Las emociones negativas rondan a los spas monocromáticos
De pronto todos asociamos el término spa con el zen, estilo que se caracteriza por el uso de materiales naturales como madera y piedra de río, luz natural, vegetación (especialmente babú) e interiores monocromáticos en blanco, color que revela amplitud, higiene, limpieza, pureza y paz. Sin embargo, tanta pulcritud puede causar emociones negativas en una persona, como sentirse demasiado expuesta y, por tanto, incómoda, cuando en realidad un spa es un sitio que debe propiciar la introspección y la relajación, lo que sucede con más facilidad en un ambiente acogedor y cálido.
Si bien el sentido de higiene es imperativo, un spa que evoque cierto misticismo y atemporalidad es invaluable, ya que la forma en que se percibe el espacio se potencializa. Tal ambiente etéreo se logra especialmente con el hábil manejo de la luz y los materiales, como parte esencial del diseño interior.
La iluminación indirecta imprime color en el recinto sin necesidad de aplicar pintura per se o falsos recubrimientos que le resten valor a la naturaleza constructiva del edificio. Por otro lado, la dualidad cromática de paletas frías y cálidas restan monotonía al ambiente y generan un contraste de temperatura, provocando una sensación de confort térmico (visual y mental). La luz difusa y de baja intensidad denota un sentido de intimidad, que da pie a la imaginación y la fantasía.
En cuanto a los materiales, siempre es bueno incorporar texturas orgánicas en muros o en pisos, en combinación con el elemento base elegido. Recurrentemente, se opta por lambrines de piedra volcánica, cantera, ónix, granito o madera, muchas veces combinados con metales, cristal o concreto.
Al igual que en el zen, tampoco se pretende saturar el espacio. La presencia de mobiliario y elementos decorativos se reduce al mínimo, pues estos distraen la atención del visitante. La libertad debe sentirse en el ambiente. Los recorridos debe ser sencillos, sin objetos que obstruyan el paso, desorienten al cliente o entorpezcan al personal.
La misión de un spa, que es un establecimiento dedicado a la belleza y al bienestar integral, es la de calmar y serenar, pero no hay razón para temer sumar un poco de dramatismo poético a la experiencia.
A fin de cuentas, esta es la manera en que el diseño sostiene al propósito: enriqueciendo la vivencia del ser humano.
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* Directora de Proyectotal ( proyectotal.com ) y arquitecta por el Tecnológico de Monterrey