¡Basta de irregularidades! Lo que debemos cumplir tras el sismo
Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la edición 538 de la revista Obras , 'Monumentos a la impunidad', correspondiente a octubre de 2017.
(CIUDAD DE MÉXICO) – Primero quiero extender a los afectados por el sismo del pasado 19 de septiembre mis pensamientos y oraciones para que los daños personales y materiales que sufrieron sean pronto superados en la medida de lo posible.
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Durante los casi 11 años que he sido pluma de esta columna, he tratado en muchas ocasiones el tema de integridad, combate a la corrupción y los efectos que ello implica en la industria. Afortunadamente, durante este periodo nunca había tenido que escribir en relación con algún evento tan dramático como el que vivimos.
El día que escribo esta columna veo en primera página de un periódico que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México ha iniciado investigaciones de constructoras, directores de obras y corresponsables de edificaciones dañadas.
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Seguiremos de cerca esos casos, pero mientras tanto habría que considerar la corresponsabilidad directa del sector público y privado en el otorgamiento de licencias de construcción a quienes no deberían de obtenerlas, y que mediante prebendas y dádivas se benefician con ellas, las innumerables manifestaciones de vecinos que tratan de impedir edificaciones que afectan el entorno de una zona y que son ignoradas, y las muchas acciones legales de desarrolladores inmobiliarios para lograr que sus proyectos vean la luz.
Y, ¿qué podemos decir de los devastadores efectos que los dos sismos en su conjunto sufrieron en Oaxaca, Chiapas, Puebla y Morelos, donde la ley que impera es la del presidente municipal o el gobernador y sus cuates en turno?
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Mi mensaje principal es ¡ya basta! Durante muchos años los habitantes de la Ciudad de México y otras localidades afectadas hemos sabido que se están haciendo las cosas mal, en forma irregular y violando las leyes, poniendo en último lugar a la integridad.
Es momento de que nos demos cuenta de que nuestras acciones irregulares no solamente son teóricas y dignas de un seminario, sino que hoy es claro que han costado demasiado caro a muchos que no tenían por qué sufrir, por acciones y omisiones de autoridades negligentes, desarrolladores inescrupulosos, ingenieros y arquitectos que no representan lo digno de su profesión, abogados que buscan beneficiar a sus clientes, ciudadanos pasivos y aquellos que solapen a un sistema que ha sido tierra fértil de infamias.
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Es momento de que asumamos una responsabilidad mas allá de nuestras profesiones. Debemos cumplir y hacer cumplir las normas; procurar su mejoramiento y aplicación; buscar que nuestros actos tengan consecuencias positivas y no negativas. En pocas palabras, hagamos de la industria de la construcción un negocio en forma limpia, clara y decente.
Los invito a que generemos una nueva cultura basada en el cumplimiento de normas, con integridad y responsabilidad social. De lo contrario, seremos juzgados, como ahora serán juzgados, muchos a los que se les considera responsables de los eventos sucedidos, con el agravante de saber que podríamos haberlos mejorado o evitado.
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* Socio director de COMAD, SC.