Las obras insignia de la 4T, la apuesta transexenal de AMLO
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería Dos Bocas son los proyectos con los que el presidente quiere dejar registro de su mandato.
Las grandes obras gubernamentales reflejan mucho del presidente detrás de ellas. Historia, identidad, diseño, relaciones y prioridades de su agenda son algunos de los elementos que se quedan en cada ladrillo de la construcción. Este sexenio no es la excepción.
La postura de Andrés Manuel López Obrador sobre la infraestructura ha sido clara en los primeros tres años de su gestión. Así lo manifiesta no sólo en el discurso, también en los recursos destinados.
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El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería Dos Bocas son los proyectos prioritarios con los que la autodenominada Cuarta Transformación quiere dejar su huella, su sello, su legado. Por ello, la relevancia de tenerlas a tiempo, antes de que concluya 2024.
Sin embargo, esto no las tiene exenta de la controversia ni la polémica.
“Nosotros hemos insistido en que están muy bien que se hagan [las obras emblemáticas], pero que no se deje de voltear a ver las pequeñas obras que dinamizarían mejor la economía, dispersarían mejor el recurso público y generarían más empleo.
“Esperamos que en este segundo tramo la lucha contra la corrupción avance y se voltee a ver a las micro, pequeñas y medianas empresas de México”, dice Ricardo García de León, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria de la Construcción (AMIC).
Una de las críticas recurrentes a los gobiernos son los pocos recursos que se destinan para la inversión pública.
El investigador líder del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Christopher Cernichiaro, explica que el gasto a obras mantiene una trayectoria a la baja desde 2016 y, aun cuando se programó aumentar la inversión en 17% del PIB para 2022, seguirá dos puntos debajo de lo que llegó a estar hace seis años.
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“Aunque, en general, el gasto público sigue la misma estructura que en años anteriores. El rubro que más recibe es el de combustibles y energía, con 53% de la inversión total; alrededor de 20% se va a vivienda y servicios comunitarios, 10% a comunicaciones y transportes. Salud y educación reciben más o menos 2% cada uno y lo demás se reparte en un montón de funciones”, distribución que se ha mantenido casi idéntica desde 2010, apunta el experto.
Dentro de los ramos, todas las obras prioritarias han tenido características que no le permiten escapar del ojo público. El primero de ellos que apareció frente a los reflectores fue el aeropuerto de Santa Lucía.
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El aeropuerto exprés
Su edificación representó la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco, impulsado por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Además, mostró el papel que van a jugar las Fuerzas Armadas en la obra pública del país, porque por primera vez se dejó a cargo del grupo de ingenieros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) un proyecto de tal magnitud.
Las promesas fueron dos: hacerlo en el mejor tiempo posible con miras a inaugurarse a inicios de 2022 y dar preferencia a la austeridad. La construcción comenzó el 17 de octubre de 2019 y tras 776 días, reporta más de 82% de avance en la construcción.
“El aeropuerto será uno de los activos estratégicos más valiosos del Estado mexicano. Hay muchos retos, el principal evidentemente es el tiempo. Tenemos tiempo reducido para materializar la obra, y no solo para materializarla, sino ponerla en operación. Que pase de ser una edificación nueva a que sea un negocio rentable, escalable y seguro”, dijo en entrevista con Obras el general Gustavo Vallejo, encargado de hacer realidad el AIFA (y ahora parte del Tren Maya y el nuevo aeropuerto de Tulum) a un año del inicio de las obras.
El camino no ha sido lineal. Se han agregado obras al proyecto mixto (civil y militar), como el Museo del Mamut, en donde se expondrán los vestigios arqueológicos de la zona, y la construcción de un hotel, que aunque será operado por una empresa privada, su edificación pasó a manos de los militares para terminarlo al mismo tiempo del aeropuerto.
Respecto al costo, que estaba programado en 78,557 millones de pesos, registra altibajos y aún no se tiene claridad en cuál será el costo final. En septiembre de 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que costaría 1,416 millones de pesos más.
En el Programa de Egresos de 2022, la división de ingeniería de la Sedena recibirá 11,031 millones de pesos, que ayudarán a terminar la construcción del aeropuerto, además de la conectividad con el resto del Valle de México y comenzar a poner en marcha la operación, que estará a cargo de una empresa del Ejército.
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Un tren para desarrollar el sureste
Construir en solo cuatro años una obra faraónica que contempla más de 1,500 kilómetros de vía (la distancia de la Ciudad de México a Chihuahua) que dinamizará la economía del sureste del país y revertirá el rezago económico que tiene es uno de los principales estandartes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Desde 2018 se dio a conocer la idea que se ha visto envuelta en conflictos sociales y medioambientales, debido a que atraviesa comunidades indígenas y una región biodiversa con más de 94 especies prioritarias para la conservación. Además de que busca abarcar más de un solo uso, ya que se planea que su operación sea de pasajeros, turística y de carga.
El proyecto, que se encuentra en evolución, tiene constantemente modificaciones respecto a ruta y presupuesto. La primera propuesta era un ferrocarril que recorriera 1,100 kilómetros y atravesará cinco estados, de Tabasco a Quintana Roo, pero antes de que AMLO se sentara en la silla presidencial, decidió que se agregarían 600 kilómetros más, para que la ruta fuera de Quintana Roo a Tabasco, pasando por Campeche, Chiapas y Yucatán.
