La Arena Ciudad de México cumple ocho años de albergar en su interior a músicos de talla internacional, eventos deportivos y espectáculos mundiales. El 25 de febrero del 2012 abrió sus puertas por primera vez con un show protagonizado por el cantante Luis Miguel.
KMD Architects, de San Francisco, fue el despacho encargado de diseñar el recinto. Su objetivo fue “expresar las energías dinámicas de las actividades del programa y la audacia estructural de las necesidades del edificio en una solución de diseño simple, fuerte y dinámico”, menciona en su página web.
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Por lo que optaron por dar a la Arena un efecto de “elevación”, para aludir al movimiento de las artes escénicas y conciertos que se realizan en el interior. Además, el equipo de arquitectos respondió a las solicitudes de grupo Avalanz, quienes gestionaron la construcción.
Ellos pedían que el proyecto “fuera impactante a nivel urbano, que fuese un ícono de la ciudad, ese era el reto”, declaró Guillermo Salinas Pliego, presidente de la compañía de Nuevo León.
Y la meta fue alcanzada. La Arena Ciudad de México se levanta en la alcaldía Azcapotzalco con 48 metros de altura, en un terreno de ocho hectáreas con 225,000 metros cuadrados de construcción. Fue erigido en el antiguo Rastro de Ferrería.
Para edificarlo se utilizaron 5,000 toneladas de acero estructural, 28,000 de acero forzado y más de 10,000 metros cúbicos de concreto.
Cuenta con helipuertos, un estacionamiento para 5,000 vehículos, 124 suites de lujo y una pantalla de LED en el interior que es considerada como una de las más grandes del mundo; mide 700 metros cuadrados. También en el exterior hay una con longitud de 6,500 metros cuadrados. Además, en el recinto hay 124 suites de lujo y 650 cámaras de seguridad.
Pero la construcción no fue sencilla. El ingeniero Enrique Ross de la empresa ADIPPSA dijo en 2010 a revista Obras, que tuvieron que colocar 600 pilas para sostener una estructura especial coronada por un anillo de concreto y trabes de 315 metros por 12 de altura. Estas piezas eran fabricadas en Guadalajara, Jalisco, y por sus dimensiones era complicado transportarlas.
“Se traen pedazos y se llevan a un terreno, donde se arma pedazos mayores que puedan circular por las calles y aquí se terminan de armar”, dijo Ross.
El proyecto se culminó con una inversión total de 300 millones de dólares.