9 estrategias para hacer ciudades más resilientes en América Latina
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Un estudio de seis ciudades
CIUDAD DE MÉXICO. Reducir la vulnerabilidad de una ciudad a los desastres naturales se vuelve cada vez más complicado debido los fenómenos cada vez más impredecibles, por ello es importante que las políticas urbanas integren estrategias coordinadas, dice un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina CAF y la universidad de Nueva York, The New School.
El estudio sobre resiliencia urbana Enfrentar el Riesgo propone nueve estrategias que pueden aplicarse para reducir el efecto de desastres naturales en las ciudades latinoamericanas.
Dichas estrategias se derivan del análisis de casos en seis ciudades la región: Manizales, Colombia; La Paz, Bolivia; Cuenca, Ecuador; Cubatão, Brasil; Santa Fe y Pilar, Argentina.
El reporte describe distintas problemáticas y enfoques en el manejo de la resiliencia en esas seis urbes, y finalmente concluye estrategias para reducir la exposición a los desastres y mejorar la calidad de vida de los habitantes.
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Usar la tecnología para evaluar los riesgos
Conocer mejor el riesgo a través de la tecnología permite contribuir en la promoción de un mayor desarrollo urbanístico para que el área de riesgo sea mitigada de manera apropiada.
Contar con estudios científicos de alta calidad permite a los gobiernos locales establecer rigurosos estándares de seguridad para los desarrolladores, y si estos aceptan los términos, entonces las ciudades podrán habilitar más tierra urbanizable.
Un ejemplo de esto son las universidades de Cuenca, Ecuador, donde las instituciones educativas están replicando modelos de mapeo de riesgo utilizados en Estados Unidos, con el objetivo de aplicar una metodología que permita entender las amenazas del desarrollo en las laderas del área metropolitana de la ciudad.
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Incorporar desarrollo urbano y territorial
Los barrios de alta vulnerabilidad social con tasas elevadas de desempleo, pobreza y delincuencia son los que tienen una mayor exposición a los desastres naturales.
Por lo que el desarrollo urbano y territorial se debe incorporar a la gestión del riesgo y viceversa, la gestión del riesgo requiere de un entendimiento espacial de todos los tipos de vulnerabilidad, incluyendo las sociales y las construidas.
Las ciudades deben actualizar constantemente sus mapas de riesgo para identificar los espacios urbanos con mayores vulnerabilidades,
Las políticas para la resiliencia en áreas urbanas pueden ir desde construir obras de infraestructura gris, ubicar instalaciones de respuesta a las emergencias, hasta trabajar con las comunidades para informarles constantemente sobre cómo proceder en caso de una emergencia.
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Fomentar el aprendizaje y la colaboración entre ciudades
Contratar personal profesional, así como cambiar los currículos académicos en temas de gestión de riesgo e ingeniería civil e hidráulica pueden contribuir a desarrollar soluciones sostenibles.
Fomentar las redes de aprendizaje entre ciudades alientan el intercambio de experiencias, tanto errores como soluciones. Estas redes pueden ser regionales, nacionales e incluso internacionales.
Los programas de educación, las excursiones, las acciones conmemorativas, los memoriales y los museos pueden actuar como recordatorios de la historia.
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Planear programas de control flexibles
Una estrategia de gestión del riesgo debe ser capaz de adaptarse, acomodando sus requisitos y especificaciones a diferentes casos, circunstancias y actores.
Como la gestión del riesgo requiere de cooperación para asegurar su viabilidad, los programas de control de las industrias deben ser flexibles.
El estudio muestra un ejemplo en el cual las industrias contaminantes en Cubatao discutieron el uso de las tecnologías, la implementación y la viabilidad de los planes en el control de la polución en colaboración con el gobierno estatal; facilitando su aplicación por ambas partes.
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Salir de lo convencional
Recurrir a estrategias creativas y poco convencionales puede hacer frente a fenómenos naturales impredecibles.
Por ejemplo, en el municipio de Manizales, Colombia, el uso de las pólizas de microseguros voluntarias sobre el impuesto predial, ayuda a los gobiernos locales a proteger a las familias más pobres en caso de desastres, sin afectar el presupuesto de la administración.
Estos recursos, pagados por las clases más altas para proteger sus propios inmuebles, a la vez financian el contrato entre el gobierno local y una aseguradora, misma que establece seguros individuales con todos los propietarios de inmuebles de bajos ingresos.
En el municipio colombiano, el 20% de los dueños de las propiedades costosas contribuyen al seguro colectivo, protegiendo no solamente sus inmuebles, sino también al 45% de la población más pobre.
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Pensar en términos regionales
Las estrategias de gestión de riesgo no deben limitarse a lo que sucede dentro de los límites de la ciudad establecidos por las administraciones municipales, por lo que enfrentar los problemas ambientales requiere de coordinación y asociación de las distintas agencias regionales y estatales.
Los problemas ambientales no empiezan ni terminan en los límites político-administrativos, por lo que las soluciones deben pensarse en términos de áreas ecológicas más extensas.
Un ejemplo de la interconexión de los riesgos medioambientales urbanos y regionales es el caso de la ciudad de Cuenca, Ecuador, cuando en 1993 se vio amenazada por el deslizamiento de tierra de la zona La Josefina. El deslizamiento provocó el bloqueo de un río y creó un gran lago que destruyó miles de hogares y se cobró más de 100 vidas antes de hundirse en los límites de la ciudad.
El evento derivó en la aprobación de una nueva legislación que regula la minería en las zonas de montaña, que fue la causa del deslizamiento de tierra
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Usar sistemas de alerta temprana
Los sistemas de alerta temprana pueden salvar vidas y propiedades si son calibrados para responder a distintos tipos de amenazas y si se le explica a la gente cómo funcionan.
Las ciudades deben tener protocolos claros de emergencia, los cuales deben ser activados cuando el sistema de alerta temprana identifica una probabilidad de emergencia.
El monitoreo constante, la respuesta temprana y los protocolos de emergencia son indispensables para proteger a la población en caso de una emergencia.
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Invertir en mantenimiento de infraestructura
La inversión en infraestructura no termina al finalizar su construcción, pues requiere de un constante control de calidad y mantenimiento.
La capital de Argentina, Santa Fe, es un ejemplo del mal mantenimiento de la infraestructura, pues fueron estaciones de bombeo en mal estado las que impidieron el drenado del agua de lluvia, dando como resultado las desastrosas inundaciones de 2007.
Mientras que en el municipio colombiano Manizales, a través del programa Guardianas de la Ladera, el gobierno local contrata a mujeres amas de casa para mantener obras de infraestructura, mientras colaboran con el control urbano y crean conciencia ciudadana.
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Integrar a todos los actores en la colaboración
El riesgo no puede ser manejado por una sola agencia y el enfoque no debe ser basado únicamente en una respuesta sectorial.
La gestión de riesgos debe estar integrada por todos los componentes de la administración urbana, como agencias inmobiliarias y de planteamiento urbano, de educación y gestión de residuos, así como todas las dependencias del gobierno local. Deben trabajar en conjunto para entender y actuar adecuadamente ante los fenómenos naturales.
Las autoridades locales deben ser proactivas para fortalecer su compromiso con las redes de la sociedad civil, en lugar de solamente proveer canales espontáneos de comunicación. Deben alentar a una participación activa a través de otros medios, tales como las reuniones entre el gobierno local y la comunidad, los eventos mediáticos y las audiencias públicas.
Las instituciones tradicionales y las ONG pueden ayudar a establecer canales de comunicación con las comunidades para captar los reclamos, los intereses y las necesidades de la sociedad civil.