“Recordemos que esta obra siempre tuvo problemas en varios puntos específicos. Es sabido por todos que, desde un principio, en el punto de colapso ya había denuncias previas y evaluaciones que marcaban una diferencia entre los rieles y carriles”, dice en entrevista Alejandro Guevara, presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Ingenieros Civiles (FEMCIC).
El experto opina que el colapso va más allá de la falta de mantenimiento, ya que si esta fuera la causa, debió haber provocado otro tipo de errores en otras zonas. "Si no se siguieron las normas, si se brincaron en cuanto al tema de materiales, y no se cumplió con todo lo que requería, estamos expuestos a que esto pase”, comenta. Y añade: “durante el proceso constructivo pudieron haber pasado factores que, con el desgaste de la misma obra y teniendo peso y tránsito diario, pudieron haber llevado al colapso”.
Las primeras impresiones de Ricardo Pérez, estructuralista de la Universidad La Salle, son que no es posible determinar si lo que falló fueron las trabes mecánicas o su soporte, ni tampoco cuál de todos los elementos que se señalaron desde su inicio fue el que interfirió.
“Es muy probable imaginar que se trate de un tema multifactorial. Un colapso estructural generalmente requiere de varios factores, y aquí el que tendrá que hacer el dictamen deberá determinar los múltiples factores posibles, cuál tuvo mayor preponderancia, y determinar a partir de ahí el origen del colapso. Yo pienso que todos son importantes”, dice el experto, quien considera que la parte administrativa también se deberá tomar en cuenta.
Debajo del tramo elevado de la Línea 12, en donde sucedió el desplome, existen fallas geológicas que mostraron mucha actividad durante 2017, especialmente en el sismo de septiembre, y causaron daños, otro elemento que se suma a la cadena de problemas. Estos temblores se conjugaron con el hundimiento de la zona que caracteriza a la Ciudad de México, explica Ricardo Pérez.