En cuanto a su construcción, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) sería el responsable, mientras que las empresas que obtuvieran las licitaciones recibirían subvenciones, a cargo de que el precio de transporte de pasajeros fuera el menor posible. Ambos ejes se mantienen hasta la fecha.
Lo que ha cambiado es la ruta, el tipo de transporte y el presupuesto. Este 2021 se anunció que el Tren Maya ya no pasaría por la ciudad de Campeche ni por Mérida, con el objetivo de reducir costos, tiempo y evitar conflictos sociales, ya que en ambas zonas, organizaciones obtuvieron amparos para suspender las obras, aunque el número de kilómetros de recorrido se mantiene en 1,500.
En el proceso de licitación a las empresas, también se incluyó la participación de la Sedena. El Tramo 5 se dividió en dos secciones y se le encomendó al Ejército hacerse cargo de una de ellas, así como del seis y siete. También se decidió que los recursos obtenidos de su operación, serían destinados a las pensiones de miembros de las Fuerzas Armadas retirados, lo que funcionará como “candado” para que la obra no se pueda privatizar en gobiernos posteriores.
Durante el desarrollo de la obra, se decidió cambiar su naturaleza. Se contemplaba vía simple para todo el tramo, pero los cálculos de demanda mostraron que sería necesario al menos 50% de vía doble electrificada, es decir, que podrán circular trenes en ambos sentidos al mismo tiempo.
Las modificaciones provocaron que el costo se elevará 43% más, al pasar de 140,000 a 200,000 millones de pesos. En el PEF 2022, el Tren Maya tiene asignados 35,288 millones de pesos, lo que representa 94% del total de la Secretaría de Turismo para lograr avanzar la obra en 50%, hasta el momento lleva alrededor de 14%.
Rogelio Jiménez Pons dio a conocer que, hasta el momento, el Tren Maya tiene un retraso de cinco meses en la construcción, lo que llevaría su inauguración a abril de 2014. No obstante, recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó el decreto de Seguridad Nacional que, entre otras cosas, permite que se emitan autorizaciones provisionales “en un plazo de cinco días hábiles contados a partir de la presentación de la solicitud correspondiente. Transcurrido dicho plazo sin que se emita una autorización provisional expresa, se considerará resuelta en sentido positivo”, dice el Diario Oficial de la Federación (DOF).
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Esto permitirá que el Tren Maya reduzca sus tiempos de construcción de entre tres y seis meses, dijo Rogelio Jiménez Pons, director de Fonatur, en conferencia de prensa.
“El decreto es parte de que a veces hay más obstáculos adentro que afuera, cosas como nosotros creímos al inicio que ya estaba pagado el derecho de vía y resultó que no. Hay muchas cosas que tú das por buenas y resulta que no son así. Desgraciadamente, como dice el presidente, este es un elefante reumático que hay que empujarlo, está costando trabajo, pero tenemos que avanzar y estamos avanzando. Todas estas incidencias hay, pero es cosa de echarle montón para ya avanzar de forma exponencial. No es fácil, pero tenemos mucho apoyo”, dijo el funcionario en entrevista con Obras.
La cara frente a la energía
En junio de 2019, comenzó a materializarse el proyecto energético que demostró la postura del presidente en este ámbito y su visión enfocada en el petróleo; “con el objetivo de incrementar la elaboración de productos de mayor valor agregado en el país, cuidar la balanza comercial e impulsar el desarrollo económico y social del sureste mexicano”, expuso el gobierno de México.
El compromiso fue que su construcción se realizaría en tres años y con una inversión de 160,000 millones de pesos, no obstante, en octubre de 2020 Octavio Romero, director de Pemex, dijo que al proyecto se le inyectaron 11% más de los presupuestado.
Para el 2022, el gobierno consideró recursos por 45,000 millones de pesos, para que el gobierno realice una aportación patrimonial y Pemex fortalezca su posición financiera, además de continuar con la obra.
Respecto al avance físico, a casi solo un año de que se venza el plazo propuesto, AMLO dijo en su tercer informe de gobierno que lleva 33% de avance en construcción y 54% en lo presupuestado para este 2021, (40,050 millones de pesos). Cinco meses después del mensaje, funcionarios de Sener rectificaron y dijeron que el avance total del proyecto era de 60%.
Y aunque se trabaja para que la obra esté lista el 1 de julio de 2022, la refinería operará al 100% hasta el 15 de septiembre del año siguiente, cuando aportará entre 174,000 y 177,000 barriles diarios de gasolina regular y premium y entre 126,000 y 127,000 de diésel.
Pero podría haber un impedimento para llegar a la meta en el tiempo propuesto. Durante octubre y noviembre de este 2021 se presentaron conflictos entre los trabajadores, quienes se fueron a paro de labores en dos ocasiones, como exigencia a mejoras en su salario y condiciones de trabajo, por parte de las empresas ICA Fluor y Guisa, a cargo de las contrataciones.
Aunque los obstáculos no son solo internos. El Fondo Monetario Internacional, sugirió a Pemex, en octubre de este año, posponer sus planes para una nueva refinería para reducir costos; “las pérdidas de Pemex están colocando una carga para los contribuyentes y desplazando a otros usos más productivos de los recursos fiscales”, explicó.