Las mejores prácticas en 3 países para hacer frente a los sismos
Nota del editor: Este reportaje se publicó originalmente en la Edición Especial: Reconstrucción de Obras, correspondiente a diciembre de 2017.
Japón, Chile y San Francisco se preparan día a día para hacer frente a los embates de sismos y desastres, mientras la población de Irán y otros países menos adelantados sigue expuesta a la furia de la naturaleza.
Los huracanes, tifones, erupciones volcánicas, incendios forestales y terremotos son amenazas que despiertan pavor en muchas regiones del mundo, donde las fuerzas de la naturaleza muestran su poder destructor una y otra vez. Y si en el pasado sus efectos eran más limitados debido a la dispersión de las poblaciones, las cosas han cambiado con la acelerada urbanización de la sociedad moderna. Los riesgos no solo aumentan sino que las consecuencias son más devastadoras.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), estima que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, por lo que el reto de los gobiernos es conseguir que sean seguras.
Organización y mejores prácticas
Al referirse a los fenómenos telúricos de septiembre pasado que afectaron varias regiones de México, Carlos Valdés González, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), explica: "El sismo es un fenómeno de origen natural y se presenta en muchos lugares del mundo. Sin embargo la forma en que lo vemos, aceptamos y nos preparamos es diferente".
Añade que países como Japón están altamente organizados y han implementado muchas medidas de prevención para que las personas y las organizaciones reaccionen de manera rápida y ordenada, algo que ya está fuertemente asentado en la cultural nipona.
La experiencia le ha enseñado a prepararse para saber qué hacer antes, durante y después de un desastre, y realizar las labores de reconstrucción en el menor tiempo posible. Elías Miguel Moreno Brizuela, exsecretario de Protección Civil del entonces Gobierno del Distrito Federal (GDF) y José Luis Hernández Dehesa, experto en protección civil y gestión integral del riesgo, conocen de primera mano el fenómeno porque han visitado ese país en reiteradas ocasiones.
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Hernández Dehesa y Moreno Brizuela señalan las acciones que se realizan en Japón, y algunas de las cuales se implementaron durante la gestión del segundo en el antiguo GDF.
JAPÓN, UN PASO ADELANTE
1. El país nipón destina un presupuesto para labores de prevención, mitigación y reconstrucción
"Japón es el país con mayor cantidad de sismos en el mundo –explica Moreno Brizuela—, por lo cual dan prioridad absoluta a la protección civil, rubro que ocupa el primer lugar en los presupuestos públicos. Eso les permite sortear las dificultades y salir avante de tantos desastres".
Hernandez Dehesa añade: "Para contar con fondos suficientes, sobre todo en los rubros de prevención y reacción, las autoridades de las 47 prefecturas hacen un cálculo de cuánto van a necesitar al año siguiente, y actualmente ya tienen estimado el presupuesto hasta 2019, algo que no ocurre en México".
2. Aplica la política de invertir un dólar en prevención para ahorrarse 10 en reconstrucción
Moreno Brizuela asegura que "la prevención es la clave de todo. Los japoneses invierten un dólar en el rubro de prevención para ahorrarse 10 en la reconstrucción. Es decir, que la prevención es vista como una inversión. Esto lo pude constatar en 2011, cuando después del terremoto de magnitud 9 no había un solo edificio colapsado; los daños fueron causados luego por el tsunami. Si todos los edificios de la Ciudad de México hubieran sido correctamente revisados no se hubiera caído ninguno y de haber ocurrido no hubiesen estado habitados".
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El exfuncionario capitalino advierte que Japón cuenta con seguros para atender la reconstrucción, por lo que los problemas económicos y jurídicos son relativamente menores para los afectados. En México, aunque la Ley de Protección Civil establece que el gobierno debe asegurar todos los inmuebles, esto no ocurre con regularidad y obliga a reconstruir y reubicar las oficinas con recursos propios.
3. Rigor en la reconstrucción de inmueboles sismo-resistentes
Ambos especialistas coinciden en que en Japón existe un gran rigor técnico y que prácticamente todas las construcciones son sismo-resistentes. "Hacen edificios muy altos –asegura Hernández Dehesa—, en los que combinan acero con otros materiales para amortiguar el movimiento. La seguridad en las construcciones también se aplica en las casas, en las que se utilizan materiales ligeros resistentes a los sismos".
Durante un viaje en 2012, el experto tuvo oportunidad de conocer importantes aspectos en materia de ingeniería, pero sobre todo de gestión integral del riesgo. "Cada prefectura tiene su propio reglamento de construcción, el cual se revisa y actualiza conforme van acumulando más información. Hay aproximadamente 9,000 estaciones de monitoreo, lo que les permite formular códigos de construcción muy rígidos".
