La historia de la construcción de 2 aeropuertos desafortunados
La consulta pública del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) arrancará el próximo 25 de octubre con una duración de cuatro días y ahí se decidirá si continúa la construcción de la obra en el lago de Texcoco o, en su lugar, se desarrolla un sistema aeroportuario en donde la Base Militar de Santa Lucía, el Aeropuerto Benito Juárez y Toluca operen al mismo tiempo.
La consulta es una iniciativa del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien propuso la opción de Santa Lucía como una más económica, en lugar de la terminal en Texcoco, cuya construcción registra un avance de 31.5 por ciento.
El tema ha generado un ríspido debate en el país, así como estudios y encuestas que sondean el sentir de los ciudadanos respecto a ambas opciones.
El ejercicio se llevará a cabo en en 538 municipios del país, incluidas las capitales de cada entidad federativa, en un horario de 8:00 a 18:00 horas, donde organizaciones civiles recibirán los votos de los ciudadanos. Los resultados serán dados a conocer el 11 de octubre.
Esta no es la primera vez que la construcción de un aeropuerto provoca un fuerte debate, aquí hay dos proyectos que causaron polemica en Europa:
Nueve años de retrasos
El Consejo de Supervisión de la Sociedad Gestora de los Aeropuertos de Berlín dio a conocer en diciembre de 2017 que el nuevo aeropuerto de Berlín-Brandeburgo, Willy Brandt, abriría en octubre de 2020, es decir, con nueve años de retraso sobre la fecha prevista, debido a numerosos problemas técnicos y escándalos de sobrecostos.
Este aeropuerto inició su construcción en 2006 y ha tenido seis fechas de inauguración -la primera fue programada para 2011- todas se han cancelado al descubrirse nuevos fallos en las obras y en la seguridad de las instalaciones.
La sociedad gestora ha preferido ir aplazando sobre el papel las sucesivas fechas previstas de apertura tras el escándalo de 2012, cuando a cuatro semanas de la inauguración se detectaron graves problemas en el sistema de protección contra incendios que obligaron a cancelar los planes.
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Desde entonces continúan con los servicios de los aeropuertos de Tegel y de Schönefeld, cuyas terminales teóricamente deberían haber dejado de funcionar en 2012.
Durante este periodo se han tenido que improvisar algunas terminales nuevas, que han resultado insuficientes para la capital alemana.
El presupuesto del aeropueto supera ya los 6,500 millones de euros (7,525.5 millones de dólares), tres veces más que la cifra original.
La construcción se ha convertido en una pesadilla para las autoridades de Berlín, al punto que se conformó una comisión de investigación en el Parlamento para analizar al detalle la millonaria inversión en el malogrado proyecto.
En septiembre de 2017 a través de una consulta pública no vinculatoria, los alemanes votaron por no cerrar el aeropuerto de Tegel, una vez que el nuevo aeropuerto inicie operaciones, según Deutsche Welle.
En la actualidad, las instalaciones de Willy Brandt ya han sido estrenadas, pero... por cientos de corredores que participan en la carrera anual Airport Night Run.
De acuerdo con el sitio del evento, el maratón surgió desde 2006 para mostrar a los pobladores los avances de la construcción. En los 12 años de esta competencia han participado más de 6,000 personas y se ha convertido en una carrera referente para Berlín.
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Ecologistas logran cancelar una obra
En Francia, el presidente Emmanuel Macron renunció a la idea construir el aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes, cerca de Nantes, en el noroeste del país.
Esta obra había enfrentado a los ecologistas con los políticos locales, quienes la consideraban importante para el desarrollo regional.
La noticia fue anunciada en enero de 2018 por el primer ministro, Edouard Philippe.
El Ejecutivo francés optó por abandonar el proyecto de forma definitiva, devolver las tierras expropiadas a los agricultores y ordenar el desalojo, por la fuerza si fuera necesario, de los opositores que ocupan el lugar desde hace años.
Philippe aseguró que el actual aeropuerto de Nantes sería ampliado con soluciones que reduzcan las molestias sonoras que provocan en la ciudad, al tiempo que mejorarán los enlaces ferroviarios entre la región y los aeropuertos de París, para que los habitantes tengan cerca conexiones internacionales.
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La decisión fue bien acogida por los ecologistas y por los militantes que ocupan las tierras en las que iba a ser construido el aeropuerto.
Sin embargo, provocó molestia en los dirigentes regionales, así como de la oposición conservadora, que consideró que Macron cedió ante la presión de los ecologistas radicales.
Philippe negó las acusaciones y aseguró que el Estado seguirá construyendo infraestructuras, aunque reconoció que lo hará cuando haya consenso entre la población.
Con información de AFP y EFE