Tras la devastación, las respuestas oficiales y de asociaciones han sido de vital importancia, lanzando diversos comunicados que confirman planes de acción destinando recursos significativos para reconstrucción y rehabilitación de infraestructura clave.
Estas medidas, aunque cruciales, son apenas la superficie de un proceso mucho más amplio, complejo y tardado. Reactivar cualquier sector es una tarea extenuante y Acapulco no será la excepción, puesto que requerirá la combinación de una serie de factores que pasan por la inversión, innovación y sobre todo, visión a largo plazo.
Aquí es donde entramos los inversionistas y jugamos un papel clave, especialmente porque esta situación, a diferencia de otros momentos históricos, requiere de la unión para mirar más allá de la devastación y las oportunidades que yacen tras la tragedia.
A pesar de que en este momento no lo parezca, los mercados tienen la capacidad de recuperarse tras la adversidad de los desastres naturales y para ello contamos con ejemplos históricos de tragedias pasadas, locales, nacionales e internacionales, de que la reconstrucción es también una oportunidad con una poderosa fuerza motriz para la innovación.
Acapulco es, fue y será uno de los sitios turísticos más queridos y visitados del país, tanto para los turistas nacionales como internacionales; sin embargo, en años recientes se ha visto rebasado por otros destinos mucho más alineados a tendencias turísticas con enfoque ecológico, moderno e incluso temático, haciendo de destinos como Cancún, Los Cabos, Tulum o Playa del Carmen grandes oportunidades de inversión.
Resurgir de las cenizas
Más allá de la tragedia y los duros momentos por los que hoy pasa la población de Acapulco, el daño causado por Otis dejó expuesta la necesidad de un desarrollo inmobiliario innovador, en el que se considere no sólo el análisis de riesgos futuros, sino también nuevas modalidades de inversión capaces de atraer más inversionistas que logren poner de pie al puerto lo antes posible y que además puedan mantener ese impulso para colocarlo como un destino turístico vanguardista.
Acapulco cuenta con la fuerza y prestigio para resurgir de las cenizas, gracias a la unión de los mexicanos, la fuerza de su gente y la resiliencia de aquellos dispuestos a darle la vuelta a la tragedia.
Es momento de desafiar los mitos que rodean las inversiones post-desastre y reconocer que este proceso, aunque arduo, deja un campo fértil para inversiones inteligentes, visionarios y estratégicos.
Estamos ante una situación que no amerita una simple reconstrucción, sino una mejora redonda que tendrá cientos de ramificaciones para invertir en todo tipo de sectores, con todo tipo de presupuestos, perfiles, intereses, tecnologías e industrias. Personas que diseñen, proveedoras de materiales que aporten la materia prima e inversionistas que respalden e inyecten capital para el desarrollo de un nuevo Acapulco, son solo un par de eslabones en una cadena de restablecimiento que está libre para tomarse.