Cristina y Virginia son de Morelos. El 19 de septiembre de 2017 fueron una de las miles de familias afectadas por el sismo en México que se quedaron sin hogar debido al impacto en las estructuras de su vivienda. Buscaron programas oficiales para poder reconstruir su casa, pero no lograron entrar en ninguno aunque nunca supieron las causas. Hoy lo cuentan desde la puerta de su nueva vivienda, proporcionada por la fundación NewStory.
El (muy) largo camino de la reconstrucción para las organizaciones
Sin embargo, para poder volver a tener un techo sobre su cabeza tuvieron que pasar cinco años, ya que a pesar del esfuerzo de las organizaciones que buscaron solucionar el problema lo más rápido posible, las fundaciones que trabajaron en las labores de reconstrucción atravesaron tres grandes obstáculos: una pandemia, cambio de gobierno y el encarecimiento de los materiales de construcción que ha alcanzado niveles históricos.
Cuatro terremotos
NewStory, una organización de origen estadounidense que desde 2012 busca brindar viviendas a personas de escasos recursos y que tiene experiencia participando en otras causas, como el terremoto en Haití, espero que las cámaras comenzaran a irse de los sitios de derrumbe y las despensas dejaran de llegar, para entrar a crear planes de ayuda a largo plazo.
Buscó en dónde podían brindar apoyo de la manera más rápida y segura posible y encontraron Unidos por Morelos, un órgano desconcentrado en donde se aglutinaron los programas de ayuda para la reconstrucción de inmuebles; “había una organización tremenda de parte de todo el gobierno, por lo que decidimos hacer uso de esa organización y entramos con mucha velocidad a los procesos”, cuenta Joanne Ng, gerente senior de Alianzas.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones el proceso fue tardado y los retos no tardaron en llegar. Después de una ardua labor de recolección de datos, de elegir a las comunidades más afectadas a dotar de vivienda y los pactos con el gobierno para dotar terrenos con servicios, vino el cambio de gobierno en el estado en 2018 con el que llegó Cuauhtémoc Blanco, lo que hizo que muchas de las labores comenzaran de nuevo.
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“Nuestro partner Échale reconstruyó las relaciones, porque principalmente cuando hay un cambio de color (partido) la promesa que hizo el gobierno anterior es algo que desconocen. Entonces tardó un año aproximadamente en volver a hacer esa relación y crear los compromisos”, agregó Joanne Ng.
Algunos proyectos iniciaron. Uno de ellos fue en Ocuituco, Morelos, en donde se comenzó la construcción de 100 viviendas para personas que habitaban en el municipio o en zonas aledañas, pero cuando la obra se estaba desarrollando, tras talleres y encuestas con las familias para conocer sus necesidades, llegó la pandemia. Esto causó que todas las actividades se detuvieran por el primer año y cuando se reanudó la construcción hubo problemas con el suministro de materiales, lo que a su vez derivó en su encarecimiento.
China, uno de los mayores países que más proveen acero. Al detener sus operaciones en 2020 se originó una espiral de desabasto que aún no termina de satisfacerse. De julio de 2021 a 2022 el encarecimiento de los materiales superó 15%, de acuerdo a la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).
La situación empujó aún más las fechas de entrega. Al tratarse de una organización que se maneja por donativos, el dinero está contado, lo que este incremento fuera de lo normal complicó la edificación. “Tuvimos que buscar más fondos, la verdad, porque con todo lo sucedido tuvimos que aportar más de nuestra parte, porque para nosotros la prioridad es nunca cancelar un proyecto”, explicó la directiva de New Story.
Los retos
Los tres fenómenos se sumaron a los que se suelen enfrentar organizaciones similares. El más complicado es ganarse la confianza de las personas, comenta Paulina Corral, asociada senior de Operaciones de Impacto.
En el caso de las familias de Morelos hubo casos en donde el gobierno daba ayuda monetaria para que las personas hicieran su propia reconstrucción, pero hubo quienes dieron un adelanto a empresas o arquitectos que prometieron realizar las rehabilitaciones o nunca volvieron “también había grupos que prometían que les iban a hacer sus casas, y aunque no daban nada a cambio, sólo hacían la promesa y no volvían”, agregó.
Échale fue pieza fundamental en este paso, cuenta, ya que hicieron una labor de contacto constante con las familias, informando a cada paso el avance de la obra, las razones por las que estaba detenida y transparentando los acuerdos que se realizaban.
La búsqueda de un lugar en donde establecerse también es complejo, porque debe ser un espacio en donde quepan comunidades completas para no romper la cohesión social, y en donde tengan acceso a infraestructura básica, servicios y equipamiento urbano.
En Ocuituco, Morelos, se pidió la colaboración para reubicar a 85 familias del municipio a cargo de Juan Jesús Anzures García, que también colaboró en llevar agua y luz de la carretera, alrededor de donde se desarrolla el pueblo y que se encuentra a dos kilómetros de las nuevas viviendas.
El tercer reto es un elemento que también tiene beneficios: las decenas de trámites que se deben realizar: “algo que le admiro al gobierno son sus procesos y organización. No se les escapa una firma ni documento, hay protocolos que son respetados por todas las entidades, lo que es una venta, pero añade muchísimo tiempo. Hay cosas que parece que se tienen que alinear los planetas para que sucedan”, explica Paulina Corral de New Story.
Cuatro años después del inicio de las gestiones y de la cadena de obstáculos que se presentaron, la organización comenzó a entregar las primeras casas. Este 2022 también entregarán en Zacatepec, una comunidad de Morelos compuesta de 32 familias que vivían en una hacienda. También trabajan en la edificación de dos comunidades más en Jojutla y Zapata.