(Chiapas, México) En diciembre de 2023 se debe cortar el listón de inauguración de los 1,500 kilómetros de ruta que compondrán el Tren Maya. Sí o sí, “hasta morir en la raya”, dice Rogelio Jiménez Pons, director de Fonatur, en conferencia de prensa. A pesar de que durante el año pasado la obra sufrió demoras que significaron retrasos de cinco meses en la obra, principalmente por la pandemia de Covid-19 y por trámites institucionales.
Terminar a tiempo, la prioridad para el Tren Maya
Para su salvación, en noviembre el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un decreto para declarar los proyectos de infraestructura de su gestión. “Causó muchas sorpresas y muchas críticas. Para nada nos exime de presentar todo lo que nos pide la ley, lo único que estamos logrando es ahorrar tiempo. Hay muchos trámites que de entrada en tiempos de ley para su cumplimiento”, agregó el funcionario.
Con el nuevo mecanismo se ahorrarán entre tres y seis meses del proceso, lo que hará que las obras se terminen a tiempo.
“Hay más obstáculos adentro que afuera y cosas que creemos que están bien, resulta que no, como el pago de derecho de vía. Desgraciadamente, como dice el presidente, este es un elefante reumático que hay que empujar. Nos está costando trabajo, pero tenemos que avanzar y lo estamos haciendo. Le estamos echando montón”, dijo Rogelio Jiménez Pons, en entrevista con Obras.
La seguridad
El desplome de la Línea 12 en la Ciudad de México encendió las alertas de los proyectos de infraestructura, ya que las deficiencias en la construcción y posterior mantenimiento, debilitaron la estructura de la obra, lo que ocasionó la muerte de 25 personas.
Ante la pregunta de cómo garantizar la seguridad del Tren Maya, con tiempos tan limitados para realizar la obra, el director de Fonatur respondió que están consultando a empresas internacionales para garantizar su seguridad, aunque hay un punto de alerta para Fonatur: el suelo cárstico.
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“Es muy peligroso, entonces la mesa científica de hace como cuatro o cinco meses está trabajando para generar un sistema de tensión temprana de movimientos, porque ahorita no hay nada, pero 20 años pueden cambiar las condiciones y crearse un socavón”, dice Rogelio Jiménez Pons en entrevista.
La estrategia es utilizar las dos líneas de fibra óptica que seguirá el tren, para usarlas como un sistema de detectores en el subsuelo, para saber qué va a suceder y llevar a cabo los protocolos correspondientes, puntualizó.