Espacios educativos que despiertan la vanguardia griega
Nota del editor: Este artículo puedes consultarlo completo en la edición 523 de la revista Obras , 'Las 100 empresas más grandes de la construcción en México', correspondiente a julio de 2016.
Obras (LONDRES) — La enseñanza tradicional es obsoleta ante un modelo encaminado a formar jóvenes con capacidades y habilidades propias de este siglo, donde se busca propiciar el diálogo y el pensamiento crítico como ejes de la educación. Estos valores tienen arraigo en antiguos métodos de enseñanza griegos liderados por Sócrates, claro que ahora hay que añadir el condimento de las nuevas tecnologías.
En este proceso, un parteaguas son los espacios para la enseñanza y el aprendizaje, donde el diseño interior se ha convertido en un aliado imprescindible para materializar la modernización de la educación.
GALERÍA: Escuela Montessori Waalsdorp, un espacio flexible para la educación
"En el mundo actual, pocas personas tienen un trabajo que requiera de una sola tarea o talento —comparte el arquitecto Danish Kurani—. Las escuelas más sensibles están percibiendo e introduciendo modelos que fomentan el pensamiento crítico y la resolución de problemas entre su alumnado. El diseño debe responder a este nuevo aprendizaje”, añade el especialista en espacios educativos.
La educadora Julia Atkin, quien asesora a escuelas y arquitectos de Australia y del mundo sobre el diseño de espacios educativos, sostiene que es necesario preparar a los jóvenes para una sociedad que vive un estado de constante transformación. La especialista comparte que conceptos pedagógicos como la colaboración o el diálogo implementados en las nuevas aulas se aprenden, no de los libros, sino a partir de una educación participativa y experimental: el alumno pasa a ser un aprendiz y el profesor un maestro que inspira y fomenta la creatividad.
El primer paso para introducir modificaciones en los espacios de enseñanza es reflejar la visión educativa del centro. Para garantizar el éxito, el proceso debe "involucrar a maestros, estudiantes, arquitectos y planeadores", apunta Atkin, quien asegura que los alumnos responden muy bien a estos nuevos espacios porque son el reflejo de un aprendizaje que ellos ven como natural.
Resulta más complicado para los maestros, pues “han crecido en un modelo diferente y tienen que adaptarse a una nueva forma de enseñanza”, comenta la educadora. Por ello, insiste en que es importante contar con este colectivo desde la fase conceptual.
Kurani comparte esa visión. Su forma de plantear este tipo de proyectos tiene una base antropológica, ya que en la fase conceptual, él y su equipo se involucran en las rutinas de estudiantes, maestros y directores de los centros para captar sus necesidades, ya sea proyectos de rediseño o de nueva creación. Por ello, resulta complicado establecer patrones estándar que puedan replicarse.
Espacios flexibles, ¿una solución?
Renate Stuefer, arquitecta y profesora de la Escuela de Tecnología, Arte y Diseño de la Universidad de Viena, está especializada en cómo perciben los espacios los alumnos de preescolar y primaria. "En Austria, los alumnos pasan hasta 10 horas en los centros —comparte—. Son su primer contacto social y marcan su carácter, por lo que necesitan variedad que fomente su curiosidad, ya que no distinguen entre un aula bonita o fea, pero perciben espacios excitantes, cómodos o peligrosos", detalla.
OPINIÓN: Psicología y experiencia de usuario en el diseño de escuelas
Mucho se habla de la flexibilidad de espacios, ante el incremento de tecnologías e internet, que requieren estructuras menos fijas. Para Alastair Blyth, analista del Centro para Espacios de Aprendizaje Efectivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el grado universitario esto se traduce en la desaparición de la rutina y en la necesidad de espacios que fomenten la interactividad. "La idea de dotar de mobiliario flexible y buen uso tecnológico no es nuevo, es una dirección que empezó a explorarse hace unos 15 años", concede.
Interactivo. No se trata solo de tener espacios flexibles, sino de encontrar las fórmulas que mejoren el aprendizaje.
Para el analista, lo verdaderamente importante es la generación de encuentros que complementan la educación recibida en las aulas y que pueden suceder en espacios comunes, como escaleras o cafeterías.
Atkin sostiene que afirmar que la flexibilidad es la solución para todo es una "idea simple", pues "se trata de diseñar espacios de aprendizaje que apoyen un número variado de lecciones, pero siempre priorizando su uso final", agrega.
"La buena arquitectura dota de espacios únicos y microentornos que deben cumplir la función para la que fueron diseñados —reflexiona Kurani—. Muchas escuelas incluyen lo que erróneamente denominan 'espacios flexibles', pero que en realidad son áreas vacías que cuentan con un diseño genérico".
Un modelo vanguardista
En Italia, el Instituto Nacional de Documentación, Innovación e Investigación Educativa (Indire, por sus siglas en italiano) está aplicando el modelo 'Avantguardie Educative' en 22 colegios. Este plan incluye varias medidas, como la racionalización de las asignaturas, en la que son los alumnos quienes cambian de clase, pero no el profesor, que tiene la decisión de personalizar su aula según sus necesidades didácticas. "En Italia contamos con una gran tradición pedagógica y el espacio educativo se considera como el 'tercer maestro'", comparte Elena Mosa, investigadora de Indire.
