Las alarmas en el mundo se encendieron al iniciar la pandemia no solo por la condición sanitaria, sino por la crisis económica que se avecinaba. Para proteger el dinero se recurrió a las inversiones y sectores como las bienes raíces, que se hicieron más populares, considera Alberto Padilla, director general de de Briq, plataforma de crowdfunding.
La pandemia favorece a las inversiones en bienes raíces
La empresa de crowdfunding inmobiliario vivió un 2020 de crecimiento. En 2019 la plataforma, que permite invertir en propiedades por montos pequeños, tenía 1,300 inversionistas. Un año después la cifra ascendió a más de 4,400.
“Cuando cerró 2019 estábamos abajo de los 340 millones de pesos fondeados en 2020. Para el momento en que ya estaba la pandemia rebasamos los 1,000 millones. Esto también provoca que la plataforma atraiga mejor calidad de proyectos y más rendimientos”, que están entre 14% y 20% anuales, explica Alberto Padilla.
La inclinación por los bienes raíces viene “hasta por tradición”, dice el experto, ya que las personas adquieren propiedades como forma de crecer su patrimonio. Además de que son un bien básico, suelen ser resilientes a las fluctuaciones de la economía, principalmente a largo plazo.
Esta visión se combinó con que durante la pandemia, las tasas de referencia iban cada vez más a la baja. “Se juntaron los dos contextos. Las tasas de rendimiento eran cada vez menores e instrumentos seguros como pagarés y Cetes comenzaron a dar muy pocas ganancias, dejaron de ser atractivos, por lo que se buscó un nivel mayor de ingreso, pero con vehículos sin tanto riesgo”, apuntó Alberto Padilla.
Para iniciarse en el mundo del crowdfunding inmobiliario, las personas comienzan invirtiendo 500 pesos que son lo mínimo y van aumentando su monto, hasta que el promedio por persona se ha colocado en 35,000 pesos, pero hay personas que después del primer año llegan a crecer su portafolio por encima de los 100,000 pesos, explica Briq.
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El reto
La economía se ha reactivado y la demanda acumulada junto a los conflictos internacionales han causado una inflación que en México ha llegado a niveles históricos, lo que ha repercutido en las utilidades.
“Los desarrollos son cada vez menos rentables para los desarrolladores. Siempre tienen un colchón de dinero por si hay aumento de precios, pero han subido más y más lo que se empieza a comer la utilidad”, comenta Alberto Padilla.
Sin embargo, tienen un as bajo la manga. El fundador explica que el desarrollo no gana sólo con la utilidad de la obra, sino por los servicios que le presta al desarrollo, por lo que mantiene las ganancias; sin embargo, está construyendo obras más austeras y con tamaños inferiores a los 100 metros cuadrados.