Rumbo al quirófano del futuro
Año 2050. El servicio de urgencias del Hospital Nacional de Perinatología recibe a una mujer que apenas ha cumplido ocho meses de gestación. Los paramédicos colocan su brazo bajo el escáner lector del Banco de Información de Salud Nacional (BISAN) para obtener su Expediente Clínico Electrónico Individual Integral (EXEII), un documento digital que resguarda su estado de salud y las enfermedades, los tratamientos, las vacunas o los medicamentos de esta paciente.
El siguiente paso es ingresarla a la Unidad de Cibervisualización y Comunicación Sensorial para checar –en tiempo real y video digital - que el niño no experimente sufrimiento fetal.
Será necesario pasar a la madre al quirófano para una cesárea. El ‘clásico’ robot-cirujano Da Vinci, un sistema quirúrgico lanzado al mercado en 1999 por Intuitive Surgical, y que ha evolucionado hasta una décima generación de robots capaces de realizar una operación finísima con la programación correcta y la supervisión de un especialista a distancia, ya está listo para la intervención. Hay algunas cajoneras en materiales sintéticos antimicroorganismos, en las que se resguardan medicamentos e instrumental necesario en caso de una eventualidad. Media hora después, se oye el llanto de un niño. Una enfermera atiende al neonato y elabora en la computadora su EXEII con las circunstancias del nacimiento. La madre descansa en una habitación; sus signos vitales se reflejan en las pantallas touch que cambian la información según la programación del médico o las enfermeras. Luz natural entra por el gran ventanal que se asoma a la ciudad. En caso de necesitar ayuda, la madre sólo tiene que tocar una pantalla y una enfermera estará a su lado en un par de minutos.
En la sala de espera, que parece un jardín por sus ‘nodos vegetales’ tan bien cuidados y por la tranquilidad que inspira la música de fondo y la limpieza del espacio con sus muros de piedra cruda y de granito, el padre espera a los médicos. Los ruidos de la ciudad se quedan afuera gracias a la arquitectura y los materiales con los que se ha construido el hospital más moderno de México.
No es una estampa de ciencia ficción. Un grupo de arquitectos mexicanos ya están trabajando en cómo debe ser el futuro de la atención médica en México. “Debe ser”, afirman, ya que implicará un trabajo conjunto entre el Sistema Nacional de Salud, la adopción de tecnología de vanguardia y el diseño de espacios en los edificios, que sea compatible con las nuevas exigencias de los pacientes y las necesidades de los médicos y esté en sincronía con los avances de la medicina.
La Sociedad Mexicana de Arquitectos Especializados en Edificios para la Salud (SMAES) señala que el país tiene una rica tradición en el diseño de inmuebles hospitalarios de vanguardia, como los construidos por el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS) durante la administración de Benito Coquet, entre 1959 y 1964, para tener un modelo propio de ‘hospital del futuro’ que tan bien se muestra en la exposición ‘Arquitectura para la Salud. Transición de dos milenios’, que se presenta en el museo de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes hasta el 2 de marzo de este año.
Modelo de futuro
Para el arquitecto Sergio Mejía, miembro de la SMAES, premio Luis Barragán 2012 y asesor de esta exposición, el hospital del futuro debe de tener un carácter holístico.
“Como unidad médica deberá de ser escalable, con equipos de última generación y tratamientos mínimamente invasivos y operada por recursos humanos altamente calificados”. La tendencia es prevenir enfermedades con estilos de vida que propicien el bienestar físico y psicológico, además de reducir la estancia en los hospitales.
El arquitecto detalla su ideal de hospital del año 2050: “Tendrá que estar totalmente interconectado, con un control cibernético del proceso de cada paciente: consulta, diagnóstico, tratamiento, recuperación y signos vitales en tiempo real; así como la información de la salud de cada individuo para que, de esta manera, se prevengan los episodios de enfermedad probables en cada caso”.
Lograr esto no será fácil, porque un hospital tendrá que concentrar todos los avances de la medicina, las biociencias y la tecnología médica: genómica individualizada, telemedicina, robótica, cultivo de órganos, ingeniería de tejidos, nuevos materiales, nanotecnología, biotecnología, computación cuántica y biológica.
Y algo muy importante: como inmuebles, forzosamente serán espacios más amigables, cómodos y familiares; serán lugares diseñados con una intención terapéutica y acondicionados al sitio, a la esencia cultural de cada poblado, a su clima y a su geografía; con luz natural; serán amplios y muy cercanos a su ecosistema, puntualiza el arquitecto. Y añade: “Serán edificaciones que aprovechen el entorno natural sin dañar su medio físico; inmuebles que operen con el mínimo gasto energético”.
Así imaginan los arquitectos el hospital mexicano del año 2050: con tecnología digital aplicada a la medicina, espacios y ambientes que tranquilicen al paciente y a sus familiares, habitaciones cómodas con luz natural, pantallas touch y el menor tiempo de estancia.