4. Importancia de medios de comunicación en la cultura de prevención
Otro de los aspectos que señala Hernández Dehesa es la función de los medios de comunicación en la difusión de la cultura de protección civil. ¿Cómo? Reviviendo escenas de algunos temblores y explicando a las audiencias lo que deben hacer para que no se repitan.
Es vital aprovechar la conectividad de las ciudades para crear una cultura de prevención, pero también de previsión a la ciudadanía. En la medida en que la gente sepa qué hacer, cómo y a través de qué herramientas, ante un desastre o situación de emergencia, habrá menos pérdidas humanas. Al ser medios masivos, de bajo costo, un buen inicio es a través de redes sociales.
5. Organismos de gobierno en la prevención
Un ejemplo de participación oficial en la prevención de desastres es la Agencia Internacional de Cooperación de Japón (JICA), que al destacar las aportaciones de su país al campo de la gestión integral de riesgo menciona, entre otras, dar prioridad nacional a la protección en caso de desastres, y aplicar el Protocolo de Sendai, cuya meta a 15 años es la implementación de la gestión integrada de riesgos incluyendo aspectos económicos, estructural, legales, sociales y de salud.
Además, promueve la creación de nuevos planes de respuesta ante desastres, la estricta legislación en materia de construcción, la preparación de la población para reaccionar ante desastres, entre otros.
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Como parte de las múltiples acciones, el gobierno japonés inauguró en Tokio un parque para simulación de desastres, al cual acuden diariamente 1,000 personas y a quienes se les dan instrucciones que les permitirían sobrevivir y hacer frente a diferentes obstáculos en una hipotética ciudad devastada por un sismo.
Son ejercicios vivenciales que tienen un gran valor para que las personas aprendan a reaccionar y tomar buenas decisiones. Decisiones que podrían ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Para Carlos Valdés, del Cenapred, el extremo opuesto es Irán, un país sísmicamente activo que ha sufrido grandes terremotos. El más reciente fue el del 12 de noviembre de 2017, con varios centenares de víctimas, pero el de 2003, en la región de Bam, dejó un saldo de más de 40,000 personas muertas e incontables daños.
Con 6.6 grados en la escala de Richter, no fue muy poderoso pero causó graves secuelas. Es importante señalar que en la práctica actual, la conocida escala de Richter solo aplica para los terremotos de hasta 6.9 grados; para los siguientes se utiliza la llamada magnitud de momento, sin expresión de grados (magnitud 7.2, por ejemplo).
"A través de las fotografías pudimos ver que las viviendas colapsadas eran equivalentes a nuestras casas mexicanas de adobe. El conocimiento técnico existe, pero en la parte de la prevención es donde sigue habiendo restricción. No hay difusión de la información, no hay alertas y medios de comunicación con mensajes claros, y el desastre cobra un número de víctimas mucho mayor".
Una situación diametralmente opuesta es la de Chile, país que ha resentido grandes sismos pero donde la población cuenta con la preparación para hacerles frente.
CHILE, UN PAÍS BIEN PREPARADO
A manera de referencia y como parte de los esfuerzos que cada país debe hacer para gestionar sus riesgos de manera integral, vale la pena conocer las buenas prácticas que desarrolla Chile.
Este país concentra gran experiencia en el tema de los desastres de origen natural o provocados por el hombre. Terremotos, sequías, inundaciones, erupciones volcánicas, incendios urbanos y forestales, accidentes químicos, deslizamientos y aludes han hecho que la sociedad se prepare día a día para contar con prácticas que les permitan ser un país resiliente por su gestión integral de riesgos.
Chile forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, en la placa de Nazca, que concentra la mayor actividad telúrica del planeta y al interactuar con la placa sudamericana da lugar a su historia de sismos: Chillán, de 1939, tuvo una magnitud de 8.2 y dejó más de 5,000 muertos; Valdivia, en 1960 (9.5, 2,000 muertos); Algarrobo, en 1985 (7.8, con 180 víctimas mortales), y el de 2010 (8.8 con más de 500 personas fallecidas).
Esta experiencia ha sido fundamental para poner las alertas necesarias y crear una conciencia colectiva de prevención y mejores prácticas en varias categorías, como la construcción y diseño urbano. Aquí compartimos algunos detalles.
1. Construcción de edificios sismo-resistentes para salvar vidas
Representantes de diversas instituciones y colegios de ingenieros y arquitectos del país sudamericano afirman que "en el país más sísmico del mundo rara vez se desploma un edificio y los daños en la infraestructura son mínimos en relación a la magnitud de los terremotos".
