Econtainer, de Eduardo Peón, busca crear espacios sustentables e innovadores con la adaptación de contenedores marítimos. El Tren Maya, Ocesa y el Banco de Bienestar son algunos de sus clientes.
El emprendimiento está lleno de errores y aprendizajes. No siempre que se comienza un negocio este es exitoso, pero la clave se encuentra en persistir y encontrar el momento adecuado en el que un proyecto despunte. Esa fue la lección de Eduardo Peón, arquitecto fundador de Econtainer, negocio que apuesta por los contenedores marítimos para transformarlos y usarlos como espacios.
Hace 15 años la idea llegó a la mente del emprendedor y seis años más tarde decidió hacerla realidad en México. Al inicio todo parecía ir bien y recibió un fondeo del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem).
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Pero después de varios intentos, la empresa no prosperó; “en ese momento el mercado en México no estaba listo. Me estaba enfrentando al problema de ser una idea demasiado innovadora y las personas no aceptaban la idea de usar los contenedores como otra cosa que no fuera el transporte de mercancías”, cuenta Peón a Expansión y Obras.
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El arquitecto decidió dejar en pausa el proyecto, pero no lo olvidó. Mientras se desarrollaba profesionalmente en el diseño en Canadá, estudiaba las oportunidades que tenía en México, hasta que hace ocho meses, después de estudios de mercado y análisis, creyó que era buen momento para volver y se puso manos a la obra.
Su producto se basa en agregar aditamentos a contenedores marítimos para hacerlos habitables, sustentables y móviles. Cuenta con paneles solares para generar energía y sistemas de captación de agua.
Por lo que en esta ocasión, en menos de un año ha firmado contratos por más de 10,000 unidades para diferentes empresas, a las que les quedó como anillo al dedo para cumplir sus objetivos de sustentabilidad y reducción de costos.
Algunas de las compañías que ya firmaron con Econtainer son Ocesa, empresa de entretenimiento que quiere 200 contenedores para hacer camerinos, oficinas móviles, dormitorios y baños; el Tren Maya, que requiere 500 piezas para dormitorios, oficinas y módulos de salud.
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El Banco del Bienestar, que surgió durante la actual administración, es el cliente más grande de la empresa hasta el momento. Eduardo Peón cuenta que la institución ha solicitado 10,000 unidades para poder acercar sus sucursales a comunidades remotas.
Aunque aún falta un último empujón. Como la compañía es reciente, el equipo de trabajo aún está consolidándose, por lo que el arquitecto ahora enfoca sus esfuerzos en lograr tener la capacidad demandada.
Pero, ¿por qué antes sí y ahora no? El emprendedor lo atribuye a distintos elementos: “en primer lugar, el tema de ecología y sustentabilidad. México va atrasado en comparación con lo que hacen otros países. Antes, empresas como Rotoplas y de paneles fotovoltaicos comenzaban a explorar el mercado y sus productos eran de altos costos, lo que también incrementaban el precio de los míos”, cuenta.
También considera que la arquitectura se ha revolucionado y ya no parece tan extraño ver a contenedores como estructuras para proyectos residenciales, comerciales y corporativos. “Y en tercer lugar, la pandemia me ha ayudado, porque las unidades funcionan como opciones para llevar información, medicamento y servicios a poblaciones que están confinadas o no tienen acceso sencillo a otros lugares”, detalla.
Aún falta camino por recorrer, pero Eduardo Peón confía en que su idea crecerá, debido a las demandas actuales del gobierno y que conjunta varios servicios en uno.