¿Necesitamos una nueva Ley de Obras Públicas Federal?

Nota del editor: Roberto Hernández García es Socio director de COMAD, SC. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(CIUDAD DE MÉXICO) – En los últimos días se reactivó por la Cámara de Diputados la iniciativa de modificar la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las Mismas (LOPSRM), con el apoyo de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), y la participación de otros actores relevantes de la industria, tales como el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), la International Chamber of Commerce (ICC México) y la Cámara Nacional de Empresas de Consultoría (CNEC), entre otros.

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Como sabemos todos los que estamos en el sector, esta idea ha sido acariciada al menos en dos ocasiones en los últimos cinco años. La primera vez se dio cuando el muy querido ingeniero Luis Zárate (QEPD), entonces alto directivo de ICA y presidente entrante de CMIC, tomó la bandera de la “Nueva Cultura de la Contratación”, y organizó junto con la CNEC y el CICM foros varios en la materia, que resultaron muy interesantes, pero sin un resultado específico, y frustrando el intento.

La segunda fue en los últimos dos años, cuando la alianza PAN-PRD presentó un proyecto de reforma de dicha ley, cuyo principal conflicto es que tenía puntos críticos que no le parecían a la industria, pero además que confluyó con la fiebre de organismos y acciones anticorrupción, con lo cual nunca se pudo tener un solo proyecto que reflejara las necesidades de la industria y que, de la misma manera, no se convirtiera en una ley que tuviera como principal objeto el satanizar todos y cada uno de los pasos de la contratación de obras y servicios.

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Dicen que la tercera es la vencida, pero las cosas no están tan claras todavía. El proceso empezó con acercamientos con los actores de la industria. Sin embargo, todavía no existe un proyecto de documento que alguien haya visto y que refleje las modificaciones que se realizarán.

En reuniones públicas, los legisladores han señalado que el documento se presentará una vez que se hayan recogido los puntos correspondientes de los foros; sin embargo, esto resulta de preocupación pues, tomando en cuenta experiencias pasadas, es probable que con la urgencia de que las modificaciones a la LOPSRM pasen durante la presente legislatura, existe el riesgo de que a última hora pongan un proyecto a consideración de las partes interesadas para sus últimos comentarios en cuestión de días, o probablemente horas, lo que si bien no sería la primera vez que suceda, de ninguna forma es una buena práctica legislativa ni lo que la industria espera.

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Como ya he señalado en otros espacios de nuestra querida revista, la industria de la construcción y de la consultoría ha sufrido fuertes embates desde hace muchos años. Desde la rampante corrupción del sexenio anterior, hasta la escasa participación de muchos actores de la industria en proyectos nuevos -como consecuencia de cancelación de proyectos, reducción de presupuestos y la falta de nuevos proyectos-, empresas constructoras y consultoras se la han visto en chino y ven un panorama sombrío.

Es importante que la nueva LOPRSM tenga como claro propósito el fortalecer a una industria que es literalmente tractor de muchas otras de bienes y servicios, y que no sea simplemente una victoria política sin efectos prácticos para los que efectivamente realizan los proyectos.

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