Los Diez Despachos 2019 de Obras hacen arquitectura congruente
CIUDAD DE MÉXICO. Si algo tienen en común los despachos de arquitectura que resultaron premiados como los 10 Despachos 2019 Creadores de Íconos, es que generan una "arquitectura congruente", dice Manuel Herrera Gil, director de Taller Diez 05, ganador del primer lugar del ranking que Obras publica desde hace 18 años.
La ceremonia de premiación se llevó a cabo la noche de 27 de marzo en Chapultepec Uno, torre aún en construcción, sobre la avenida Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Ahí, Obras reconoció a los arquitectos en México que marcaron un antes y un después con sus proyectos, y para quienes la arquitectura tiene un valor fundamental en transformar a los espacios donde actúa.
Para Herrera, que diseñó una estación de bomberos y un jardín funerario en Veracruz, está claro: una obra icónica es aquella que tiene un impacto positivo en la comunidad.
"La tendencia es hacer una arquitectura más óptima: optimizar los recursos, los materiales, y hacerlos más sustentables para que todo eso suponga un impacto menor en el ambiente, y un impacto mayor para la comunidad. Son proyectos congruentes", resume el arquitecto, mientras sostiene el premio en sus manos. "Para mí, lo más importante es que los proyectos siempre vayan de la mano de las necesidades de la comunidad", cuenta.
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No es el único. El arquitecto Víctor Márquez, director del despacho Víctor Márquez Arquitectos, no cree en los despachos icónicos, pero sí en las obras que crean. La suya, que incluye el Parque La Mexicana y el Centro del Patrimonio Inmobiliario, en la Ciudad de México, se convirtió anoche en la merecedora del segundo lugar del listado.
Márquez considera que un ícono es algo que tiene un valor mayor a lo que representa. Lejos de ser edificios deslumbrantes para observarse o venerarse, como si fueran esculturas, los íconos son edificios que transforman. Por eso, explica, la prueba de fuego es el tiempo.
Pero, sobre todo, para Márquez, lo importante es que cumplan con la máxima de que menos es más: "Las obras no tienen que ser grandilocuentes. Hoy, los íconos pueden ser obras increíblemente modestas pero que tienen un efecto de cambio en la gente. No se trata de hacer fachadas que salgan en la revista de arquitectura, se trata de cambiar las comunidades que visitan esos proyectos y que, humildemente, uno materializa. Lo importante es la obra del teatro, no la escenografía".
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Ir al fondo de la arquitectura
Parte de la clave de los íconos está en lo que no se ve de ellos, cree Bernardo Bieri, fundador de Tabb Arquitectos, que recibió el premio de tercer lugar. Cuando diseñaron la Casa del Niño Indígena, un albergue de niños en Vicam, uno de los ocho pueblos yaqui del desierto de Sonora, se centraron en la investigación: cómo vivían, cuántos kilómetros recorrían para estudiar o ser atendidos ahí, cuál era su cosmovisión.
"La investigación es fundamental. Desde un inicio, es la cuestión que determina qué se necesita, desde la arquitectura, para solucionar un problema. Muchas veces nos entregan el proyecto con esa problemática ya definida, y muchas veces no está bien identificada. Nosotros vamos al momento en cuestionarnos si la arquitectura resuelve el problema o no", cuenta.
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Sus proyectos buscan ir a la raíz para poder generar un impacto. Tal vez por eso, lo que más destaca de la premiación es que "se mencionó mucho el factor no estético, y eso me gustó", dice.
"La arquitectura no es nada más visual; se enriquece con los demás sentidos. Como estamos predispuestos a que de la vista nace el amor, que es un acercamiento erróneo, nos dejamos llevar por la superficialidad, y aquí se puede resaltar mucho que el valor de la arquitectura está más enraizado en la esencia del por qué nace, cómo se desarrolla y, sobre todo, para qué se hace".