Las constantes investigaciones y la continua adecuación de la ley de construcción permiten a los expertos asegurar que en Chile más de 90% de las grandes construcciones pueden resistir un sismo de magnitud superior a 9. Integrantes de la Cámara Chilena de la Construcción (CCHC) revelan también que más de 15,000 edificios de cinco pisos se mantendrían en pie con daños menores.
Los expertos de la construcción basan estas aseveraciones en la utilización de hormigón armado y acero, y disipadores de energía para permitir que el edificio se mueva y balancee pero no se caiga; además, la legislación en materia de construcción impone un riguroso estudio de calidad de los materiales y mecánica de suelos.
Esto, sin contar que el Código Civil chileno responsabiliza a los empresarios por deficiencias en la construcción y los daños a la población que éstas ocasionen.
Para los ingenieros y arquitectos chilenos el gran desafío de la ingeniería moderna es lograr que el edifico no colapse y que la estructura siga funcionado después de un terremoto, por muy potente que sea.
Además, después de cada terremoto estudian lo que funcionó y no funcionó para mejorarlo. Esto les ha permitido contar con listas de las construcciones sismo resistentes en el país y formar parte del grupo de países con mejores tecnologías antisísmicas del mundo, junto con Estados Unidos y Japón.
Sin embargo, el reto para los constructores chilenos es que esta tecnología no solo sea asequible a los grandes edificios, sino a todo tipo de viviendas, sobre todo a las de interés social, que normalmente resultan más dañadas en un desastre.
2. Alerta para acturar ante sismos y tsunamis
La alerta del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) es la encargada de desplegar mensajes e instrucciones para evacuar a una zona de seguridad y se activa con sismos superiores a magnitud 7, que son los que potencialmente pueden generar tsunamis y afectar zonas costeras.
El sistema de alerta está disponible para más de 3 millones de celulares y no deja de funcionar cuando hay un terremoto porque las empresas de telefonía interrumpen el servicio de voz y mantienen el de mensajería, evitando que las líneas se saturen y colapsen.
3. La preparación salva vidas
Chile ha constatado que la prevención es clave a la hora de salvar vidas y ha impulsado la educación permanente de la población en materia de autoprotección a través de los programas Chile preparado y Familia preparada, para los cuales existen folletos, instructivos y actividades educativas en todos los niveles.
SAN FRANCISCO, EN LA FALLA DE SAN ANDRÉS
Otro claro ejemplo de buenas prácticas es el de la ciudad de San Francisco, en California y sobre la costa oeste de los Estados Unidos, una zona en la que conviven las placas tectónicas del Pacífico y de Norteamérica, así como la conocida falla de San Andrés.
En la memoria de los habitantes está el devastador terremoto de 1906, de magnitud 8.2, que además de colapsar gran parte de los edificios, provocó un sinnúmero de incendios por fugas de gas, en los que perdieron la vida cientos de personas y miles quedaron sin hogar.
Otro sismo devastador fue el de Loma Prieta, en 1989, que causó gran destrucción en la Bahía y la muerte de 67 personas. A continuación algunas de las acciones que realiza la urbe para hacer frente a sismos de gran magnitud.
1. Preparación de autoridades y ciudadanos
La constante realización de simulacros permite preparar a la población con medidas de autoprotección, pero sobre todo para aprender qué hacer cuando no tengan un techo donde vivir, ni agua ni electricidad, cuando los servicios de emergencia estén saturados y las comunicaciones colapsadas.
Como medida de prevención y preparación muchos postes de la ciudad cuentan con cuatro altavoces y cada martes, a las 12 del día, hacen sonar la sirena de emergencia, la cual sigue asustando a la mayoría de la gente; pero al terminar el sonido, una grabación aclara que se trata de una prueba del sistema local de alerta de terremotos.
2. Construcción de rascacielos en la zona sísmica
El estudio de los movimientos telúricos realizado por autoridades en la materia permite usar la información para actualizar las reglas de edificación. El código de construcción de California se actualiza cada tres años.
Los avances en materia de construcción y la estricta legislación han permitido la construcción de grandes rascacielos. Los más recientes superan los 60 pisos de altura.
Estas nuevas normas también se implementan en el reforzamiento de las estructuras de hospitales y escuelas, así como en algunos puentes y autopistas.
De esta manera, países localizados en zonas de gran actividad sísmica han implementado códigos de construcción sismo-resistentes cada vez más estrictos con el fin de disminuir la vulnerabilidad de las edificaciones y salvaguardar la vida de las personas.