Parte de la iniciativa consiste en la transformación de aulas obsoletas —como la de informática— en espacios que cuentan con mobiliario modular y cómodo para el trabajo en grupo. Los maestros, apunta Mosa, se veían limitados por la poca movilidad de los pupitres al querer cambiar la estructura física de la clase. "Los espacios afectan nuestro humor y percepciones", añade, por lo que cambiar un mobiliario aséptico y plano por uno cálido y con un diseño lógico es un paso para lograr este objetivo.
Colaborativo. Los salones de clases que promueven el trabajo en equipo son un pilar del nuevo diseño de estos espacios.
De la teoría a la práctica
La ciudad de Nueva York desarrolló el modelo EPIC High Schools en 2015 en ocho institutos, para mejorar los resultados y perspectivas profesionales de estudiantes latinos y afroamericanos en espacios construidos hace 60 años.
Lee: 30,000 escuelas mexicanas serán mejoradas hacia 2018
El despacho de Kurani se encargó de optimizar elementos importantes en la salud de profesores y alumnos, como la iluminación, ventilación y equipamiento. Pero lo más importante, crearon un modelo que conectara a las escuelas con la comunidad. "Diseñamos un campus más poroso, opuesto a los bloques del pasado, en el que los alumnos y miembros de la comunidad puedan transitar con facilidad", explica.
Crear comunidad. El modelo EPIC High School genera un esquema que conecta a las escuelas con los vecindarios en los que se insertan.
La misión de estos institutos es ofrecer un plan educativo basado en proyectos que surgen de la colaboración, el debate o la comunicación y, según Kurani, su despacho creó espacios configurados según la actividad a completar y el ambiente. "Algunos estudiantes prefieren escribir, otros dibujar y otros, la computadora —ejemplifica—. A este factor hay que añadir que algunos prefieren trabajar en silencio y otros con más ruido", añade.
Los profesores señalaron las dificultades que tenían para llevar a cabo clases de naturaleza más práctica, pues carecían del espacio para ello. Antes de la reforma, los pupitres tenían una estructura tradicional en forma de red de 28 x 28 cm. Kurani mantuvo la estructura, pero dio libertad a los maestros, pues en vez de estar confinados a un aula, podían transitar por diferentes espacios, cada uno diseñado con un propósito.
La propuesta incluye diferentes microentornos como 'The Pit', diseñado para realizar debates. El elemento principal es una fosa con cubos de espuma que pueden emplearse como asiento, mesa o anfiteatro.
Atkin realizó labores de consultoría en el diseño de Dandenong High School en 2010, comisionado para el Departamento de Educación y Desarrollo Infantil de Victoria, Australia. Los arquitectos de Hayball y el equipo de interioristas de Mary Featherston amalgamaron tres institutos con un gran número de estudiantes cuya lengua materna no es el inglés. Así, parte del reto consistía en respetar las distintas tradiciones al mismo tiempo que crear una nueva cultura escolar.
El nuevo centro se dividió en siete escuelas de 300 alumnos, de entre 12 y 19 años. Un grupo de alumnos senior lideran y tutelan a grupos de 12, a los que hay añadir 25 maestros por escuela. En cuanto al interiorismo, el reto se hallaba en homogeneizar este concepto organizativo sin caer en modelos en desuso.
Para ello, se contó con todas las partes involucradas en el desarrollo de prototipos, que fueron perfeccionándose. Se diseñaron tres conceptos materializados por capas: el exterior de los centros, cada uno de un color; una configuración interna y elementos móviles.
Cada una de las plantas cuenta con espacios abiertos interconectados para crear un discurso fluido. El fin era potenciar la idea de convivencia, en la cual profesores y alumnos pueden interactuar en diferentes contextos rompiendo con la idea de jerarquía.
También hay espacio para la individualidad y el silencio con cambios sutiles como texturas en el suelo, iluminación, mobiliario o paredes y puertas transparentes que crean subespacios más informales, algo demandado por lo estudiantes adolescentes.
A petición del profesorado, este modelo desecha la idea de flexibilidad total y opta por espacios relativamente fijos, pues supone un ahorro de tiempo el no tener que mover el mobiliario según la actividad.
Por lo pronto, en México, en el sector público los esfuerzos se concentran en remontar los atrasos en la infraestructura básica con el Programa Escuelas al CIEN , cuyos recursos, de acuerdo con el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (Inifed), se enfocarán en la seguridad estructural y las condiciones generales de funcionamiento, servicios sanitarios, mobiliario y equipo, sistema de bebederos, así como accesibilidad, áreas de servicios administrativos, infraestructura para la conectividad (instalación de cableado interno para contar con internet y telefonía en aulas de medios y áreas de servicios administrativos) y espacios de usos múltiples (infraestructura de arco techo o techumbre para un mejor desarrollo de actividades cívicas y deportivas), así como comedores para escuelas de tiempo completo.