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Francisco González Pulido, diseñador del AIFA, habla sobre la obra

Ha creado obras que acogen el ir y venir de millones de personas al año en aeropuertos de todo el mundo, pero en México el diseño de Santa Lucía le ha dejado un sabor de boca amargo.
mié 23 marzo 2022 01:57 PM
FGO en Monterrey
Exposición 30 años, 30 historias, 30 proyectos

Francisco González Pulido ha construido su carrera mirando hacia el cielo. Es uno de los pocos arquitectos del país que se ha hecho experto en la construcción de aeropuertos pensados para millones de personas. Ha hecho proyectos que se usan desde Tailandia, hasta Estados Unidos, pasando por Alemania, pero con una escala atropellada en Santa Lucía, Estado de México.

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El arquitecto diseñó la nueva terminal aérea que ha sido planteada por la nueva administración federal como la solución a la saturación de la de la Ciudad de México, sin embargo, de sus ideas se verá poco.

“De Santa Lucía estoy completamente decepcionado, porque llego con una experiencia importante para aportar mucho a un proyecto estratégico para el futuro del país y no lo entendieron, se hicieron cambios muy fundamentales que para mí son difíciles de aceptar, no los reconozco”, dice el arquitecto, también coautor del estadio de los Diablos Rojos en la Ciudad de México, en entrevista con Expansión.

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Lo único que queda de la idea que planteó es el cascarón, explica, lo que se convierte en el punto más fuerte del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), porque permitirá que su expansión sea más sencilla.

“Hice un plan maestro para hasta 160 millones de pasajeros, que no maneja actualmente ningún aeropuerto del mundo (el de mayor tráfico está en Jackson, con 100 millones), esa es la capacidad de crecimiento extraordinario que tiene Santa Lucía. La primera etapa con la que comenzarán es con 20 millones para después pasar a 54, que sería la duplicación del edificio a modo espejo, después vendría la extensión de los dos edificios para 84 millones y luego la posibilidad de hacer terminales satelitales para llegar a 160 millones”, explica el fundador de FGP Atelier.

Por lo que a pesar de los cambios, el AIFA se quedará como la respuesta al crecimiento acelerado de la población en la Ciudad de México y el resto de la Zona Metropolitana. Las instituciones han tomado la palabra de esta ampliación y se han blindado.

La Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu) declaró, en 2019, que 749 hectáreas aledañas a la base aérea militar de Santa Lucía eran territorio nacional, para usarlos para obras posteriores.

Pero además de este elemento y de las dimensiones de la terminal de pasajeros, no hay mucho más del diseño que Francisco Gonzales Pulido planteó; “la figura se ha respetado, la de la terminal lineal con el terminal al centro, su geometría. Eso se tenía que respetar porque la profundidad del aeropuerto está determinada por factores técnicos muy específicos, entonces no cabían modificaciones”, dice el fundador de FGP Atelier.

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Lo que no fue

La cubierta, uno de los elementos más comentados de lo que se conoce del AIFA por ser visiblemente metálica, se había planeado para ser con otros materiales y en estructura piramidal para conectarlo con lo vernáculo.

Los interiores, materiales y acabados tampoco se apegaron al diseño original, así como las cubiertas de acceso al aeropuerto que consistían en un material textil de alto rendimiento que les daban transparencia.

En la ahora llamada Plaza Mexicana se mantuvieron las dimensiones (más grande que el Zócalo de la CDMX), pero se dejó a un lado la arquitectura de paisaje propuesta, declara FGP.

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Los aeropuertos ideales

Para Francisco González Pulido los aeropuertos modernos deben tener tres elementos fundamentales: el primero, una zona de documentación más automatizada, que a su vez permita que sean más pequeñas.

“Y creo que en algún punto van a desaparecer. Vas a poder documentar desde tu teléfono, poner tu maleta en un carrusel y se acabó. Es interesante cómo la arquitectura va a cambiar los recorridos operativos y funcionales”, explica el arquitecto diseñador del Aeropuerto O’Hare en Chicago.

La segunda evolución son los pasos de seguridad, en donde también la tecnología está facilitando su uso. Con el uso de sistemas biométricos y escaneos, habrá más certidumbre sobre la entrada y salida de objetos y pasajeros, al mismo tiempo que se reduce el tiempo de revisión.

“Igualmente hay cambios en las zonas comerciales. Mientras lo demás se reduce, estas serán más grandes porque ahora se llegará a una ciudad en donde habrá entretenimiento para niños, salas de cine, jardines, lugares para masajes y dormir”, apunta.

“Los aeropuertos son máquinas, no edificios. Primero se debe resolver un problema técnico de forma muy racional, pero también muy intuitiva y pragmática. Y al pensar en la arquitectura, se debe tener una fusión perfecta con lo poético e icónico”, detalla.

*Texto publicado originalmente en la edición 1289 de revista Expansión en marzo de 2022.

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