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Karim Rashid, ¿genio excéntrico o empresario exitoso?

Karim Rashid se desprende de su faceta de celebrity para hablar sobre la democratización del diseño y sus posibilidades en México.
lun 27 enero 2014 01:17 PM
Karim Rashid
Karim Rashid - (Foto: Cortes�a Karim Rashid Studio)

En el mundo del diseño el nombre de Karim Rashid es sinónimo de color, exhuberancia y atrevimiento. Su ropa, sus accesorios y su estilo son bien conocidos. Sin embargo, para descifrar al hombre detrás del personaje de zapatos coloridos, se necesita un ejercicio de introspección que sólo es posible a través de sus ojos sencillos y su sonrisa dibujada con simpleza. 

Con 53 años de edad, Rashid es uno de los diseñadores más prolíficos del siglo XXI. En dos décadas ha creado más de 3,000 productos para 300 marcas distintas en 40 países, además de haber diseñado cientos de espacios que van desde modernos bares y hoteles hasta farmacias o tiendas que tienen su toque especial. 

Atrevido y sin reglas limitantes, sus creaciones son un conjunto de influencias cosmopolitas derivadas de su natal Egipto, su infancia dividida entre París y Londres, sus estudios universitarios en Canadá e Italia y su actual vida en Nueva York, desde donde trabaja con un equipo pequeño, de apenas 15 diseñadores.

Karim se dice admirador de México por su belleza, la pasión por las formas y los colores que está inmersa en nuestro acervo cultural, aunque hasta ahora no ha intervenido espacios. 

Cortesía Karim Rashid Studio

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“Me encantaría trabajar con hoteles en México. Creo que este país tiene un gran potencial para producir nuevas marcas, marcas globales, cosas que puedan proponer algo al mundo”.

Por lo pronto, inicia esta misión con dos pasos: el primero, al adquirir un departamento en la Riviera Maya; el segundo con el lanzamiento de una colección de mobiliario diseñada específicamente para el consumidor de la clase media mexicana y que se distribuirá en las tiendas Liverpool.

Cortesía Karim Rashid Studio 

Diseño democrático

A pesar de que la obra de Rashid se encuentra exhibida en importantes recintos como el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York o el Centro Georges Pompidou de París, así como en otros 12 museos del resto del mundo, él siempre ha preferido que sus creaciones sean apreciadas en la vida cotidiana: “Estoy más orgulloso de ver mi trabajo dentro de un hogar que en un museo. Me enorgullece entrar a alguna casa y ver mis lentes, mi bote de basura, mi laptop o mi reloj, incluso cuando lo usa gente que dice no saber de diseño, sé que piensan que algo estoy haciendo bien”.

El bote de basura al que se refiere el diseñador es el Garbino, creado en 1996 para la compañía canadiense de plásticos Umbra. Este bote es su diseño más conocido y sigue siendo uno de los productos más vendidos de esa compañía, además de formar parte de la colección permanente del MoMa de Nueva York. 

En 2011, cuando la compañia 3M veía amenazado el futuro de su famoso producto Post-it, llamó a Rashid para volver a atrapar la atención del consumidor. El diseñador creó el Pebble dispenser, por el que la gente estuvo dispuesta a pagar 10.5 dólares (en lugar de 8 dólares), y también se usó para la famosa cinta Scotch. 

Cortesía Karim Rashid Studio

 

Éxito = dos hemisferios

Tras instalarse en Nueva York, donde actualmente reside, el diseñador egipcio fundó en 1993 la compañía Karim Rashid Inc. Pero el diseño ha formado parte de su vida desde muy temprana edad. 

El año pasado declaró en una entrevista publicada por el New York Timesque la gran misión de su vida la había cumplido a los cinco años, cuando al viajar con su padre a Londres iba dibujando las iglesias y los edificios que veía a su paso. Ahí se dio cuenta de que no le gustaban las ventanas estilo gótico, y las iba rediseñando con una forma elíptica.

Cortesía Karim Rashid Studio

 

Karim Rashid Inc. tiene entre sus clientes a marcas como Prada, Tommy Hilfiger, Artemide, Audi, Toyota o Ralph Lauren. La empresa se estima que factura entre 2.5 y 5 millones de dólares anuales. 

Rashid dice no ser un hombre de negocios, aunque sí está lo suficientemente interesado en el éxito financiero. “Si eres muy creativo, sólo utilizas un hemisferio (del cerebro), y si eres una persona de negocios, utilizas sólo el otro. Creo que si quieres tener éxito en un negocio, necesitas utilizar ambos hemisferios, o al menos tener un socio que utilice el otro hemisferio, para crear un balance y tener éxito”. 

