendó a Fernando Beltrán y Puga, el proyecto fue diseñado por el arquitecto Fernando Parra, ayudado por los ingenieros Óscar de Buen y Guillermo Salazar.

Se esperaba que la obra batiera récords en tamaño y capacidad a nivel mundial, pues podría recibir hasta a 18,500 personas. En ese entonces, el Madison Square Garden de Nueva York admitía a 14,000.

Lee: El Ópera House de Sidney tendrá la mayor renovación en su historia 

Pero el inmueble se inauguró sin terminar la noche del 25 de junio de 1952, para albergar la 35 Convención Internacional del Club de Leones, evento de élite con rotarios de todo el mundo.

Cinco meses después, Adolfo Ruiz Cortines asumió la Presidencia y encargó la conclusión del recinto a los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Ramiro González de Sordo, quienes respetaron, en gran medida, el diseño original, aunque lo proyectaron para el florecimiento de la cultura, el arte, los espectáculos y los deportes.

La construcción concluyó en 1953, y se le llamó Auditorio Municipal. Se presentaron circos, óperas, conciertos, compañías de danza, funciones de cine, convenciones y actos políticos.

Altibajos

En 1977, Porfirio Muñoz Ledo, secretario de Educación Pública, le encomendó a los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky remodelar el espacio como una sala de conciertos y cinco salas de cine en el subterráneo. Pero ese mismo año, el funcionario dejó el cargo y el proyecto quedó enterrado.

Con el tiempo, el recinto sufrió un paulatino deterioro, semejante al que padecía el país, agobiado por constantes crisis. Al comenzar la década de los 90 estaba en su peor debacle.

En ese tiempo "tenía 2,000 funcionarios de Bellas Artes y había tres viviendas de empleados; era un cochinero gigante y patético", dice a Obras González de León.

Una manita de gato

Manuel Camacho Solís retomó el proyecto de González de León y Zabludovsky para la remodelación. La encomienda fue: "No quiero muchas salas, haz la sala más grande que se pueda, que quede estupenda".

Leer: 22 años de la remodelación del Auditorio Nacional

Coincidieron en tener un gran vestíbulo de 7,000 m2, que interactuara con el espacio público. Debía ser accesible y tener una vista panorámica a la ciudad.

La segunda cualidad, según González de León, es su "gran comodidad visual", para sus 9,366 asistentes.

Como la torre Eiffel

Del viejo edificio se conservó el graderío del primero y segundo pisos. Se revistió la fachada con concreto cincelado con grano de mármol expuesto, lo que contrasta con superficies lisas acristaladas y da una textura rugosa, sello de ambos arquitectos.

FOTOS: Obras/Archivo

La decisión de mantener la estructura se tomó luego de efectuar un breve estudio y percatarse de que fue construida con hierro remachado, como la torre Eiffel.

Acordaron que los muros estuvieran rodeados por una serie de taludes que lo hacen un edificio armable (muchas partes del muro tienen funciones estructurales y cargan parte de la techumbre).

En el interior, subdividieron el espacio en secciones a base de plataformas. “Esto permite que el auditorio nunca se vea desairado”, escribió Zabludovsky, con motivo de la conclusión de la obra. "Para conseguirlo se usó una serie de tubos que quiebran las vistas de los laterales, una gama de colores tanto en los plafones como en las butacas, que van fraccionando ese espacio gigantesco".

Autofinanciable

El Auditorio se reinauguró el 6 de septiembre de 1991, desde entonces es administrado por un comité técnico conformado por funcionarios de los gobiernos federal y de la Ciudad de México, además de cinco empresarios: Roberto Hernández Ramírez, Carlos Slim Helú, Fernando Senderos Mestre y Manuel Arango Arias, y González de León.

"El Auditorio Nacional es autosuficiente y autofinanciable, no cuenta con recursos públicos; al contrario, los genera, paga impuestos y canaliza una parte de sus ganancias a proyectos culturales en la Ciudad de México", explica María Cristina García Cepeda.

En 2011, 1.8 millones de personas lo visitaron y se presentaron 274 eventos. El récord de más conciertos lo mantiene Luis Miguel, con 180.

Para la temporada más baja del año, en Semana Santa, se encontró una solución: el Gran Remate de Libros, donde se ha llegado a vender más de 100,000 libros. Habrá Auditorio Nacional por largo tiempo, dice González de León: "Ha funcionado como ninguna institución y tiene sustancia física en perfecto estado que puede aguantar muchos años".

Tags

Obras

Publicidad
Publicidad