El hospital por dentro
Por supuesto, con esta evolución arquitectónica habrá una transformación de los interiores. “En el caso de los hospitales, los recubrimientos y los acabados más caros resultan ser los más baratos; y debido a su uso intenso, casi todos los espacios de una unidad médica requieren de materiales sumamente resistentes y de bajo mantenimiento”, Explica el arquitecto Jaime Latapí, director general de la Promotora de Desarrollos Estratégicos Integrales, miembro de la SMAES y del equipo de expertos que asesoraron la exposición.
No hay que olvidar que el costo de operación y mantenimiento de un hospital en dos años equivale –cuando menos– al costo de su construcción, por lo que tanto materiales como estructuras prefabricadas de acero o concreto de alta resistencia; acero inoxidable en recubrimientos, escaleras y pasamanos; y fachadas ligeras y de mínimo mantenimiento, serán los favoritos.
“El cristal de grandes dimensiones permitirá dotar a los espacios de transparencia y limpieza tanto en interiores como en exteriores; lambrines sobrios, que aportan color en algunos casos, darán sencillez y simplicidad a los ambientes”, enfatiza el arquitecto Mejía Ontiveros.
Habrá materiales naturales que se impondrán en pisos, como las piedras naturales: granitos y mármoles regionales, por su resistencia, fácil limpieza y escaso desgaste, resultarán más económicos que otras opciones. También los pisos de caucho de muy baja porosidad serán el material preferido, pues no necesitan selladores o ceras que atrapan bacterias y virus. En los muros, como ya se realiza, se seguirán aplicando pastas antibacterianas y pinturas vinílicas sin plomo ni compuestos orgánicos volátiles.
Dos espacios vitales sufrirán la máxima transformación: las habitaciones para pacientes y el quirófano.
El Patient Room 2020, auspiciado por el Departamento de la Defensa de Estados Unidos; la compañía NXT; y el Healthcare+Architecture Graduate Program de la Clemson University, se han aventurado a diseñar la habitación que todo hospital deberá tener: incluye pantallas con sensibilidad al tacto para desplegar la historia clínica del paciente o llamar a la enfermera, un ambiente contenido en paneles curvos de aluminio, iluminación de ledes, y colores pastel en plafones y muros, con recubrimientos antimicrobianos para evitar las infecciones.
En el quirófano, además de la tecnología médica, se utilizarán materiales con las características del acero inoxidable con color o los paneles porcelanizados que presentan características extraordinarias para su higiene; en pisos se aplicarán recubrimientos de PVC conductivo o disipativo con algún tipo de antimicrobiano para asegurar un ambiente impecable, tal y como ya se hace hoy, según Mejía Ontiveros.
Las entrañas del hospital
Otra característica de los hospitales en el futuro es que “deberán de tener una planta de tratamiento de agua; tuberías de polipropileno o polietileno de alta densidad; fluxómetros con sensores de presencia y regaderas y grifería de aluminio de bajo consumo; y precalentamiento de agua con energía solar”, explica Mejía.
La obra civil, según el arquitecto, será concreto celular con poliestireno, cristales dobles en las ventanas para aislamiento térmico y acústico, y azoteas verdes para microclimas interiores.
Con el desarrollo de nuevos textiles inteligentes, seguramente las mantas de cada cama podrán detectar los signos vitales.
Lo que hay que hacer
Para un hospital de tal calidad, México requiere de esfuerzos económicos y normativos, opinan los arquitectos.
“Actualmente las normas en nuestro país están obsoletas e incompletas, por lo que deben de adecuarse a las nuevas circunstancias e ir de la mano con los materiales y las tecnologías ya existentes o que aparezcan en el futuro”, comenta el arquitecto Francisco Ortiz, socio fundador de la SMAES y cabeza de un despacho con más de dos décadas de experiencia en proyectos relacionados con la salud.
Luis Enrique López Cardiel, curador de 'Arquitectura para la salud'. Transición de dos milenios’, afirma que “el SMAES tiene como misión apoyar a las instituciones públicas y privadas en el desarrollo de políticas que guíen hacia un sistema de salud con mayor beneficio social y sustentabilidad”.
Porque un hospital, aclara López, es más que un edificio, y su diseño tiene que ir más allá de un nombre, un despacho o una firma. También tiene una misión social: “Y esa no cambiará en el futuro”. Para este arquitecto, después del año 2000, la creación de espacios y la arquitectura de hospitales se ha renovado. Los diseñadores se han atrevido a proponer espacios más amables, cálidos y funcionales sin ser tan austeros, como el Instituto Nacional de Rehabilitación, el Instituto Nacional de Medicina Genómica o los nuevos hospitales regionales de distintos estados.