Y es que para poder vender, hay que saber cobrar, algo que en opinión de Rashid no siempre ocurre en su profesión: “Hace algunos años me di cuenta de algo que sucede con el diseño: si una compañía utiliza un diseño y gana dinero con él, el diseñador también debería ser compensado; sin embargo, es explotado. Cuando la gente lee que los diseñadores realizan su trabajo por pasión, cree que por eso lo harán gratis; eso es erróneo. Cuando te contratan, una señal de respeto es la remuneración, al igual que en cualquier otro trabajo”. 

La congruencia es comprobable. Según la página web SalariQuest.com, Karim Rashid Inc. ofrece salarios a diseñadores de distintas especialidades que van de 32,000
a 80,000 dólares anuales.

Pero a Karim no le interesa ser el número uno del diseño. “No sé por qué está en la naturaleza del hombre necesitar ser el número uno. La gente habla diversas lenguas, tiene diferentes sensibilidades, aporta distintas cosas. Lo único que se necesita es contribuir y hacer un cambio, hacer algo que la gente respete, aprecie y pueda disfrutar”, dice con una seriedad que parece contradecir su imagen pública.

Cortesía Karim Rashid Studio

Crear para el presente

Sobre lo que ha llevado a Rashid a construir una firma mundialmente famosa, él reconoce como sus mentores a Ettore Sottsass, quien fuera su maestro en Nápoles; y a Rodolfo Bonetto, con quien trabajó en Milán, aunque para Karim sólo hay un momento de inspiración: el presente.

“Este momento es quizá el más globalmente social jamás vivido por la humanidad. Pasamos seis o siete horas en el ciberespacio cada día. 

Esta era digital es nueva, tiene sólo 25 años. Pasamos 100,000 años viviendo en la era análoga, que es el mundo material, ahora vivimos en un mundo más que inmaterial, y apenas es el comienzo”. 

Por eso es que le interesa crear para el presente y alejarse de aquellos diseñadores que parten de la nostalgia por el pasado. Él da la espalda a los arquetipos, pues sólo así podrá concebir un diseño del siglo XXI: “Si digo ‘me voy a inspirar en los años 20 para hacer una colección’, ¿qué es lo divertido de eso? Si lo piensas, no tiene sentido que tengas un iPad, un smartphone, y que seas parte de este nuevo mundo, pero que de alguna forma estés vestido con un traje de 1920… es ilógico. Ese tradicionalismo tiene que cambiar”.

 

Diseño para todos

Karim Rashid ama la música, pero tocar instrumentos no es lo suyo. Una de sus facetas poco conocidas, que le resulta muy divertida, es su actividad como DJ: “No sé si soy tan bueno, pero al menos me contratan. Comencé a los 16 años, intenté tocar varios instrumentos pues quería ser músico, pero no resultó, así que decidí ser DJ. Se volvió un trabajo que no sólo comencé a disfrutar, sino que me ayudó a pagar mi universidad y a sobrevivir”, relata un hombre que se abre paso en un mundo exclusivo sin provenir de una cuna de oro.

Con la autoridad de quien ha construido su propio éxito reflexiona en torno a la industria creativa y cómo los diseñadores jóvenes pueden posicionarse en ella: “Si fuera un diseñador emergente trabajaría para empresas que producen objetos banales, del día a día. Intentaría hacer algo más que un mueble para mostrar en una feria, eso es una pérdida de tiempo. Buscaría en México empresas donde realizar un buen trabajo. Si eres un buen diseñador podrías mejorar sus marcas, incrementar sus ingresos, su distribución, puedes hacerlas más reconocibles. Un buen diseñador puede llegar a cualquier empresa y hacerla crecer”. 

Cortesía Karim Rashid Studio

 

A su juicio, el principal obstáculo para los jóvenes es la forma en la que se miran a sí mismos: “Necesitan entender que son parte del crecimiento de la economía. El diseño no se puede separar del comercio, pues no eres un pintor; estás haciendo un bien comercial, puedes ayudar a la economía a través del diseño y, al mismo tiempo, facilitar la vida de la gente”.

Para Karim Rashid, el hombre, la vida es simple y lo dice con la misma certeza con la que afirma: “Podemos vivir en un mundo sustentable e inteligente que puede ser innovador, hermoso, inspirador, radical”. 

Cortesía Karim Rashid Studio

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