Firmas brasileñas reducen producción y optan por vender electricidad
Muchas compañías de Brasil están recortando drásticamente la fabricación de sus principales productos y optan por venderle electricidad a la red nacional por ser un negocio más rentable, lo que refleja las distorsiones que acosan a la economía del país.
La tendencia incluye a compañías del sector azucarero, del etanol, acero, aluminio y químicos, según un análisis de Reuters en base a reportes de ganancias de empresas y otras guías.
Los incentivos tributarios y costos históricamente altos de la electricidad implican que, entre sus pares de otros países, es más probable que las fábricas brasileñas produzcan su propia energía.
Bajo circunstancias normales, las compañías emplean buena parte de esa energía en la fabricación de sus productos principales, al tiempo que venden el exceso a la red nacional de energía.
Pero últimamente ese no ha sido el caso.
Usiminas, el mayor productor de acero plano de Brasil, indicó en su último informe de ganancias que sus ingresos por ventas de electricidad sumaron 288.4 millones de reales (112 millones de dólares) en los primeros nueve meses del 2014, frente a 13.6 millones de reales del mismo período del año previo.
Sin embargo, en el mismo periodo la producción de acero bruto de la empresa bajó un 10%.
Parte de la explicación se puede encontrar en la debilidad de la economía brasileña.
El crecimiento se ha mantenido en general estancado durante los últimos cuatro años -bajo el Gobierno de Dilma Rousseff-, pero las manufacturas se han visto perjudicadas por más tiempo aun, debido a los altos impuestos, el costo de los insumos y cuellos de botella en la infraestructura.
En tanto, el precio contado promedio para la electricidad subió a 687 reales (267 dólares) por megavatio/hora hasta octubre de este año, más que el doble de los 253 reales por MWh del mismo período del 2013.
El precio ha fluctuado desde 450 reales a 823 reales por MWh desde enero.
Esa alza se debe principalmente a una grave sequía que afecta a la generación de electricidad en las principales represas, y a las medidas del Gobierno del 2012 para forzar una baja en los precios de la electricidad, que finalmente ayudaron a que subieran con mayor intensidad.
Biosev SA, el grupo de azúcar y etanol del conglomerado francés de materias primas Louis Dreyfus, dijo hace poco que sus 11 plantas de cogeneración que producen electricidad con la quema del bagazo de caña aumentaron sus ventas de energía en un 27% a 626.000 MWh entre abril y octubre, en la comparación con el mismo período del año previo.
Para lograrlo, Biosev redujo en un 42% la fabricación de su producto principal, el etanol anhidro, de manera que la energía requerida para producir el combustible biodiésel pudiera ser utilizado en turbinas para generar y vender más electricidad.
Azúcar, etanol
Para los productores de etanol, la tendencia se ha acelerado por los propios problemas de la industria. La política de Rousseff de mantener artificialmente bajos los precios de la gasolina para controlar la inflación ha hecho que el etanol sea menos competitivo.
En el sector del aluminio, el líder da la industria Alcoa recientemente cerró su planta de fundición Pocos de Caldas por primera vez desde que la abrió en 1965 y dijo que ahora vendía el exceso de energía, "aunque (las ventas de electricidad) no son el centro del negocio".
Los economistas estiman que la tendencia de que las empresas vendan más energía a la red nacional podría mantenerse por un tiempo.
"El mercado regresará a la normalidad cuando se recupere la economía o cuando las exportaciones repunten y cuando las lluvias vuelvan a llenar los embalses, pero no es probable que nada de eso ocurra en el 2015", dijo el economista Sergio Vale, del centro de estudios MB Associados.
Los precios altos de la energía preocupan tanto que los reguladores brasileños anunciaron a fines de noviembre que van a intervenir para reducir a la mitad el límite máximo en el mercado al contado en el 2015, alterando el modelo de una década.
Los precios al contado tendrán un techo de 388 reales/MWh en el 2015, tras llegar a los 823 reales/MWh por varias semanas este año.
Pero esa decisión podría crear nuevas distorsiones, afirma Paulo Pedroso, jefe de la asociación de grandes consumidores de energía Abrace, y también podría enfrentar demandas legales de compañías en los tribunales.
Temiendo que continúe la sequía, algunas firmas habían comprado contratos de suministro de energía con entrega en el 2015 a los actuales precios del mercado. Cuando el regulador, Aneel, intervino, bajando el precio tope, prácticamente penalizó a aquellas empresas que planearon para el futuro y premió a aquellas que no lo hicieron.