El Mundial 2018, una vitrina para ciudades rusas poco conocidas
¿Quién sabe ubicar Nijni Novgorod o Ekaterimburgo? Son dos de las 11 ciudades que acogerán el Mundial 2018 de futbol en Rusia y que quieren aprovechar para darse a conocer internacionalmente y salir de la sombra de otras más famosas como Moscú, San Petersburgo o Sochi.
"Me preguntan a menudo dónde está Nijni Novgorod. Y me ofende, obviamente", admite Valeri Chantsev, gobernador de la región del mismo nombre que la ciudad, situada a 425 kilómetros al noreste de Moscú.
La ciudad -no confundir con Novgorod, otra localidad diferente que está situada al noroeste de la capital- cuenta con varios atractivos, entre ellos un Kremlin ("fortaleza" en ruso) muy diferente al de Moscú, con un aspecto medieval y una bella vista sobre el Volga. Varios de sus edificios están inscritos en el Patrimonio Mundial de la UNESCO, pero el turismo no termina de llegar con fuerza a este rincón de Rusia.
"Actualmente, no hemos superado todavía el millón de turistas por año. Con la exposición mediática del Mundial 2018, el objetivo sería alcanzar los tres millones de turistas anuales en 2020", afirma Chantsev, exalcalde adjunto de Moscú, con cierto parecido al emblemático dirigente soviético Nikita Khrushchev.
"Acoger un partido de cuartos de final del Mundial-2018 tendría un impacto enorme", sueña en voz alta ante los periodistas que realizan actualmente una gira por las ciudades que acogerán el próximo Mundial.
El reparto de partidos por sedes (11 ciudades pero 12 estadios, ya que Moscú cuenta con dos) tendrá lugar el 24 de julio durante la reunión del Comité de Organización de la FIFA, en la víspera del sorteo de las eliminatorias mundialistas en San Petersburgo.
Falta de visibilidad
Por el momento, la posibilidad de un cuarto de final en Nijni Novgorod parece lejana. El futuro estadio de la ciudad, que tendrá capacidad para 45,430 personas, está en una fase inicial de construcción.
"El final de las obras está previsto para septiembre de 2017, llegaremos a tiempo", asegura Dmitri Svatkoski, gobernador adjunto y expentatleta.
Obras de construcción de un estadio con capacidad para 45,430 personas. FOTO: AFP
Ekaterimburgo, a 1,755 kilómetros al este de Moscú, querría por su parte reivindicar su lugar y no ser un simple capítulo en los libros de historia, ya que allí fue ejecutada la familia imperial en 1918 por orden de los bolcheviques.
"Queríamos acoger la Exposición Universal de 2020, pero Dubái ganó: los Emiratos Árabes Unidos son más ricos, pero nos faltó visibilidad", señala Sergei Tuchin, adjunto del gobierno de la ciudad y responsable en la misma de eventos internacionales.
"Acoger el Mundial no es el objetivo último de la ciudad, tenemos otros proyectos, pero esto nos ayudará a darnos a conocer", añade este jugador 'amateur' de hockey sobre hielo. Su ciudad cuenta con un millón de visitantes por año, "de los cuales un 80% son por negocios", en este lugar a caballo entre Europa y Asia.
"Somos la ciudad sede del Mundial más alejada del centro de Rusia, en los Urales. Pero a veces la posición geografica puede ser una ventaja", comenta, deseando que el Mundial pueda ayudar a difundir su patrimonio, como sus célebres casas de comerciantes del siglo XVIII.
Entre Londres y Beijing
"Se puede decir que estamos a medio camino entre Londres y Beijing, así que si pudiéramos acoger partidos como un Rusia-Japón o un Rusia-Inglaterra sería perfecto", sonríe Tuchin.
Para conocer los partidos concretos habrá que esperar al sorteo de finales de 2017. Por el momento, la ciudad ha decidido renovar su estadio para conservar su fachada amarilla con columnas, que data de los años cincuenta.
La capacidad del recinto debería ser para 35,000 espectadores.
"El final de las obras está previsto para diciembre de 2017, llegaremos a ello, estamos acostumbrados a continuar las obras incluso en invierno, donde yo he vivido ya un menos 52 grados, aunque la media aquí es de alrededor de menos 15 (en invierno)", detalla Vladimir Vienaminov, arquitecto jefe de la región de Ekaterimburgo.