“Mi labor ha sido una lucha, buscar lo nuevo, lo desconocido y nunca caer en un estilo”, es la frase que ha regido la carrera profesional de Agustín Hernández Navarro, el último representante de los grandes arquitectos mexicanos del siglo XX y quien este 4 de noviembre recibió el doctorado honoris causa de parte de la universidad Anáhuac, en donde hasta la fecha imparte clases.
Desde 1954 se dedicó a edificar grandes obras en México que fueron reconocidas a nivel profesional, como la Escuela del Ballet Folklórico de Amalia Hernández, su hermana, el Heróico Colegio Militar en colaboración con Manuel González Rul, y el Centro Corporativo Calakmul —conocido como La Lavadora en Santa Fe—.
En todos ellos buscó innovar, pero sin despegarse de sus raíces, por lo que incluía elementos de construcciones prehispánicas; como el caso del plantel creado para dar educación profesional al Ejército; “son 400,000 metros cuadrados construidos. El programa arquitectónico era como un diccionario y pudimos estructurar muy bien y hacer una síntesis de figuras prehispánicas, como Monte Albán”, dijo el arquitecto durante la ceremonia en la que se le otorgó el título. Y agregó que su amor por estas estructuras nación después de recorrer zonas arqueológicas del país.
En el evento, aprovechó para agradecer a todas las personas que lo han ayudado en su trayectoria, desde socios como Gonzalo Arenas, hasta trabajadores de la construcción; “a maestros de obra, a los peones, que a a veces arriesgaron la vida en alturas gigantescas (...) la arquitectura para mí ha sido una entrega total”, comentó Agustín Hernández a sus 94 años.
El arquitecto ha recibido múltiples premios a lo largo de su vida, como el Premio Nacional del Pabellón de México de la Expo 70 en Osaka, Japón medalla de o de la segunda Bienal de México, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes y la medalla de oro XI Trienal InterArch en Bulgaria. En sus años más productivos se codeó con figuras como Luis Barrragán, Teodoro González de León, Ricard Legorreta y Juan O’Gorman.