Balance económico de los contratos de construcción
Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la edición 532 de la revista Obras , 'Construcción inteligente', correspondiente a abril de 2017.
(CIUDAD DE MÉXICO) – Seguramente habrá escuchado de los contratos 'leoninos', es decir, de aquellos acuerdos de voluntades que son favorables para una parte y desfavorables para la otra.
Uno de los principios más importantes de los contratos es que las partes contratantes se vean satisfechas en forma recíproca, pues los contratos mercantiles se celebran para el efecto de que las partes se beneficien de alguna forma.
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Sin embargo, en muchos casos, la parte que tiene la posibilidad de redactar el contrato, o bien tiene mucho más 'peso comercial', impone las condiciones más onerosas posibles bajo el rubro de que 'si no lo quieren así, pues no los contratamos'.
Esto lo vemos en el caso de las grandes empresas que establecen modelos de contrato (machotes) que orientan toda la carga a su favor y hacen notar que no es una simple situación de mala fe, sino que pretenden establecer, en muchos casos, parámetros de calidad, cumplimiento y rigor estricto ante los compromisos que asumen en los proyectos, razón por la que se ven en la necesidad de ser mas exigentes que las demás.
¿El efecto? En primer lugar, las empresas más pequeñas efectivamente no tienen capacidad de analizar el contrato como lo hace una firma grande; simplemente firman sin darse cuenta de que eso los puede llevar a más problemas que no firmarlo, e incluso a la ruina bajo la expectativa de "seguir teniendo contratos" con una empresa más poderosa.
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El conflicto no es menor cuando estos intereses chocan: las empresas grandes exigen a las pequeñas demasiado, y las firmas medianas o pequeñas se comprometen también en demasía. ¿El gran perdedor? El proyecto que se ve entre dos espadas: la exigencia desmedida, y la incapacidad evidente de cumplir con lo acordado.
Por esa razón, los contratos tienen que prever un balance contractual que permita a ambas partes satisfacer sus intereses con sentido común y buena fe.
Pero ¿qué puede hacer una empresa cuando tiene enfrente un contrato leonino?
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La primera sugerencia es no firmarlo a la primera. Cualquier persona sensata y que esté en el negocio sabe, aunque no sea abogado, cuando en una operación se pretende abusar de ella.
La segunda sugerencia es leer el contrato con detalle. Cuando hay temas burdos de falta de balance contractual, también hay letras pequeñas que deben de desentrañarse con claridad.
La tercera forma de proceder es pedirle a alguien más que revise el documento, de preferencia un abogado que sepa de la materia, y saber que hay más allá de las palabras evidentes de abuso.
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La cuarta, es saber qué posición de negociación se tiene que seguir con los mejores términos posibles. Lo importante en un contrato no es firmarlo, sino ejecutarlo y sobre todo ganar con él. Lo demás es o un capricho o una estupidez.
Pocos se preocupan por los convenios en la construcción, pero negociar, ejecutar y salir ganadores en un contrato es un arte, y una obligación que, como empresarios, se debe de atender en forma puntual.
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* Socio director de COMAD, SC.